jueves, 3 de noviembre de 2022

ANNA EVA BERGMAN Y SU OBRA

 

UNA NORUEGA EN CARBONERAS


Anna Eva Bergman, 1909 - 1987, fue una artista noruega muy singular, pues dentro de su aventura en el mundo de la abstracción desarrolló una visión original de amplio impacto visual.
En los años cuarenta evolucionó hacia los espacios de la subjetividad en la representación de la imagen, explorando su esencia para construir un vocabulario plástico propio, con el cual describir la impresión grabada en el recuerdo del paisaje. Éste era su tema favorito, la Naturaleza descarnada, abrupta y sometida a la dureza de las inclemencias junto a la presencia del mar, definido por su horizonte. Sobre ese campo de acción aplicaba un lenguaje de colores inicialmente contenidos, los cuales fue condensando hasta explotar en destellos luminosos, antesala de lo extraordinario. Su obra hasta los cincuenta, del siglo pasado, se encuadraba en las vanguardias abstractas formales de su época. En su giro estilístico inició una técnica nueva, en la que expresó sus composiciones en chapas metálicas de aluminio, cobre, plata o con pan de oro.
El paisaje tormentoso, duro, rocoso, sometido al hielo, atrapó su interés, queriendo transcribir su esencia, la impresión que su encuentro grababa en el recuerdo. Fiordos, rocas batidas por el viento, e iceberg, fueron el tema principal en sus producciones, mas en sus viajes descubrió el Mediterráneo, el sol ardiente, desgarrador, que anegó su mirada, traspasando la oscuridad de su recuerdo, quedando atrapada en su mar de luz, que se batía constantemente contra el poderoso azul marino. Fue tal la revelación luminosa, gozada por esta artista, que decidió quedarse un tiempo residiendo, junto con su marido también pintor, en la provincia de Almería, en Carboneras. Es en los sesenta cuando inició esta nueva etapa, encajando perfectamente la técnica plástica que había comenzado. La plata, el cobre, y sobre todo el oro, tomaron mayor sentido, pues supo con ellos transcribir las claridades del Sur, el fulgor de su triunfo, el profundo azul sometido al peso de la luz, siempre dividido por el horizonte.
Anna Eva Bergman fue una enamorada de España, pues no se limitó a vivir sólo en Carboneras, ni en recorrer sus alrededores, sino que se internó en el corazón de Castilla, en la que pintó la rudeza de sus campos, el sol hiriente que los recorría, la eternidad de sus piedras.
En estos días, obras surgidas de su estancia en España, entre otras, se están exponiendo en la Galería Perrotin, de Nueva York. Algunas personas de Carboneras aún recordarán a esta pintora.































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