domingo, 1 de diciembre de 2024

ALEJANDRO GORAFE Y SU RECUERDO

 

ALEJANDRO GORAFE: SÍMBOLO QUE NO AGOTA SU RECUERDO




Era una tarde suave de otoño, tiempo extraño a finales de noviembre, y en la galería Arrabal y Cía se inauguraba la exposición de Mercedes Castro. Aunque era la hora señalada de su comienzo, unos imprevistos surgidos retrasaban el inicio de la presentación del evento. Todo eran prisas, ajetreo, movimiento de los organizadores, mientras, Alejandro permanecía en medio de la Sala, dirigiendo, calmando los nervios de los colaboradores en la instalación, tranquilo, controlando con su sonrisa, y presencia, toda la actividad desarrollada en el espacio expositivo.
Al verlo, entré en el lugar de ese ajetreo, nos saludamos con efusividad, hace años que nos conocíamos, pues ya son muchas las reseñas que he realizado sobre su obra, así como de las expuestas en su galería.
Fue en 1997, creo recordar, cuando nos conocimos en la desaparecida galería granadina Arte Directo, situada en la calle Portón de Tejeiro. Pasaron los años y nos reencontramos en su exposición en Sandunga. A partir de 2011 realicé un seguimiento más estrecho de su producción plástica, a través de mis críticas y visitas a sus instalaciones.
Siempre sorprendía, mostrando un amplio registro de posibilidades en sus producciones artísticas, jugando con la plasticidad de la expresión de materiales diversos, incluyendo a los autores y espectadores en ellas a veces, logrando composiciones dinámicas, que evolucionaban según el dictado de la sucesión de los momentos. En su galería había libertad expositiva, impulso de la cantidad compositiva propuesta, de cuya multiplicidad, en la búsqueda azarosa de piezas singulares, siempre resultaban conclusiones interesantes. De esa experiencia acumulada, se extraían ideas compositivas, de las cuales obtenía destellos plásticos para dotar de significado, y calidad, las producciones artísticas. De esas fiestas de arte lúdico, arte por el arte, disfrute sensitivo estético, realizadas en esa galería, muchos artista cosechaban ideas innovadoras que reflejaban en sus obras. Y el gran director de escena, impulsor de la innovación plástica andaluza, era Alejandro Gorafe. Genio creativo, incesante devorador de situaciones estéticas, que transformaba en composiciones de amplia calidad expositiva. Soñaba, investigaba, comunicaba y originaba arte, para sí mismo e influyendo en otros compañeros de la vanguardia artística granadina.
Esa tarde estuvimos hablando largo rato, como siempre de Arte y exposiciones, de amigos artistas y anécdotas, pero al final terminamos charlando sobre su proyecto futuro. Me comentó que iba a exponer en Málaga, el próximo febrero. Me enseñó un par de fotografías de las piezas que iba a proponer en esa ciudad. El diálogo se perdió por los derroteros de la búsqueda de la representación del vacío, de la influencia de la materia, la tensión de sus estructuras, y la vibración sentida por el espectador, que llenaba su espacio circundante, infiriendo pulso al interior de la nada percibida. Así es como definí su obra proyectada. Volvía a trabajar el alambre, de forma esencial sin complicaciones observadas, solo nudos y proyecciones en el espacio, acumulando el vacío en su seno, el cual abandonaba su inexistencia para convertirse en temblor visual presentido, palpado por la mirada, conformando figuras conceptuales, gracias a la influencia de la tensión de las formas, y la acotación del vacío, contenidas en sus piezas. Alejandro Gorafe estaba muy ilusionado con esta muestra próxima.
Nos despedimos hasta recibir fotografías de todo el conjunto. Mas todo quedó en ese momento. Alejandro se fue, hacia otras dimensiones más amplias donde desarrollar sin límites su intensidad creativa. Nos ha dejado el recuerdo, su bondad, amistad, ingenio, y sobre todo su grandeza personal y artística. Alejandro Gorafe representa, en la historia del Arte contemporáneo, un símbolo de la vanguardia que no agota su brillo novedoso. Descansa en paz amigo.

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