EL EDÉN SEGÚN MARÍA LAÍN. OBRA EXPUESTA EN LA GALERÍA GURRIARÁN

 

SUAVE SILENCIO QUE TRANSCURRE

Autora: María Laín. Lugar: Galería Gurriarán, Madrid. Fecha: Hasta final de diciembre.

Expone la artista una obra singular, mostrando su curiosidad por explorar la esencia de la pintura decimonónica, desarrollada por ella como actitud de expresión figurativa alternativa al realismo actual. Esta forma de pintura es una postura estética que se aproxima a la primera ilustración comercial, trabajada como un modo diferente de reflexionar desde la cultura pop, a partir de la cual desarrolla un camino propio hacia estilos de expresión contemporáneos. María Laín consigue dotar de una impronta particular su producción plástica, evocadora de estancias nostálgicas, paseando a través de sus piezas por paisajes nórdicos, cuando el verano los libera de la oscuridad, tiempo feliz y de expansión gozosa por la Naturaleza, mostrados en sus bosques y prados, donde sitúa cabañas perdidas, junto a costas de recónditos fiordos. Todo transcurre en silencio, bajo una luminosidad ajada, perdida en la bruma de la memoria, tenue luz que acaricia suavemente, apenas cálida, vivificante, pero ligera, fina capa de claridad que pasa rápido, para dejar su lugar a los espacios nevados. Son el silencio y soledad los protagonistas en su obra, la persona y la Naturaleza, la vida que se sucede lenta, ajena al ritmo de las grandes masas humanas, sólo la persona y su tiempo interior, las estaciones y el recuerdo feliz del estío. Es una búsqueda del Edén particular de la pintora, la mostrada en esta propuesta artística, elaborada con lucidez expositiva, habilidad en la transposición cromática en el cuadro, de imágenes intimistas, en las que se aprecian destellos líricos, fugaces y pasajeros, quedando al final de su observación el color de la nostalgia, recuerdo del paraíso perdido, anhelo constante de todo proyecto vital. Plasma María Laín el impulso de los seres humanos por descubrir su espacio soñado, en la realidad confusa del tiempo en que le ha tocado existir.

Posee la artista una obra atractiva y diferente, cuya contemplación genera sensaciones varías en el observador. Deja poso en la mirada, discurriendo como una serena sinfonía visual.

ANTJE WICHTREY EXPONE EN EL ESPACIO DE ARTE SANTIAGO COLLADO

 

TIEMPO DE PASO

Autora: Antje Wichtrey. Título: La Pluralidad. Lugar: Espacio de Arte Santiago Collado. Fecha: Hasta el 5 de enero.

Antje Wichtrey es una artista alemana afincada en Andalucía. En esta tierra desarrolla su actividad creadora, estando considerada como una excelente grabadora, en cuya técnica ha conseguido alcanzar una alta cota de maestría. Une el sabio manejo de esta forma de expresión plástica con el hábil trazo con el cual elabora sus dibujos, trazo ligero en su resolución, poderoso en la impronta que deja. Obtiene figuras estilizadas, siendo resumidas sus características con una gran simplicidad, rica en matices, sugerente y de gran riqueza comprensiva.

En su obra se percibe un relato intimista, descrito en tercera persona, en el que la artista va presentando sus piezas con un sentido temporal, en secuenciación temática, reflejando el murmullo de las horas, el tiempo invisible que todo lo inunda, expuesto en sus composiciones como suceso intuido, sea por la relación continuada de las piezas entre sí, como por el tono incorporado en cada una de ellas, que varía según el instante, acompañando la emoción del solitario protagonista, el cual va diluyendo su presencia según aumenta los que le rodean, siendo al final una mancha sin importancia, confundida en el conjunto todo. Mientras, el resplandor enciende su fuerza, desde un momento gris, azulado, que imprime frío en la mirada, cambiando a un cromatismo más cálido, dorados, naranjas, verdes… mas el fulgor del brillo presente en el entorno camufla soledades y tristezas, mundos interiores sumidos en su existencia, recuerdos, problemas, búsquedas. Da igual que haya multitud, solamente es eso, números de individuos dispuestos en el espacio, que viven su realidad. La soledad, y un cierto halo de tristeza, marca el ritmo de estos grabados.

En otros plasma escenas del mundo natural, extraídas de su conjunto, propuestas en una porción imaginada del medio donde están, reflejando levedad, cambio presentido, movimiento observado en el destello infinito del observador. En todos los motivos representados en sus láminas, la ligereza percibida hace que parezca que los sujetos protagonistas en su obra aparezcan ingrávidos, puestos en escena como imágenes apartadas del orden lineal de su rememoración intelectual.

Son los fondos de las piezas quien van marcando la conjunción sensitiva, que se describe en cada una de las composiciones, en definitiva ellos son el centro de sus creaciones plásticas, en cuya construcción abstracta de colores incluye sus elementos figurativos, los cuales definen el signo temporal e idea que descansa en cada una de ellas.

