UNA
NORUEGA EN CARBONERAS
Anna
Eva Bergman, 1909 - 1987, fue una artista noruega muy singular, pues
dentro de su aventura en el mundo de la abstracción desarrolló una
visión original de amplio impacto visual.
En
los años cuarenta evolucionó hacia los espacios de la subjetividad
en la representación de la imagen, explorando su esencia para
construir un vocabulario plástico propio, con el cual describir la
impresión grabada en el recuerdo del paisaje. Éste era su tema
favorito, la Naturaleza descarnada, abrupta y sometida a la dureza de
las inclemencias junto a la presencia del mar, definido por su
horizonte. Sobre ese campo de acción aplicaba un lenguaje de colores
inicialmente contenidos, los cuales fue condensando hasta explotar en
destellos luminosos, antesala de lo extraordinario. Su obra hasta los
cincuenta, del siglo pasado, se encuadraba en las vanguardias
abstractas formales de su época. En su giro estilístico inició una
técnica nueva, en la que expresó sus composiciones en chapas
metálicas de aluminio, cobre, plata o con pan de oro.
El
paisaje tormentoso, duro, rocoso, sometido al hielo, atrapó su
interés, queriendo transcribir su esencia, la impresión que su
encuentro grababa en el recuerdo. Fiordos, rocas batidas por el
viento, e iceberg, fueron el tema principal en sus producciones, mas
en sus viajes descubrió el Mediterráneo, el sol ardiente,
desgarrador, que anegó su mirada, traspasando la oscuridad de su
recuerdo, quedando atrapada en su mar de luz, que se batía
constantemente contra el poderoso azul marino. Fue tal la revelación
luminosa, gozada por esta artista, que decidió quedarse un tiempo
residiendo, junto con su marido también pintor, en la provincia de
Almería, en Carboneras. Es en los sesenta cuando inició esta nueva
etapa, encajando perfectamente la técnica plástica que había
comenzado. La plata, el cobre, y sobre todo el oro, tomaron mayor
sentido, pues supo con ellos transcribir las claridades del Sur, el
fulgor de su triunfo, el profundo azul sometido al peso de la luz,
siempre dividido por el horizonte.
Anna
Eva Bergman fue una enamorada de España, pues no se limitó a vivir
sólo en Carboneras, ni en recorrer sus alrededores, sino que se
internó en el corazón de Castilla, en la que pintó la rudeza de
sus campos, el sol hiriente que los recorría, la eternidad de sus
piedras.
En
estos días, obras surgidas de su estancia en España, entre otras,
se están exponiendo en la Galería Perrotin, de Nueva York. Algunas
personas de Carboneras aún recordarán a esta pintora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario