EL
SILENCIO LUMINOSO DE LAS HORAS
Felix
de la Concha expone “Iowa” en la galería Fernández Braso,
Madrid, desde el 12 de septiembre hasta el 2 de noviembre.
Busca
el pintor el resplandor que subyace en el paisaje, la luz interior
que sostiene su realidad, salvando la imagen de la mera reproducción
fiel, fría transposición, incorporando el artista genio, vida
propia, en sus vacíos y silencios presentidos, soledades empapadas
de vida, aunque no sean palpables a la mirada.
Felix
de la Concha (León, 1962) explora la sensación experimentada en el
encuentro primero ante paisajes nuevos, extrayendo de su luminosidad
el recuerdo que su presencia marcó en su memoria emotiva. El pintor
lo transcribe en sus cuadros como impresiones líricas de evocaciones
múltiples. Edificios y campos sumidos en el ritmo de la luz
cambiante, reflejo del paso de las horas.
Felix
de la Concha refleja en su obra la melancolía de la luz en la
permanencia de los días. Consigue expresarlo como tránsito luminoso
en la eternidad de los espacios, siendo éstos circunstancias del
momento, y la claridad objeto de su mirada. Es la luz perseguida por
el pintor, convertida en protagonista de la esencia contenida en el
paisaje, pues es ella quien define, y sugiere, las imágenes
apreciadas, aparte de influir en el estado anímico del espectador,
con sus triunfos y declinaciones. Esta concordancia entre sujeto que
mira y objeto ligado al ciclo diario solar, es la que define el
sentido de la pieza, uniendo, a través de la claridad cambiante, al
sujeto que observa y el escenario donde se desarrolla la acción
temporal. Es ésta última la protagonista de todo el entramado
plástico propuesto por el pintor, la cual confiere significado
último a la composición, siendo la idea que mueve el objeto
creativo de este artista.
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