BUSCANDO A NABUCCO
Autor: Raimundo Iáñez. Título:
Ópera Manía. Lugar: Fundación Euroárabe. Fecha: Hasta el 24 de
marzo.
Es la vida una representación
escénica con un guión fijado por el gran director del mundo. Todo
está escrito, deambulando el ser humano sometido al ritmo que marca
la composición, cuando ésta llena de emociones el entendimiento. En
la obra del granadino Raimundo Iáñez permanecen sus personajes en
un orden sumiso, entonando cantos de resignación, algunos
aparentemente liberadores, contenidos en el texto que deben
representar. Largas filas, en un flujo cansino, anodino, gris y
rígido, formadas por seres anónimos, sin rostro, similares, grandes
y pequeños, repiten sin cesar el papel asignado en una realidad
pulcra y armoniosa, donde la razón supera el deseo del corazón. Es
un universo geométrico, cortante en sus ángulos, equilibrado y de
luz monótona. La escena es relatada por el autor, colándose los
cantos entre las rendijas del entramado lineal, expresados como
grafías impresas en el cuadro, sin caracteres divergentes.
En otras obras se esfuma la persona
sin rostro, quedando sólo la estructura de círculos y rectas,
enmarcadas en un espacio organizado, de proporciones matemáticas.
Interpreta el artista, de esta forma, el lirismo de la composición,
el ensamblaje lógico de la nota musical, cantada por voces
adormecidas. Es el reflejo del espacio racional donde transcurren las
historias de los protagonistas.
Raimundo Iáñez propone una obra de
estructura geométrica, sobria y relato conciso, elaborada con
reducido repertorio de colorido y elementos gráficos, que repiten
sus formas sin cesar, creando una visión envolvente, intrincada,
reflejo de la vida en la urbe moderna. El ser humano pierde su
singularidad, disolviéndose en la masa, para encajar en una
configuración social basada en la lógica. Es un universo
asfixiante, mostrado como una gran ópera, donde la tragedia, con su
grandilocuencia, justifica el sacrificio del yo. La base íntima del
trabajo de este artista la compone un mandala visual, plasmado en
toda su producción plástica. Los cuadros están impregnados de la
impronta de la partitura operística, sumiendo las voluntades en un
océano sensitivo común, que fluyen al vaivén del ritmo, de sus
arias desgarradas, o de corales convergentes.
Raimundo Iáñez es ingenioso,
reflexivo y directo, consiguiendo crear piezas interesantes de
contemplar.
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