LORCA EN PARÍS
El pasado dos de junio, dio comienzo
la exposición “Federico
García Lorca y La Barraca en París. París–Granada, 2025”, en
la Sala de exposiciones René Capitant de París, en la cual
participaron treinta y ocho artistas, de nueve países, aunados en la
figura del gran Federico García Lorca, y su aventura con el grupo
teatral desarrollada en La Barraca.
En este proyecto participa un nutrido
colectivo de artistas andaluces, que desde diversas técnicas, y
formas de expresión plásticas, exponen sus ideas, y reflexiones,
cobre la impronta lorquiana en la cultura contemporánea.
Forman parte del equipo de creadores
plásticos andaluces, presentes en este evento, Nina
Ich, Pedro Chacón, José Manuel Darro, Miguel Carini, Ana Líma,
Carmen Sicre, Xana Morales, José María Sánchez Aranda, Luz López,
Mercedes Castro, Carmen Ocaña, Pedro Jiménez, Tomás Ayuso, Pilar
Manuela Soto Solier, y Olga Leyva.
La figura de
Federico es extensa, profunda, potente y amoldable a las varias
facetas de la realidad contemporánea. En su obra se observa una
tensión interna entre la modernidad y la tradición popular, aquella
que nace del alma interna de una sociedad ancestral, que pervive
resistiendo los embates caprichosos de las modas que se suceden, mas
su esencia permanece. Este es el núcleo del alma lorquiana, que
nunca estuvo estática, sino expectante en los tiempos inciertos,
asombrada ante las nuevas perspectivas que estos le ofrecían, pero
añorante constante del pasado, cuando las personas vivían en
comunión con su entorno natural, en una existencia rural rica en
cultura, poliédrica en figuras, mitos y paisajes inmaculados, libres
de la huella transformadora de la tecnología.
Muchos son los
reflejos que la imagen de Lorca proyecta, y ahí está su validez
permanente, pues coincide con la angustia vital del ser humano
actual, la ruptura del pensamiento nacido en los tiempos pretéritos,
que quieren ser sustituidos por la magia embelesadora de promesas
futuras.
La calidad de
los artistas participantes es patente en las obras mostradas. Si
tengo que citar alguno, me detengo en las producciones que más me
han gustado, por su peso de calidad estética.
Miguel Carini,
siempre exuberante, nos propone una serie de piezas de gran
barroquismo compositivo, complejidad cromática, profundidad técnica
en su elaboración, siempre poderoso.
Pedro
Jiménez trasciende los pasillos de la luz, escapando de la confusión
abstracta de colores, libres trazos sugerentes que rompen la razón,
y descubren destellos que conectan con el pensamiento estético, para
adentrarse en los espacios claroscuros, en los que se atisban
ambientes de honda espiritualidad, que se evanescen en la luminosidad
que se difumina hacia las alturas.
Carmen Sicre
consigue lo difícil, desarrollar una mirada lírica en sus
composiciones de tejidos, hilos dorados y ornamentos, que sustituyen
la paleta y lienzo.
Nina Ich
introduce el concepto cromático en la descripción del paisaje,
compleja elaboración en la que relata el tránsito de los
comediantes de La Barraca, pues así querían ser, actores del mundo
rural que persistían en la cultura de todos.
Mercedes Castro
recrea la poesía de la soledad, aquella del mundo rural, en la que
las construcciones abandonadas contienen la memoria del tiempo
perdido.
Carmen Ocaña es
poderosa en la expresión plástica, directa en la dicción visual,
rica en la compresión decantada en sus piezas.
Carmen Guardia
nos adentra en el universo dramático de las representaciones
teatrales, personajes pasajeros portados por los actores, el universo
lorquiano, la fluidez de sensaciones que de su obra se desprende.
Podría
extenderme mucho más en el comentario sobre los artistas
participantes, que no por aparecer desmerecen en valía su obra
expuesta. Lo malo de esta exposición es el corto tiempo de su
celebración, visión fugaz, donde la mirada no ha podido reposar en
la auténtica calidad portada en las piezas presentes.