sábado, 24 de agosto de 2024

MARTÍN RICO ORTEGA, GRAN PINTOR

 


LA PINTURA DE MARTÍN RICO


Martín Rico Ortega (Madrid, 1833-Venecia, 1908) elevó el paisajismo realizado en España entre los mejores del continente europeo, consiguiendo obras que no tenían nada que envidiar a los pintores itinerantes de Rusia.
Su comienzo estuvo influenciado por el romanticismo, corriente pictórica en boga, elaborando piezas de paisajes idealizados, bajo una luminosidad dorada y horizontes exuberantes de vegetación. Más adelante conoce las nuevas tendencias plásticas europeas, acercándose al naturalismo, realismo o impresionismo. En su obra fija su mirada en los trabajos cotidianos del pueblo llano, influido, sobre todo, por el realismo de sus maestros franceses. Pero en su producción artística, Martín Rico supo desarrollar una personalidad estética propia, mostrando su singularidad creativa, adentrándose por senderos originales de estilos figurativos novedosos. En este proceso fue aclarando la luminosidad de sus cuadros, remarcando las figuras, tomando fuerza la claridad en el proceso creativo desarrollado en el tiempo, de tal forma que sumió en su resplandor los trazos de las figuras, quedando anegados de blancura cegadora, matizada por el azul celeste. Unas piezas poseen una impronta cegadora, en otras muestran una luz cristalina, de tonalidad equilibrada, visualización limpia, ahondando en ellas el pintor hacia un realismo descarnado, descansando siempre en sus obras un silencio sereno, la huella de los momentos cotidianos que transcurren olvidados a la mirada. Vida del pueblo descrita por el pintor, recogiendo la actividad cotidiana de la sociedad sencilla, anclada en el sueño de los tiempos. En otras composiciones, recrea su interés plástico en edificios históricos, símbolos del lugar, resumiendo en ellos la idea que se tiene sobre la historia de la ciudad donde se ubica.
Un cuadro de este artista, que destaca para mí, es el titulado “Puerta de una casa en Toledo” en el que recoge la luz triunfante del mediodía, salvando el colorido del portón de la casa, en pulso permanente con el albor del ambiente, plasmando con fidelidad la imagen del entorno. Es un cuadro de intensa atracción contemplativa, flujo luminoso que desborda el espacio enmarcado y se introduce en la retina del observador. Obras de tipo similar son “Puente de Toledo” y “Recogiendo naranjas”. En otras composiciones muestra frescura y elegancia, siendo trabajos de gran calidad estética, como es el caso de la pieza “ La Torre de las Damas “.
Sin embargo, este pintor no ha sido suficientemente valorado en la Historia de la Pintura europea y española.

























viernes, 16 de agosto de 2024

SOBRE LA OBRA DE RAFAEL LÓPEZ VIGUERAS

 


VIGUERAS


Es el Movimiento Indaliano una interpretación de la esencia natural de los campos de Almería, siendo muchos los artistas que han bebido de sus principios estéticos, logrando transmitir los rasgos característicos que definen sus paisajes.
La Luz siempre está presente en sus obras, ella y el reflejo vibrante de sus casas, fuerza cegadora que inunda la retina, alegría latente de sus espacios, escenario velador de los mundos ocultos tras la cascada luminosa que todo cubre. La Luz se esparce violenta, fuerza vital que fluye en el paisaje, dimensión de claridades en las que se albergan otras realidades fantásticas, espejismo permanente que traslada la mirada hacia las zonas visualizadas por el subconsciente, sustentada sobre un terreno árido, dura aspereza que devuelve con sus ocres, y marrones, la presión solar, siempre acompañada por un azul revuelto, reflejando la danza cromática sucedida bajo su presencia.
Rafael López Vigueras es un pintor que ha sabido captar todas estas cualidades, expresadas por los indalianos, siendo, según mi opinión, uno de los más fieles interpretes que han trabajado este estilo pictórico.
En sus inicios, aunque influenciado por las características aquí expuestas, se internó en el análisis de las formas visuales aprehendidas, jugando con sus contornos, proponiéndolos fijos, precisos, de acuerdo a recias lineas organizadas según el orden geométrico. Las estira, queriendo distorsionar la apreciación de la imagen, mas se quedó como intento, triunfando el espíritu de la figura en su comprensión, siendo insertada en un engranaje cromático de tonos ajustados, limitados en su número preciso, que no por ello agota múltiples posibilidades de gamas sugeridas. No se queda el artista en la mera descripción de formas y colores, sino que las supera para introducirse en el alma de la imagen, exponiéndola de forma rotunda, densa, espesa, patente, intensa, poderosa puesta en escena de lugares de esta zona del Sur peninsular. Casas típicas sujetas a una estructuración lineal básica, encaladas, de refulgentes fachadas, simuladoras del imperio solar, que desafían el solar terroso y desnudo, temblor telúrico en su observación, que transcurre cuan suave canción de notas disipadas en la nada del medio entorno. Construcciones, luz y campos, aparecen solapadas en su observación, insertadas entre sí, conformando una entidad única, impresión mágica de la realidad latente en el lugar.
Rafael López Vigueras ha logrado percibir el auténtico carácter de Almería.