DIEGO BONILLO Y SU PINTURA
El pintor aborda la extensión del
cuadro con furia, queriendo romper el recuerdo, la huella de la
memoria que encadena el futuro, para transformarlo en un extenso
campo de libertad, espacio de búsqueda en el que el fondo del color
promete realidades infinitas, campos sinuosos de siluetas sugeridas,
mares de cromatismo feliz, que insinúa múltiples sensaciones,
evanescencias de la conciencia hacia territorios ajenos a la
contingencia. Rómpase la memoria y contemplemos el futuro imaginado,
parece decirnos el artista.
Diego Bonillo, Huércal-Overa 1954,
posee una gran fuerza expresiva reflejada en sus composiciones,
construyendo relatos de compleja estructura y riqueza narrativa,
gracias a la variedad de materiales utilizados en sus obras de
técnica mixta. Su vocabulario expositivo es rico, variado, diluyendo
la realidad de la figura en sinuosas apariencias que se desvanecen en
el seno del color imperante, sin estridencias ni destellos rompedores
del sosiego dominante en el cuadro. Quiere elaborar el pintor un
trabajo plástico donde la forma de la rememoración, definida con el
detalle, se difumine y convierta en sensación, flujo de los sentidos
suave y envolvente, que no por ello esconde el ímpetu depositado por
el autor, pues el temblor de la obra se percibe en el fondo sublime
que sostiene su trabajo plástico.
Es poderoso su influjo, atrae y atrapa
la mirada, sumergiéndola en su aventura exploratoria, sometida al
traqueteo de los impulsos impregnados por el autor, traspasada la
puerta serena de la faz tranquila de los tonos, que como neblina
oculta la realidad verdadera.
Consigue este creador plástico
construir una propuesta inteligente, en la que presiona la densidad
de ideas y perfiles insinuantes, interpretados como texto sensitivo
de un poema barroco, en cuyos giros y encadenamientos estalla el
resplandor del pensamiento florecido.
La producción artística de Diego
Bonillo es el resultado de su larga experiencia pictórica,
cristalizada en piezas de intensidad expresiva que se funde en una
ingeniosa visualización ambivalente, en la que se yuxtaponen de
forma cíclica placidez y caos, tiempo y eternidad, unidos por una
lírica brumosa que incorpora magia en el conjunto plasmado en cada
pieza.
Este artista es además un
dinamizador, desde su ciudad de nacimiento, de las Artes Plásticas
almerienses. Supera la mirada de la luz y el paisaje descarnado, sea
real o abstracta, para convertirla en entidad plástica intelectual
transcrita en un cuadro. Sólo un maestro sabe hacerlo así.
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