miércoles, 22 de junio de 2022

DUKE ELLINGTON Y EL TERCER MOVIMIENTO DE LA SINFONÍA " TRES REYES NEGROS"

 

UNA SINFONÍA DE DUKE ELLINGTON

Al final de sus días Duke Ellington (1899-1973) compuso la sinfonía “Tres Reyes Negros”, como homenaje a Martin Luther King. Este compositor de jazz norteamericano solía dejar sin concluir sus obras, esperando que fuera la improvisación del último momento quien decidiera como desembocaría la partitura creada, pues confiaba en la mano del azar, esencia del jazz.
Esta sinfonía consta de tres movimientos, cada uno dedicado a un Rey Negro: Baltasar, Salomón y M. L. King.
Tras la muerte de este músico, su hijo, Mercer Ellington, gran compositor, con la colaboración del director de orquesta Maurice Peress, recuperó esta obra, dieron forma final a su conclusión y la estrenaron en 1976.
De los tres, el tercer movimiento me gusta sobremanera. En éste, la elegancia se desliza con un paso suave, cadencioso, derramando estilo en su derredor, el cual ilumina la estancia plena. La melodía transcurre resumiendo tiempos de vivencias felices, melancólicos, pero rememorados los recuerdos de forma gozosa. Tremendo peso sensitivo posee su ritmo, son altos y bajos modulados que no rompen el equilibrio con su amplitud, pues se ajustan al cuerpo indolente, tranquilo y sumamente apacible, que fluye en un río de reflejos brillantes, amplio, cauce sereno, arropado por una vegetación umbrosa, protectora del esplendor solar, en las horas felices de la mañana, cuando el rumor del entorno, y las vibraciones interpretadas del ambiente, sientan su fuerza, transmitiendo vida, sin estridencias, sino sosegadamente, en el disfrute del instante de reflejos, zumbidos, evocaciones y placidez existencial. El ritmo se regodea a sí mismo para impulsar las emociones que el momento suscita. Belleza armónica reducida a una composición de aparente factura sencilla, pero repleta de brillos y peso estético, que la hace imprescindible para entender la plenitud de la imagen sentida en la cultura moderna. Esta melodía se encierra a sí misma, se recrea y reproduce, alimentando continuamente su fulgor de escenas sugeridas, cálidas, luminosas, optimistas, pese al motivo que originó su creación.
Es un sonido que comunica emoción relajante, estilo de vida, manera de ser y estar, descubrimiento del instante fugaz, pasajero y veleidoso, sólo presentimiento percibido.
Más no puedo decir de esta pieza sinfónica, trasladada desde un jazz de calidad, en el cual el gran Duke Ellington mostró su poderío creador, intensidad de pensamiento estético traducido en partitura musical, siempre esperando el azar de su conclusión.


https://youtu.be/4aOz44e7rKw


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