FORTUNY Y SU OBRA
Autor: Mariano Fortuny. Título:
Fortuny en la Colección Vida Muñoz. Lugar: MUREC, Almería. Fecha:
Hasta el 1 de junio de 2025.
Mariano Fortuny y Marsal (Reus, 1938 –
Roma, 1874) fue uno de los renovadores de la Pintura española en el
siglo XIX, sacándola de su letargo para introducirla en las
corrientes europeas. La obra de este pintor fue amplia y variada en
temática, recogiendo temas de su tiempo, continuando modos
tradicionales, lo que no le impidió introducirse en el horizonte
innovador de la plástica futura. En su obra siempre permanece el
color, unas veces denso, agolpado, intenso, grávido, donde la mancha
cromática supera las formas, organizando la comprensión de la
imagen en el espectador, de tal forma que al observarla se trasmite
frescor, agobio del espacio cerrado, diafanidad serena, silencio,
abandono, emociones depositadas por la decadencia de los días…
todas estas sensaciones son transportadas en aquellas obras en las
que el pintor recrea temas sociales, interiores de estudios y
bibliotecas, reuniones de sociedad, escenas domésticas, mas se va
liberando para abrirse al mundo de la gente humilde, unas veces
sumidas en claroscuros desvaídos, como queriendo representar el
descubrimiento inesperado. En otras se asoma al exterior,
descubriendo la luz cegadora, intensa, triunfante, signo perpetuo de
nuestra tierra. En unas piezas el costumbrismo sienta su presencia,
siendo el mundo de la tauromaquia uno de sus temas favoritos, en
otras es la vida llana, liberada de tópicos. Dentro de la fuerza
estilística impuesta por el romanticismo, introduce los temas
orientales, su exuberancia, las odaliscas, seducido por lo diferente,
y, a la vez, la nostalgia ante los monumentos islámicos. El norte de
África supuso una fuente intensa de inspiración para su obra, lugar
donde descubrió la plenitud de la luz.
Pintó también batallas, en las que
el color, su tonalidad y disposición de las agrupaciones cromáticas,
van dictando el ritmo dramático, y a la vez heroico, del combate. En
estos cuadros bulle la imagen, queda impresa en la mirada.
Los paisajes atraparon su atención,
pues en ellos descubrió la fuerza de claridades exultantes, briosas,
intensas, desbordantes hasta la ceguera de la retina, en los que
describió la fuerza de la tierra, los gritos de los espacios
desolados. En su plasmación avanzó en el entendimiento de la
conjunción del color con el fulgor solar, llevando la imagen hacia
una representación en el que la figura amaga con su disolución,
llegando a las puertas del arte contemporáneo, mas sus obligaciones
con su marchante le ataron a un estilo definido. No por ello supuso
el inicio de la innovación, y renovación, del arte plástico
español.
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