sábado, 1 de enero de 2011

MILES DAVIS

Como torrente poderoso de varios caudales, rompedores de la linealidad, que se entrecruzan y funden a veces, para enervar los sentidos y consumir el ritmo del pensamiento con el generado por sus composiciones, así es el jazz de Miles Davis. Tiene nervio, fuerza y fluidez, consiguiendo adaptarse a todo ritmo que el músico quería imprimirle, ascendiendo, cayendo de forma brusca o esparciéndose suavemente en lomos de una melodía cargada de sentimientos; inflexiones múltiples que le conferían sinuosidades y relieves melódicos.

La admiración de un escritor hizo convertir la música de M.D. en trama central de su novela, soñada en las tristes tardes de invierno, consumidas en la barra del viejo bar Lisboa, y más tarde concluidas en melancólicas veladas del pub Georgia, sumergido en la magia del jazz.

Largas madrugadas ensoñando su historia, aliñada con obras de arte, dieron lugar a una novela que le consiguió el éxito literario. Esto es lo que la leyenda cuenta.

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