AZUL Y ROJO
Autor: José Guerrero. Título: Canción del color. Lugar:
Auditorio Manuel de Falla.
El
Auditorio Manuel de Falla muestra dos obras depositadas de la Colección del
Centro José Guerrero.
Azul profundo, azul intenso, poderoso océano inmenso e
inabarcable, frescor a la mirada, así es el color que expresa las obras de José Guerrero. Las piezas de este maestro
poseen un lenguaje sensitivo rotundo, que satura el entendimiento, rompe el
intelecto y convierte al espectador en presa fácil de sus abrazos cromáticos.
José
Guerrero sublimó su pintura en el color, en sus variantes, declinaciones, giros
y marejadas. La realidad sólo es eso, color , impronta en el recuerdo que
diluye las formas, las esfuma, para quedar las emociones impresas en la
memoria, en forma de tonos visuales.
Esta imagen energética es el reflejo que surgirá en todo su recorrido vital,
atrayendo impresiones de la edad de la inocencia. El azul es frescor,
profundidad de sueños, horizonte de esperanza. Mas el pintor lo opone con el
rojo, para generar una contraste rotundo que rompe la monotonía de la imagen,
siendo esta confrontación cromática motivo de vibración interna en el cuadro,
que resuena en el entendimiento del espectador. Más aún, desequilibra el dialogo
entre el azulado y rojo granate con la huella oscura, signo de la
extinción, señal del abismo, que
intenta devorar la pieza toda. Se produce un temblor en la escena representada
que atrae la atención, recupera recuerdos, ahonda en la niñez, y caduca su existencia.
Es una biografía pintada sin formas ni figuras, trazada mediante una paleta de
colores simples, heterogénea, precisa y
alejada de la idea homogénea, señalando el pulso del artista, que guía
el pincel depositando su fuerza, porción de vida.
Otra
explicación académica sobra, que si el estilo, o el concepto que quería
representar... sobran, sólo queda la
emoción del pintor postrado ante la mística del color, de su influjo y
luminosidad, que arrebata y seduce, a través del cual describe el cúmulo de
sensaciones que le impulsaron a derramar su paleta en el blanco del lienzo.
José
Guerrero transforma la realidad, reduciéndola en ritmo de colores,
conformando un canto coral de tonos
varios de cromatismo limitado.
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