CANTÓN CHECA
Lugar:
Patio de Luces de la Diputación de Almería. Hasta el 27 de octubre.
Miguel
Cantón Checa (Almería 1928-2004) fue un pintor de obra prolífica,
miembro del movimiento indaliano, desde el cual fue desarrollando su
propio camino creativo, marcando un estilo personal, lo que no le
supuso abandonar las señas características de sus orígenes, sino
que lo convirtió en unos de los representantes más genuinos de ese
movimiento.
En
la pintura de Cantón Checa la tierra y el cielo siempre están
presentes. Ocres, naranjas y azulados veteados, conforman la
estructura de sus piezas, en los que encaja rudas edificaciones,
refugios protectores de sus habitantes, gentes sencillas, arraigadas
en el entorno, que transcurren en sus sombras, como fantasmas,
siluetas pasajeras que los días devoran hasta su extinción, siendo
las fachadas testigos de sus emociones, deseos y frustraciones, mas
eran felices, y aceptaban la realidad humilde, en su resignación de
la existencia. Las huellas del deterioro del ciclo de las horas
aparecen como ruinas de la memoria, en sus paredes de restos
encalados. En ellas es donde se organiza el ritmo interno de las
composiciones. Cuando bulle la vida las gentes aparecen fluyendo en
el entorno, ajenas a todo, las fachadas encaladas, de construcciones
simples y geometría sometida a la imperfección de la recta, hundida
en el color, donde el azulado se refleja, conteniendo la luz que
circula, reverbera, estalla y ciega, ocupando en su marejada los
resecos campos agrestes, presa del viento, en la soledad perenne,
lugar donde la vista no se distrae, percibiendo el baile de las
ánimas. Cuando la ruina del recuerdo se hace patente, el ocre devora
el antiguo albor, impregnándose en las superficies; vacío y olvido
es la sensación imperante, y en medio los habitantes que como
duendes desfilan en sus espacios.
Otras
veces presenta como espejismos terrenos cultivados, bancales cuyos
trazos son más bien arañazos hechos al terreno, en la lucha
constante por arrancar algún fruto de sus entrañas. Son campos
ondulados, sometidos al peso de la aridez del clima, expuestos como
una estampa delicada en peligro de ser deshecha.
La
tierra es reflejada rugosa en sus cuadros, plegada, áspera, con
moles poderosas, gigantes dormidos que advierten de su fuerza.
La
pintura de Cantón Checa es recia, sometida a colores vigorosos que
se difuminan en el vacío del paisaje, envuelto en claridades
gastadas, que reproducen el ambiente neblinoso de las vendavales
inclementes. Este pintor desarrolló, en cada una de sus obras, un
relato limpio, preciso y sobrio.
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