LA CHUNGA: ARTE, GENIO Y ELEGANCIA
Autora: Micaela
Flores Amaya, La Chunga. Título: La Chunga, Flamenca y Pintora.
Lugar: Galería Añil, Mojácar. Fecha; Hasta el 31 de agosto.
La
obra expuesta posee un suave discurrir visual, alegre y vitalista,
expresada con pasión pero sin arrebato, construida con mesura y sin
disonancias cromáticas. Micaela
Flores Amaya, La Chunga, 1938, no es sólo una artista de gran
prestigio, en la historia del baile flamenco del siglo veinte, sino
que también es una pintora de alta sensibilidad y buen dominio
técnico del color. Poseen sus creaciones una gran originalidad, pues
tras la aparente figuración naïf, guarda un excelente gusto en la
elección de los tonos dispuestos en sus piezas, colores de
intensidad controlada, de cimas modeladas, caídas suaves, valles
plenos de horizontalidad cromática, cuyo peso inicial se disuelve
en el fondo, por la ligereza de su engarce, la pasión delicada de su
presentación, como estructura aérea que flota tras el vacío
supuesto en el fondo del cuadro.
Son
colores alegres, expuestos con elegancia, sensibilidad y arte,
acompañando el ritmo reflejado en sus figuras, las cuales con su
ondulación sinuosa, simulan son acompasado, sujeto al duende que
inunda el ambiente, siempre repetitivo, circular, constante y eterno.
Baile, compás, genio, y movimiento que transcurre tranquilo, en el
escenario de cada pieza. Mas cuando sus formas pierden las curvas
traspasan el vaivén danzante al entorno, que grita, una melodía
recitada, a través de las radiaciones de colores.
Micaela
Flores muestra una obra de contemplación tranquila, basada en el
movimiento intuido, un lenguaje según gamas de cromatismo vivo,
sometido a unos límites que no desborda la placidez de íntima
contemplación, donde la autora sueña, se evade, ahondando en la
tradición de la cultura gitana, rememorando su historia, las
costumbres de su niñez. El espíritu de su pueblo, siempre envuelto
en el flujo danzante, en la expresión profunda, desgarrada a veces,
alegre casi siempre, abordando la existencia con un optimismo
exultante,
La
Chunga propone un trabajo plástico de alta habilidad en su
configuración, desarrollado según un gusto estético de gran
calidad. Usa el color como lenguaje musical para describir la memoria
de su niñez, el nervio que ha empujado su arte, sea descrito a
través del movimiento de su baile, y la honda musicalidad que lo
acompaña, o el relato construido con el pincel, y con sus manos,
inmersa en el torbellino de una paleta ajustada a un espectro de
tonalidad equilibrada. Presenta un mundo de sensaciones íntimas,
fuente que inspira toda su producción y vida artística. Expone una
producción interesante.
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