LA LEVEDAD DE LA LUZ
Autor: Ángel Zabala. Lugar: Galería
Añil, Mojácar. Fecha: Hasta el 30 de septiembre.
La imagen se deshace en las piezas de
Ángel Zabala (Murcia, 1976) quedando el rastro fugaz de los
transeúntes, sus volúmenes presentidos, manchas que fluyen en el
espacio urbano. La geometría de la arquitectura de la ciudad se
disuelve en un espacio de luz difusa, quedando líneas sueltas en el
recuerdo, cuya ordenación se recompone en la memoria para organizar
el paisaje de calles y casas, como una estampa flotante en la tenue
luminosidad, suave y sin origen, bruma cegadora que inunda el
ambiente.
La obra de este pintor posee ligereza
visual, atemporalidad en la acción, ritmo suave que reproduce las
horas intrascendentes de las rutinas cotidianas. Plasma este creador
plástico el ambiente del sur, la alegría latente en su entorno,
expresada como resplandor impreciso que se superpone a la luminosidad
del paisaje. Extrae la esencia de la imagen, mostrando las
sensaciones grabadas en la memoria, impresas como tímida huella en
el cuadro. Las piezas poseen un movimiento de tranquila ondulación,
expresando la estancia feliz de los momentos ajenos a la realidad,
rumor mágico que envuelve la escena toda.
Angel Zabala propone un trabajo de
sutil contemplación, donde el espectador se interna en el resplandor
contenido en sus lienzos, uniéndose al trayecto sin fin de las
personas que ocultan su anonimato en las manchas dispersas. A pesar
de ello cada una es portadora de una existencia que suscita interés.
Sea por el tono incorporado o por el toque de la pincelada, según su
espesor o nervio reflejado, hace desatar en la imaginación una
corriente de ideas, e impresiones, que dota de vida privada a cada
una de ellas, aparentemente perdidas en sus quehaceres
insustanciales. Quizá sea la proyección de historias propias de
cada observador, donde la fantasía ejerce su presencia. Mas esta
sensación se ve superada por la vida aparente descrita en sus
piezas, impulso continuo que se reproduce sin fin, dando fuerza y
genio a sus composiciones. La habilidad del lenguaje pictórico del
artista consigue este efecto, y ahí está su mérito, en construir
un relato que no se extingue nunca, organizado con rasgos imprecisos,
desvaídos, en unos trazos desenvueltos con energía que se disuelve
en el espacio circundante. Se amolda al estado anímico de la mirada,
a la luz de las horas, al paso de los días, reiniciando las
historias interrumpidas en su interior, para descubrir nuevos
derroteros en los que descansar la imaginación.
Es un conjunto de levedad impresa y
apariencia sencilla, que atrae al ser contemplado.
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