LA LUZ QUE CIEGA LA MIRADA
¿Qué esconde el color en su seno?
Esa pregunta espolea la curiosidad del pintor, le incita para
adentrarse en el seno de su sustancia. Juan Carlos Lázaro expone una
obra de sutil percepción, soportado en un concepto estético
inteligente, explorando los límites de la contemplación plástica.
Indaga en la diferencia entre la forma y la luz, el colorido
brillante que anega la superficie definida en el cuadro y el fondo
escondido. Son sus obras un ejercicio del esfuerzo visualizador, en
el cual la contemplación se convierte en experiencia sensitiva, que
predispone, y ayuda, a incorporar la mirada hacia un estado de
resplandor cromático, baño luminoso, ceguera de la abundancia de la
claridad triunfante, ebriedad saturada de espesa neblina de color. Es
el aroma del ambiente, el peso de la luz hiriente que somete la
atención, acota el tiempo, salva la escena, convirtiéndola en
destello permanente del instante, amenazado con disolverse con el
recuerdo de la impresión del tiempo percibido.
Juan Carlos Lázaro juega en el límite
de la abstracción superadora de la figuración, mas ésta resiste y
desarrolla su escena y momento narrativo, trasportando el
entendimiento a las horas batidas por el Sol, campos permanentes
donde nunca pasa nada, estancias pesadas por el tedio, solo existe la
acción diaria repetida de sus rayos. Si no, detiene la mirada en
composiciones que se esconden en la espesura luminosa, vestida de
tonos cálidos, pues su ausencia oculta las formas, su exceso las
supera.
Es una reflexión metafísica sobre el
significado de la fuerza cromática la descrita por el artista,
meditación sobre la contemplación de la verdad oculta, cuando se
está asolado en la comprensión del instante visualizado. Arte,
estilo, ingenio y gracia compositiva, se aúnan en la obra de Juan
Carlos Lázaro.
Este pintor posee una trayectoria de
amplia experiencia expositiva, marcada por una personalidad plástica
que lo distingue del resto. Propone un experiencia estética en la
que incluye el plano monocromo de la expresión abstracta, con el
destalle de la escena figurada, frontera entre ambas, ejercicio de la
razón pictórica, propuesta del límite y ruptura con alguna de
ambas opciones, y ahí permanece la apuesta del pintor. Desarrolla su
obra por los senderos de los campos del silencio, visión tranquila
del tiempo extraído de su ritmo cambiante, depositado en el desván
de la memoria.
Juan Carlos Lázaro expone en la
Galería
De Queeste Art (Bélgica)
hasta el 23 de
mayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario