LOS PAISAJES DE G. CERVANTES
Autor:
Ginés Cervantes. Título: Paisajes. Lugar: Teatro Villa de
Huércal-Overa. Fecha: Hasta el 27 de abril.
La
mano del pintor enseña su experiencia, y dominio, en las obras que
ofrece. Ginés Cervantes, referente de la Pintura almeriense, explora
los campos de posibilidades plásticas, en su obra última. En esta
ocasión, ahonda en el inmenso universo del cromatismo, en sus
veladuras espesas, para salir de estas y postrarse ante el esplendor
dorado, el verde intenso, el azul frágil, leve tono que transmite el
presentimiento de plenitud y éxtasis.
En
sus cuadros observamos extensiones de color, franjas organizadas que
definen el paisaje aprehendido, bajo un cielo en ebullición,
torbellino constante en el ambiente. A veces rompe este orden la roca
descarnada, la palmera indolente, la soledad de la desolación,
páramos sometidos a la dureza del clima. Árboles que aparecen
resistentes, descarnados, retadores a las mordidas del clima, siempre
buscando la evasión de la costra reseca. Y el Sol, genio presente en
el escenario que define esta tierra, poderoso, hiriente, vivificante,
rojo incandescente, sumida la vista en un mar de turbiedades que el
ambiente presenta, sometiendo los caminos, acompañados de pitas, en
reflejos de otras estancias posibles, infinitud, tedio, permanencia y
evasión hacia diversas realidades. Cuando pinta el mar, la
encrespada superficie acuosa refleja, y recoge, la turbidez y
efervescencia de la calima, el furor de los cielos, la bravura de la
imagen. Encuentra el artista, en su deambular por el paisaje,
espejismos dorados, relatos de otras realidades, donde la vegetación
muestra su esplendor. Los verdes explotan, un suave aroma dorado
atraviesa los cielos para depositarse en el oasis encontrado, ¿o tan
solo es un espejismo? En esta propuesta, encontramos la huella de la
fantasía que existe en campos y oquedades, en las sombras y
arboledas, destellos en el trayecto, que el artista descubre. Recrea
Ginés Cervantes su mirada en el Cabo de Gata, eterna sorpresa de
fantasías luminosas, senderos perdidos, murmullo permanente del mar
y viento, gozo continuo que empapa la soledad de la persona sumida en
el entorno.
El
color desborda la obra de Ginés Cervantes, como marea espesa,
henchida de fuerza radiante, convertido en el rastro dejado por la
impresión causada ante la visualización del paisaje. Condensa su
significado en una representación cromática ordenada, que escapa de
la abstracción, para ir más allá de la figuración, pues plasma
sentimientos vitales, la energía del ambiente, la autenticidad de la
vida. Ginés Cervantes pinta con libertad, maestría y genio.
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