EL ÁNIMA DE LA PINTURA
Autora: María Luisa de Mendoza. Título: Arquitecturas dormidas. Lugar: Galería Kreisler, Madrid. Fecha: Hasta el 15 de octubre.
Geometría ordenada en el espacio, en un universo frío y silencioso, ajeno al tiempo en la soledad de los sueños. Esta es la primera impresión ante la obra de María Luisa de Mendoza en su exposición última. Aparece ésta como la esencia visual que soporta la arquitectura de la ciudad moderna.
Si nos fijamos, nuestro entorno es un conjunto de rectas y ángulos, círculos, semicírculos, conos, pirámides, cuadrados… que se repiten sin cesar, estando desnudos de adornos recargados y de trayectorias retorcidas, según es cada vez más reciente su construcción, aunque siempre ha persistido el orden racional geométrico en el esqueleto esquemático de la arquitectura urbana. El ser humano intenta domar el territorio con su lógica, estableciendo un orden y disposición.
María Luisa de Mendoza juega con este concepto construyendo obras de naturaleza constructivista, expresadas como organización urbana. Envuelve su trabajo de fondos, que nuestra comprensión quiere que sean cielos, los cuales desarrollan el ritmo anímico de la comprensión de las piezas. Unas veces reflexiona sobre la luz y las formas, el cambio de las horas, el tiempo y la eternidad. En otras, ahonda en el mundo de la fantasía, navegando por campos etéreos libres de gravedad, conjugando movimiento y reposo, cambio o permanencia. Son tensiones que incorporan pulso en sus composiciones, vitalidad presentida, fuerza que vence la levedad de la mirada tranquila.
Se percibe la huella del morador, pero este es esquivo, salvo cuando aparece su sombra o el signo de su presencia: el humo. La transformación del entorno es su señal, pero también, a veces, se percibe como tránsito de existencias evaporadas que se desvanecen en el vacío. Todo es fugaz, persistiendo la impronta de nuestra presencia. Y tras estas reflexiones emerge de nuevo el cosmos geométrico de su trabajo plástico.
El conjunto mostrado por esta pintora contiene el ánima interna de la Pintura clásica, traspasada por la vanguardia y expresada como sutil propuesta de elegancia e inteligencia impresa.
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