JAZZ EN LA NOCHE
Autor:
Antonio Jesús García. Título: Jazz
en la piel. Lugar: Museo de Arte “Doña Pakyta”. Fecha: Hasta el
5 de septiembre.
Es una noche empapada de humedad, en
el silencio de las calles transcurre la monotonía tediosa de una
velada solitaria. Pero surge la sorpresa, cuando tras la puerta se
percibe el denso ambiente que llena la estancia toda. En el espacio
que hace de escenario, un grupo de músicos rompe el murmullo
reinante, apagándolo con las notas primeras, que aparecen
ascendentes, quebrándose en su recorrido, para tomar fuerza, cuando
la percusión lo sostiene suavemente, en un ritmo penetrante, como
una pulsación que se acelera arrítmicamante para retomar el compás
de nuevo. Suena el saxo, el piano lo envuelve, y el contrabajo,
junto a la guitarra, le insufla aliento, nervio interno que actúa
como alma sensitiva de la composición sonora.
La música de jazz toma asiento en
esas horas de la madrugada, atrapando con su ritmo las emociones de
los allí presentes, puestas a flor de piel cuando en sus giros, e
inflexiones, hace estallar destellos de sorpresa en los sentimientos,
compartiendo un estado especial, embarcados en la marea imprevista
de la melodía. Cada instrumento toma cuerpo, fundido con el resto,
para conformar un ondulante sonido azaroso, dirigido por bellas
sensaciones que exaltan la melancólica intimidad de los momentos
soñados. Es una vibración de brillos divergentes, que construyen un
cuerpo único percibido, el cual conecta con el latido vital de los
espectadores, acompasándolo a su ritmo. Es emoción en estado puro.
Hay que estar inmerso en esta
atmósfera para poder captar más allá de lo que la imagen enseña,
además de poseer el suficiente sentido artístico, para conseguir
plasmar al músico dominado por el flujo melódico emanado hacia su
conjunción con el resto. La maestría de la mirada de Antonio Jesús
García lo consigue, logrando descifrar el signo de la nota musical
en el gesto del intérprete, según su compostura, luces y sombras
que lo arropan, más el momento mágico, cuya explicación es
imposible realizarla con palabras, solo se expresa mediante la imagen
fugaz, hábilmente retenida en la instantánea de la mirada oportuna
de la cámara.
Antonio Jesús García convierte la
imagen en relato visual, extenso en ideas y sensaciones, ritmo
resumido en un momento impreso, que se desarrolla cuando es
observado, compartiendo la experiencia de aquella noche en el
destello temporal congelado. Solamente una intuición artística
puede captarlo, y relatarlo, tan diáfanamente, a partir del reflejo
pasajero, el cual, desde su limitación de instantánea única, se
abrirá en la comprensión del observador.
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