EL
BOSQUE MÍSTICO DE LA CATEDRAL DE GRANADA
INSPIRADOS EN LAS OBRAS DE FRAY LUIS DE LEÓN Y SAN JUAN DE LA CRUZ
ILUSTRACIONES
DE MANUEL RUIZ RUIZ
TEXTO
DE FRANCISCO BAUTISTA TOLEDO
I
“Cuando
contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo
de noche rodeado,
en sueño y en olvido sepultado,...”
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo
de noche rodeado,
en sueño y en olvido sepultado,...”
Fray
Luis de León, de la Oda VIII Noche
serena
Es una fuerza que se desprende en
su observación, tensión, anudamiento, explosión triunfal gozosa de
libertad aérea, abierta a un cielo organizado, soportado por las
sólidas columnas de la Fe, unión con la Tierra, energía vibrante
que hace retumbar rítmicamente la estancia, llenándola de rumor
presentido, de cánticos adheridos a sus paredes, reciedumbre que se
transforma en clásica elegancia en su exterior.
La Catedral de Granada esconde en
su interior porciones del Cosmos, glorificación arquitectónica de
la vía sugerida por el constructor hacia la salvación. Diego de
Siloé pensó en el esplendor de la gloria, representándolo de forma
sobria, patente, muy bien captada por la mano de Manuel Ruiz, cuyos
trazos poseen rotundidad, vuelo en su desarrollo y consolidación en
su expresión, traduciendo certeramente el concepto del arquitecto.
En esta ilustración se propone un recorrido hacia una experiencia
mística, superando la rudeza de las piedras, ya domadas por el
cincel. La impronta del sacrificio en el trabajo, del genio del
diseñador sumado en éste, configuran un espacio impregnado de
sensaciones espirituales, que extraen el ánimo de la fugacidad
terrenal.
II
“ ¡Qué
descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido; “
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido; “
Fray
Luis de León, de la Oda I Vida
retirada
Silencio. Espacios sosegados que
invitan a la contemplación, en un ambiente de resonancias rítmicas,
expresión de un oasis de vida, en medio del páramo desolado de la
vida. Espacio protector, en la penumbra de su arboleda pétrea, donde
la diafanidad de la estancia crea un lugar para la reflexión, el
alejamiento del mundanal ruido, el encuentro con la Trascendencia.
El artista traduce en sus dibujos
el clima apacible de las naves de la Catedral, el peso de su sombra,
la amplitud de su cobijo, la eternidad de los momentos fugaces, que
se congelan nada más que son, quedando titineantes adheridos en la
superficie de sus paredes, techos y suelos. El orden captado en su
representación capta la repetición de los elementos, la eterna
letanía que se encierra en sí misma, circulo visual que invita a la
extinción de la percepción mundana, senda hacia el encuentro
interior.
III
“El
aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.”
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.”
Fray
Luis de León, de la Oda I ,Vida
retirada
Perdido
en la soledad de la noche de la vida, en espera del Amado, en medio
de la espesura el alma cofia con el encuentro fugaz, deslumbrante e
inesperado. Es un bosque exuberante, de solidez pétrea para reflejar
la eternidad, la inmutabilidad del tiempo, el resplandor de la figura
del Amado, presente en toda su inmensidad, mas difícil encontrar,
esquivo a la mirada, quedando sola el alma. Soledad agobiante, en la
noche de la vida, buscando la senda hacia la Luz, del día glorioso
cuando la realidad sea superada por el resplandor eterno.
Diego
de Siloé transpuso el laberinto del Oasis tupido, espejo de la noche
del Alma, preludio de la madrugada. Mientras el frío agobia e hiere,
antes de la postración ante el triunfo luminoso. Creó un espacio
donde el espíritu se anonada, pierde su importancia sometido a la
grandiosidad del vacío interior, de la Catedral, que le confiere
etereidad a las estancias, libertad y disponibilidad para ser llenado
de la verdadera sabiduría.
Manuel
Ruiz expresa con su lápiz un universo espeso, barroco, de columnas
como troncos y vegetación geométrica congelada en las piedras.
