TRANQUILA MELANCOLÍA
Autor: Francisco Carreño. Título:
Paisajes nórdicos. Lugar: Galería de Arte Ceferino Navarro. Fecha:
Hasta el 15 de diciembre.
Soledad, cielo y tierra, el mar
rompiendo el horizonte, costas rocosas, ateridas y vacías, frío
presentido en el ambiente. Francisco Carreño transmite esta
impresión primera en los cuadros expuestos, relato visual de su
viaje al norte de Europa. Pinta sus costas, adentrándose en la
campiña bucólica, de transcurso sinuoso, suave, presa del rigor del
clima. En el paisaje describe el carácter de sus gentes, la vida
rutinaria de los trabajos agrícolas, la importancia del hogar en las
tierras donde la luz es tacaña. Hunde su mirada el autor en la
melancolía de los
cementerios de esos parajes, no como postura romántica, sino como
reflexión sobre la levedad de la vida, de las historias de trabajo,
amores, triunfos y fracasos ahí olvidados, esfumados en la nada,
espíritu de las gentes que dieron carácter a la interpretación del
paisaje presente. Mar, desolación, clima duro, luz tímida, campos
vestidos sucintamente de cultivos herbáceos, casas sencillas, de
arquitectura utilitaria y linealidad racional, silencio, y la memoria
descrita en las tumbas de sus eternos moradores, configuran un
entramado narrativo que relata el genio del lugar.
Francisco Carreño utiliza un lenguaje
rico, de expresión varia, descarnado cuando describe la desolación
de sus costas, y sin embrago belleza primigenia que invita a la
postración, para pasar a un ritmo melancólico, o apacible, cuando
aborda el resto de los temas. El color es usado con exactitud,
reflejando la sensación primordial que su impronta genera, en el
primer encuentro con las imágenes del Norte. Escribe el cromatismo
de esas tierras con precisión poética, sin barroquismos, ajustado a
una disciplina descriptiva que traspasa la anécdota, para adentrase
en el núcleo de la escena, en la fuerza telúrica, nexo de unión de
toda su producción plástica.
El pintor ofrece un libro de viajes,
aséptico, sensitivo, de signo lírico, que recuerda en su
contemplación las melodías nórdicas de Edvard
Grieg o Jean Sibelius. Concreta en sus cuadros el sentido del relato
con economía descriptiva.
Con esta producción Francisco Carreño
consigue superar otras propuestas anteriores, asentándose entre los
nuevos valores de la Pintura actual andaluza.
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