SESENTA POEMAS
SESENTA POEMAS
Navega el poeta sobre la palabra,
discurriendo con ella por cauces de variados accidentes, las cuales
unas veces atraviesan corrientes bravas, mientras en otras entra en
canalizaciones medidas, simétricas, de ritmo acompasado, o pasando a
trayectorias tranquilas, felices, lugares de esparcimiento y
ensoñación, cuando no por umbrías de cauteloso transcurrir,
añorando riveras pasadas. Y siempre avanzando hacia el mar,
extensión infinita, símbolo de la eternidad final.
El poeta se interna en este viaje
imaginario equipado con la palabra, instrumento mágico con el cual
construye escenarios extraordinarios, recuerdos, emociones,
tristezas, esperanzas, pues es a través de ella con la que crea
combinaciones que se transforman en emociones evocadas, encuentros
pensados, reflexiones sobre la transcendencia que nos rodea. Lo asume
con desenfado cuando no con resignación, mostrando la pulcritud del
soneto, la libertad de la rima, el desbordamiento si es prosa,
alegría, versos chispeantes, brillo en la estrofa, manejo lúdico
del verso, aromatizado en algún momento con el caldo de su tierra,
pues el paso por el sagrario del Tabanco es necesario gesto, en
alguna ocasión, para soportar el hedor de la realidad.
Mauricio Gil Cano es un dinamizador
cultural, crítico literario, profesor y poeta de Jerez, autor del
libro que aquí comento. En su “Sesenta poemas” recorre
diferentes hitos de su existencia.
Pasión amorosa, desengaño,
ausencias, amigos del alma que se fueron, instantes anodinos que
reclaman su atención, la vida en definitiva, son recogidos en cada
uno de estos poemas. Son como trazos pintados con las palabras, donde
el sonido reemplaza al color, su descripción el rastro del lápiz,
conformando imágenes escuetas en alguno de ellos, o se centra en un
cromatismo sonoro, abigarrado, de un soneto bien estructurado. Y
siempre trasluce en esta obra desparpajo en la expresión utilizada,
de vocablos sencillos, limpios, precisos, cuando en su conjunción
conforma la imagen sensitiva que el autor pretende, logrado por el
ingenio rítmico introducido en el texto.
No es este poemario una pieza de
sesuda lectura, ni triste, sino una experiencia impresa, serena
reflexión volcada en el verso, sin desgarro, no abandonando nunca la
trascendencia del momento, indicando la importancia de saborearlo a
fondo, el valor de los recuerdos, la búsqueda de la verdadera faz de
lo real.
Mauricio Gil Cano nos propone un
trabajo lírico de honda solidez, producto de un manejo hábil de la
palabra, escrito sin artificios, desde la verdad de la intimidad del
poeta.
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