PEDRO
SEGURA CANO EN AÑIL
Pedro
Segura Cano, Lubrín 1964, presenta su obra de nuevo, la cual ya ha
expuesto en numerosas ocasiones en la geografía andaluza. Este
pintor se define como un gran admirador de Ginés Parra, cuya
influencia impulsa su producción plástica. Inmerso ya en esa
locura, como este autor la define, conoció al gran pintor de
Huércal-Overa, Silvestre Martínez de Haro, que le acompañó en el
duro trecho de la creación pictórica, hasta conseguir señas de
identidad propia. Gracias a este artista, y al galerista Trino
Tortosa, pudo encontrar seguridad en la senda del pincel, logrando
alcanzar un estilo característico de gran fuerza expresiva, intenso,
rotundo, de imágenes agolpadas, que infiere dinamismo a la
composición, sintiendo el observador cierto vértigo visual, para
compartir con el pintor el peso de sus pasiones, el sabor del
desasosiego, de la incertidumbre sumida en la búsqueda continua,
dentro del universo ciego de la elaboración artística. El escritor
José García Gallego definió su obra como visualización de un
lenguaje secreto.
Los
fondos oscuros, la confusión, indeterminación de las imágenes,
están contenidas en sus piezas. Éstas poseen un fuerte sabor
estético de las producciones del tercer cuarto del siglo veinte, mas
Pedro Segura Cano incorpora un signo personal, que hace cobren vida
autónoma, desarrollando con su propio estilo otras perspectivas en
su contemplación. Intenta, este creador plástico, romper el
horizonte del lienzo, penetrar en el cosmos oscuro que sostiene la
realidad percibida, sea generando un rumor visual con las manchas
depositadas en el cuadro, o mediante saltos cromáticos,
desequilibrios en el plano contenido en la pieza, originando ruido
sensitivo en la mirada. El artista siente furor, abandonando la
lógica del dibujo, la armonía del sosiego contemplativo, para
enfrentarse a los gigantes imaginarios escondidos tras las manchas,
las superficies de las estructuras adheridas en sus piezas, navegando
en la emoción de la aventura sensitiva, e irracional, pretendiendo
vislumbrar las luces que dan respuesta a las incongruencias
presentes.
Mas
la memoria de sus orígenes pictóricos retornan continuamente,
situándolo en el punto de partida, para concluir una obra sólida,
donde lo que pretende es recomponer la mirada, tras la destrucción
del orden propuesto por la lógica del entorno cotidiano, para
descubrir la realidad auténtica del tiempo pensado.
La
instalación de Pedro Segura Cano podrá ser visitada durante el mes
de diciembre, en la galería Añil, de Mojácar.
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