LA LUZ DE LA CHANCA
Título: La Chanca. Un barrio en
imágenes. Lugar: Museo de Arte Doña Pakyta. Organizada por la
Fundación de Arte Ibáñez Consentino. Hasta el 31 de enero.
La Chanca resalta cuando la luz
descansa en sus espacios, bajo el azul profundo de la bóveda
celeste, surgiendo destellos que someten la mirada hasta la
postración, como decía Valente, refulgiendo por sí misma, tras
cuyo esplendor encierra historias y misterios, pasado doliente de
pobreza y tradiciones, como las nuevas realidades que su prometedor
futuro sugiere.
La Chanca aparece en el arte anclada
en el sueño de los tiempos, mostrando la dureza de la existencia, la
faz auténtica de sus gentes, el contraste de su duro transcurrir
cuando la miseria y la escasez recorrían sus calles, tal como lo
describía Goytisolo. Pero la Chanca es más que todo eso, no es el
espejismo luminoso del poeta gallego, como tampoco la descarnada
realidad estética, descrita en el realismo social del autor de
Campos de Níjar. La Chanca es alegría de vivir, ilusión marcada
por el profundo grito de un cante jondo, que rompe la pesadez del
ambiente, alterando el silbo de los vientos, para hacer visible el
duende que anida en todos sus moradores, la persistencia del ansia
por sobreponerse en la aridez del entorno, de comulgar con el azul de
su mar, de penetrar en las soledades de los campos batidos por las
olas de luz, la fuerza que quiere triunfar sobre el vacío, tras un
futuro más pródigo.
Literatos y pintores supieron captar
su esencia, siendo plasmada en sus obras. Así lo refleja el
movimiento indaliano, auténtico fenómeno cultural que zarandeó la
siesta eterna que sumía a esta provincia.
Jesús de Perceval, su guía, percibió
este barrio de la capital almeriense como un lugar de vida, un gran
teatro de representación continua, casi idealizado, sumido en una
pátina tenue que lo extraía del ritmo de las horas, casi
estilizado. En sus fotografías mostraba su realidad social,
elevándola a composición de estudio. Pérez Siquier fue más
descarnado, impersonal, y descriptivo, dejando que las imágenes
espontáneas cuenten por sí solas su historia.
Cantón Checa pintó una Chanca de
luminosidad cegadora, apariencia sólida, en figuras pastosas. Luis
Cañadas la percibió más nítida, delimitando sus formas,
plasmándola sobre un sustrato geométrico, en un ambiente diáfano,
alegre y puro. Miguel Martínez captó la luz atrapada en sus azoteas
y paredes encaladas, la rudeza de su aspecto, la poesía del
abandono, que su visualización producía. Todos añadieron un
aspecto de este barrio, que no nace de él sino que está conservado,
pues surge de la historia de los tiempos, lo reproduce y amplifica.
Miguel Martínez Gomez
Carmen Pinteño
MiguelCantón Checa
Jesús de Perceval
Jesús de Perceval
Carlos Pérez Siquier
Carlos Pérez Siquier
Luis Cañadas Fernández
Miguel Cantón Checa
Luis Cañadas Fernández
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