SERENO
EJERCICIO DE HABILIDAD PLÁSTICA
Autor:
Carlos Morago. Lugar: Galería Haurie, Sevilla. Fecha: Hasta el 11 de
mayo de 2024.
Es
la obra de Carlos Morago un sereno ejercicio de habilidad plástica,
en el que el pintor plasma un mundo equilibrado, tranquilo,
silencioso, sometido a la razón geométrica, espacios donde la luz
transita entre sus rincones, en los que resuenan los ecos ocultos del
vacío. Lo expresa el artista con plenitud pictórica, rotundidad en
la imagen, que se suaviza inmersa en la tenue claridad que inunda la
escena. En ese contexto, es en los huecos ajenos al influjo luminoso,
donde se palpa el rumor del ambiente, efecto inducido por la
percepción de los espacios habitados, que gracias al juego
psicológico definido por el pintor, presume el observador vida en
él, rastros de su presencia difuminada en el tiempo; puede que
permanezcan, aunque no son percibidos en el instante real de la
mirada.
Quizá,
intuye el observador, se encuentran los moradores tras las ventanas,
viviendo su existencia ajena al devenir de los ojos intrusos, que
invaden el espacio interior de la pieza. Consigue Carlos Morago
generar con la luz un ambiente que dota de vida a la obra, le infiere
cualidad, historias pensadas incorporadas por quien las contempla. La
claridad marca el ritmo, incorpora al espectador en su trabajo
plástico.
En
otras piezas, centra su atención en la repetición caprichosa de
formas alejadas de la geometría, estructuración simétrica natural,
ajenas de rectas y ángulos, sometidas a la curvatura y aleatoriedad
de los perfiles. La flor encierra en sí la razón y el sueño
desbordante del exceso libre, la belleza y el misterio, la fantasía
luminosa que perdura en la memoria con la inconsistencia de la
permanencia. Contiene en sí los sueños y realidades de la realidad
humana. El pintor lo transcribe en sus piezas, conjuntando, con las
producciones anteriores, una instalación en la que se quiebra la
linealidad del hilo conductor, ofreciendo el sobresalto en su obra,
cuando es revelada la esencia verdadera de la existencia, en el sueño
deslizado de su contemplación
Siempre
sorprende Carlos Morago.
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