LOS
ESPÍRITUS DEL BOSQUE
Autor:
Abraham Lacalle. Título: El verdor terrible. Lugar: Galería Veta,
Madrid. Fecha: Hasta el 22 de noviembre.
Ofrece
Abraham Lacalle (Almería, 1962) un trabajo plástico inmerso en el
mundo mágico que nos rodea, expresado a través de los efluvios
cromáticos que danzan en sus espacios. Unas veces se adentra en
bosques, lugares umbrosos, si no, trascurre por campos abiertos,
rescatando del olvido edificios abandonados yacentes en el sueño
profundo de su pasado. Lo expresa el pintor mediante la simbología
del color, cuando sus tonalidades se transforman en vocabulario
sensitivo, ajustada su intensidad según la emoción, sorpresa o
curiosidad surgida ante cada uno de los paisajes que recorre en su
aventura plástica.
Son
sus imágenes visiones fantásticas liberadas de la razón de la
mirada, en caída libre hacia el fondo mágico del subconsciente,
dotando los objetos de tonalidades intensas,
estridentes
a veces, extrañas a la memoria real, configurando con su conjunción
un trayecto onírico, libre de ataduras lógicas, mirando con el
sentimiento del momento los paisajes vibrantes, susurrantes,
envolventes formas separadas del color, el cual fluye
interrelacionándose entre sí, conformando árboles, piedras y
plantas un cosmos único, en continuo diálogo, siendo el artista
quien ha osado perturbar su eterna letanía rítmica.
La
realidad es reconfigurada por el pintor, introduciéndose en aquellos
planos invisibles a la contemplación rutinaria, descubriendo el
pulso latente adherido a las formas que definen el entorno.
Abraham
Lacalle continua en su estética particular, la cual varía en la
descripción de las diferentes escenas, que sustenta el discurso
oportuno que cada exploración plástica suscita, ahondando en la
esencia de la imagen, la cual disecciona, separándola del reflejo
sensitivo
proyectado en su observación, cuyo retorno interpreta en la
descripción cromática plasmada en sus piezas. Elimina los elementos
innecesarios en su obra,
centrándose
en el esquema básico que define el medio, el color que crea el alma
del ambiente, el rastro de su densidad para equilibrar el momento de
su pulso, la conjunción de gamas en las que estructura el espeso
diálogo, que genera la sorpresa del instante. En este escenario el
espectador participa con los sueños que incluye en él, escrutando
cada uno de sus rincones, el halo desprendido entre las formas, el
agobio o inquietud surgida en su visualización. No basta ser buen
pintor para realizar un buen trabajo artístico, sino que hace falta
añadir inteligencia y originalidad en la conjunción de tonos,
consiguiendo reflejar en su obra la idea proyectada. Es por lo que
Abraham Lacalle nunca defrauda, mostrando siempre su valía.
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