Pasillos silentes, de repetición estética concentrada en sí misma,
peso en su estructura, resistencia al cambio, y amplitud aérea en su
interior que invita al vuelo hacia las alturas. Representación
profunda, de trazado recio, que exprime la imagen para extraer las
esencias que el concepto del arquitecto encierra en la estructura.
IV
Oh
bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
San
Juan de la Cruz, Cántico espiritual. Canciones
entre el alma y el Esposo
Tensión,
peso, protección, son transmitidas al observar el dibujo. El techo
con sus adornos entrecruzados nos induce una sensación de orden en
la complejidad, de grafía simbólica que guarda el secreto de la
Salvación. Impresiona la imagen, en caída y ascensión
simultáneamente, pequeñez e insignificancia de la existencia ante
la obra del Creador, y liberación ascendente de la persona, escape
hacia terrenos inmateriales, ajenos a la contingencia del tiempo. El
arquitecto esconde en cada rincón de la Catedral signos visibles,
sólo presentes a los espíritus reflexivos, abandonados en su camino
interior hacia la Luz. No diseña en balde Diego de Siloé, sino que
escribe una crónica críptica donde relata el mensaje místico de la
estructura del templo, construyendo sobre él otro invisible,
eterno, entorno espiritual espejo de los tesoros del alma que allí
contiene.
El
pintor capta fielmente el canto cifrado en las piedras, recorriendo
su lápiz los contornos para resaltar el alfabeto oculto y
describirlo en la imagen dibujada. Es una imagen de efecto pulsante,
por el vaivén presentido del techo, hacia la tierra y el cielo. La
escritura simbólica de sus cenefas, y filigranas ornamentales,
encierran el mensaje del arquitecto.
V
Amor
casi de un vuelo me ha encumbrado
adonde no llegó ni el pensamiento;
mas toda esta grandeza de contento
me turba, y entristece este cuidado,
que temo que no venga derrocado
al suelo por faltarle fundamento;
que lo que en breve sube en alto asiento,
suele desfallecer apresurado.
mas luego me consuela y asegura
el ver que soy, señora ilustre, obra
de vuestra sola gracia, y que en vos fío:
porque conservaréis vuestra hechura,
mis faltas supliréis con vuestra sobra,
y vuestro bien hará durable el mío.
adonde no llegó ni el pensamiento;
mas toda esta grandeza de contento
me turba, y entristece este cuidado,
que temo que no venga derrocado
al suelo por faltarle fundamento;
que lo que en breve sube en alto asiento,
suele desfallecer apresurado.
mas luego me consuela y asegura
el ver que soy, señora ilustre, obra
de vuestra sola gracia, y que en vos fío:
porque conservaréis vuestra hechura,
mis faltas supliréis con vuestra sobra,
y vuestro bien hará durable el mío.
Fray
Luis de León. Amor casi de un vuelo.
De
Poemas del Alma
Es fría la noche, estrellada,
cristalina, imponente. El peso del firmamento cubre, protege, y
permanece fijo, en una armonía estelar, símbolo de la perfección,
de la eternidad de la repetición infinita.
Diego de Siloé imprimió estas
sensaciones en la superficie pétrea, en la organización de los
espacios, enmarcando las bóvedas, en los detalles repetitivos que se
suceden y cierran sin fin. El Universo inmutable, la perennidad de la
Creación, es representada en la Catedral, códice del secreto
salvador, libro escrito con elementos arquitectónicos, grabados,
rincones perdidos, que potencian y sorprenden al visitante, anulando
su entendimiento, sometiéndolo a un mar de sensaciones. Sólo Fe,
iniciando un camino en el interior del Templo para descubrir la
verdadera salida, la Luz de la Salvación. Es un diseño inteligente,
críptico, de profunda sabiduría, donde están plasmados el Cielo y
la Tierra, imagen especular. Pero es una imagen engañosa pues la
perfección celeste se refleja en la realidad terrestre presa de la
temporalidad permanente. Cambio e inmutabilidad, transito de los
fieles y perpetuidad de la piedra.
Es hábil el artista al captar
estas ideas y trazarlas en su cuaderno, surgiendo un dibujo que
encierra los secretos de la Catedral, del bosque místico
representado en ella, pues desarrolla sus detalles en una lectura
visual, trascendiendo la mera reproducción para expresar el
misterio encerrado en sus paredes, pasillos y columnas.
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