TRAS EL RASTRO DE LOS PASTORES DE BELÉN

 

LOS PASTORES DE BELÉN EN ESPAÑA

Existe una historia, proveniente de la Edad Media, en la que se cuenta que un caballero del Reino de León, Micael Dominiquiz, estando en Jerusalén defendiendo la ciudad de las tropas musulmanas, encontró en una Torre (Torre del Rebaño) un cofre, el cual tenía en su interior un zurrón, diversos aperos de pastor y restos óseos de tres personas. En el cofre había grabado tres nombres: Josef, Isacio y Jacobo. Hay que aclarar que la Torre de Rebaño era una arquitectura típica de Palestina, pues estaba destinada al refugio de los pastores sacerdotes, para vigilancia de los rebaños, así como lugar de nacimiento de los corderos destinados a ser sacrificados en el Templo.

Este cofre fue traído por este caballero al pueblo de Ledesma, en 1149, según aparece en documentos de la época, siendo depositados en la Iglesia de San Pedro y Santiago. Este templo con el tiempo fue abandonado, y de sus ruinas fue llevado el cofre a la nueva Iglesia de San Pedro y San Fernando, en 1857. Con los años, debido a la despoblación del barrio donde se ubicaba, se cerró al culto, quedando los restos en el olvido.

Los tres pastores fueron reconocidos como los primeros adoradores de Jesús. El fervor hacia ellos, en Ledesma, fue en aumento, alcanzando su máximo apogeo en el siglo XVII, cuando se creó una Hermandad con su nombre. Mas ésta estuvo constituida durante setenta y tres años, siendo disuelta en 1728, y olvidado su culto. En el siglo XVIII se procedió a la apertura del cofre, observando que en el transcurso de los años habían ido desapareciendo partes de la osamenta allí conservada. Por lo que se procedió a una custodia más segura. Pasaron más años y su existencia se fue diluyendo en la memoria.

Existe también otra localidad española que dice conservar la sepultura de estos adoradores, en una iglesia ubicada en Fuenterrabía. Es una arqueta vacía, traída al pueblo en el siglo XIX, la cual fue encontrada en los restos de la Torre del Rebaño por el arqueólogo C. Guarmani, en Belén, quien se la regaló a Antonio Bernal de O`Reilly, cónsul general de Siria y Palestina, que en su retorno la donó a esa iglesia. En esta arqueta figuran los nombre de los tres pastores. Según el profesor Remigio Hernández Morán, en los escritos de Numio Emiliano Dextro se informa que eran tres.

En el 29 de junio de 1970, el farmacéutico madrileño D. Antonio Vega encontró, en ese pueblo leonés, el cofre con los restos, gracias a unos planos antiguos que llegó a sus manos en 1965, haciendo pública su existencia. Pues sí, en Ledesma descansan los tres Pastores de Belén.

Obra de Manuel Ruiz

EXPONE CRISTINA MEGÍA EN CONDES DE GABIA

 

EL TRABAJO DE LA PINTORA

Autora: Cristina Megía. Título: De carne y piedra. Lugar: Palacio de los Condes de Gabia, Granada. Fecha: Hasta el 14 de enero.

¿Qué pretende mostrar Cristina Megía en esta propuesta? Ofrece la artista una exposición rica en formas de expresión plástica, imágenes y temáticas, variada y extensa, sumiendo la mirada en el universo de la Pintura. Son muchos reflejos de brillos estilísticos los presentes en esta muestra, mas si miramos el trasfondo que subyace en su conjunto nos adentramos en la dimensión profunda de la creación artística.

Cristina Megía recorre las formas de la Pintura, abordándolas como figuras de estudio, o recreaciones, extraídas hacia una puesta de escena diferente, en la cual cada pieza toma asiento propio, reflejando la motivación última del Arte, lugar donde el tiempo reposa, obsesión eterna del ser humano, siempre empeñando en romper su imperio, queriendo salvar el momento del pasado, eternizándolo en la imagen, o acaso mostrando otras posibilidades y ensoñaciones, ideales y fantasías, expuestas como vías diferentes para conocer realidades alternativas. Es en fin una exploración de la existencia, abordada como posibilidad por ser ideada, consiguiendo el artista ensanchar el entorno de la realidad interpretada, tangible e intelectual.

La pintora, inmersa en el cúmulo de figuras evocadas, se adentra en paisajes pensados, unas veces descritos con fiel precisión plástica, mostrando la habilidad de su dibujo, el nervio exacto de sus trazos. En otras recrea escenas de serena visión lírica, en espacios de tranquilo discurrir, plasmados en un modo sencillo, donde la percepción de la realidad traducida, en la expresión pictórica, vence a la cotidiana, optando muchas veces por centrar su mirada en la persona, en la tensión intelectual producida entre la percepción interior atemporal y la externa, sometida al ritmo de los instantes. Quiere Cristina Megía describir la forma última de la Pintura, su motivación y esencia, la fuerza de la rememoración. Y lo realiza esta creadora plástica con una obra ágil, directa, ingeniosa y profundo significado estético.

NOCHE DE PAZ E INOCENCIA

 

NOCHE DE PAZ E INOCENCIA

Obra de Manuel Ruiz

T.S. Eliot en su poema “El cultivo del árbol de Navidad ” (1954) decía que: “ Existen diversas actitudes en relación con la Navidad,/ y de alguna de ellas podemos hacer caso omiso:/ la social, la torpe, la manifiestamente comercial,/ la bulliciosa (los bares están abiertos hasta la medianoche),/ y la infantil, que no es la del niño/ para el cual cada vela es una estrella, y el ángel dorado/ desplegando sus alas en la copa del árbol/ no es solamente un adorno, sino un ángel.”

El primer recuerdo de la Navidad es el que prevalece, los años de la niñez, cuando la fantasía es la única explicación posible. El tiempo es perezoso en esa edad, le es difícil a los instantes pasar al siguiente, cuando en el vacío de la estancia fluye multitud de seres y paisajes, proyectados por el pensamiento infantil, tomando forma en los objetos que le rodean, así como también apareciendo como entidades reales en su mundo visual. Es por lo el poeta dice “El niño se maravilla ante el árbol de Navidad:/dejadlo que continúe con ese espíritu de maravilla”

No es sólo el primer recuerdo, sino la suma de todos aquellos de la infancia y juventud, cuando la lógica cultural aún no ha prendido en el pensamiento de la persona, sujetando los sueños. Incluso si no se han tenido esas experiencias felices, envueltas en la magia de los primeros años, la Navidad proyecta su influjo a través de los niños, cuando se les ve felices, al compartir con ellos esos momentos dichosos. También deja su huella las celebraciones con los amigos de juventud, amistad auténtica, que siempre marcará nuestros recuerdos.

Siempre permanecerá la luz de la Navidad en las vidas de los adultos, llenando de nostalgia sus horas de celebración, alimentando su llama en esos días, reviviendo historias, momentos, seres desaparecidos, envolviendo el recuerdo de sensaciones gozosas, dando igual si se está sólo o acompañado, en esa Noche de Paz, tranquilo con las rememoraciones que el pensamiento sugiere, aspirando el aroma de aquellas vivencias que la imaginación nos traslada al presente. El poeta lo explica muy bien: que esos días “no sean olvidados en las experiencias posteriores,/ En la fastidiosa rutina, la fatiga, el tedio, / el conocimiento de la muerte, la conciencia del fracaso,/o en la piedad del converso”

Llega la Navidad, tiempo de fantasía y buenas intenciones, cuando la mirada inocente asoma en el recuerdo, ajenos a los duendes que quieren entristecer la fiesta, pues no es la rutina, ni el pretexto de pasarlo bien quien preside el momento, sino el renacimiento de la persona a través de su mirada infantil.

EXPONE DESIDERIO DELGADO EN LA GALERÍA ANSORENA

 

CAMBIO Y PERMANENCIA EN EL JARDÍN

Autor: Desiderio Delgado. Título: El reflejo del silencio. Lugar: Galería Ansorena, Madrid. Fecha: Hasta el 5 de enero.

Desiderio Delgado aborda una pintura de gran exuberancia visual, poderoso cromatismo, fidelidad de la imagen real, brillo constante en la escena, esplendor permanente, en su reproducción de la realidad visible, mas aparecen sus cuadros teñidos desde un pensamiento plástico, ya que el color marca su impronta en la imagen reflejada, pues añade la ceguera de la retina anegada de luminosidad, la emoción del instante liberado de su ritmo cadencioso, la experiencia sentida por la soledad del intimismo trascendente. Es una experiencia propicia la expuesta por el artista, pues sirve de pretexto para organizar la idea que fundamenta la representación en su obra. En ella aparece tiempo y lugar, cambio y permanencia, siendo la vegetación en sus piezas producto de su encuentro. Siempre el agua está presente, como cambio visible, tránsito y trasformación, estando en ella reflejada la realidad toda, cambiante y desecha, sugerente y misteriosa, testigo del cielo que promete una realidad perfecta, en el mundo defectuoso en el cual transcurre nuestra existencia.

Desiderio Delgado resuelve con precisión y hábil elegancia este conjunto de propuestas, mediante la luz reflejada en las distintas formas del agua, cristal mutante por las ráfagas luminosas que desvelan otras figuraciones de lo visible, en las que desprenden destellos de otras posibilidades de dimensiones existenciales mágicas. Es la obra de este pintor una producción de sólida presencia estética, sosegada contemplación, reflexión sobre la inconsistencia de la imagen y vía de entrada hacia los sueños que la realidad encierra. Sólo basta encontrar el momento idóneo, muy adecuado en los jardines de rincones perdidos, sumidos en el murmullo anodino del agua que transcurre. Traduce el artista esta visión en una serena experiencia de calidad compositiva.