EL AROMA DE LA ELEGANCIA
La obra de Georges Mathieu, 1921.2012,
se expone en estos días, hasta el 23 de octubre, en la galería
PerrotIn, de Nueva York.
Las piezas allí presentes nos
muestran un trabajo de gran ímpetu visual, que emerge de la
profundidad del lienzo para autodefinirse y sentar su propio
territorio. Una veces aparecen espesas de trazos y formas
superpuestas, colores acoplados con tino sensitivo, generando
paisajes imposibles, densos espacios donde navega la irracionalidad
oculta en el pensamiento. En otras, libera la superficie de aderezos
innecesarios para dejar constancia de la mancha oportuna, la grafía
mágica, cuyo significado encierra el nombre de lo imposible, en una
conjunción equilibrada, palpitante, que rompe la lógica visual para
adentrar al observador en los vericuetos de la fantasía.
El trayecto creador seguido por
Georges Mathieu no se circunscribía en el sendero señalado, el
camino pensado, sino que atravesaba la trayectoria creativa rompedora
de la reflexión racional, para liberarse de sus ataduras y
descubrir, como una experiencia de tipo zen fuera, imágenes desde
otras dimensiones del pensamiento, no aceptadas por la lógica que lo
estructura, rompiendo las ataduras del concepto imposible.
Georges Mathieu entraba en trance en
el momento de iniciar la composición de la pieza, emergiendo del
subconsciente las formas y grafías plasmadas en sus cuadros. Este
pintor dominaba la técnica del dibujo, el sentido del color, y
gracias a ello pudo descubrir la belleza que encierra el caos ilógico
del subconsciente, expresado con ritmo lírico, oportunidad en el
trazo, en los gestos estéticos precisos, armónicos, como si fuera
la transcripción sensitiva de una melodía brillante, que se ofrece
para ser captada al contemplarla. La elegancia deja su aroma en
producción plástica de este genial pintor.
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