viernes, 30 de abril de 2021

MARÍA JOSÉ CANO EXPONE EN EL CALC DE GRANADA


EL YO Y EL RECUERDO


Autora: María José Cano. Título: Wabi Sabi. Lugar: CALC de Granada. Fecha: Hasta el 3 de mayo.

Describe la pintora las emociones mediante una conjunción de colores, organizados de forma pautada, pese a lo cual aparecen vibrantes en el cuadro. Para ello no basta el cromatismo estructurado como lenguaje visual, sino que incorpora texturas que rompen la homogeneidad de la superficie, creando una variabilidad de la luminosidad reflejada, según el ángulo de observación, o la luz irradiada.

María José Cano posee una larga trayectoria en la expresión plástica, centrada en la figuración abstracta. A ella sólo le interesa relatar sentimientos, evocaciones transformadas en sensaciones, o los estados anímicos del momento. Se deja la artista arrastrar por ellos, dejando impresas en sus piezas las vivencias sensitivas, como un relato gráfico en el cual estas ideas, imposibles expresar en el lenguaje escrito, son expuestas con un vocabulario cromático, cuando la tonalidad grave se transforma en tonos pesados, azules, rojos o de gama más oscura, y si es agudo dispone de la paleta de colores claros, verdosos, amarillos, dorados refulgentes. Es una transposición sinestésica la realizada por la pintora, consiguiendo obras que conectan con la mirada, seduciendo el subconsciente del observador, pues le hace compartir el mundo intangible liberado de la materia, donde el tiempo no existe, solo el yo y el recuerdo.

No consigue María José Cano este efecto sólo por el cromatismo utilizado, sino gracias a la acertada selección que hace de éste en el momento oportuno, así como de su engarzamiento armónico, donde se produce una transición rítmica, y sinérgica entre sí. Conoce el lenguaje del color, y posee una inteligencia compositiva de gran sensibilidad, gracias a lo cual elabora un trabajo pictórico de buen tono artístico.























miércoles, 28 de abril de 2021

CONFLICTIVIDAD ESCOLAR


Un gran volumen de conductas contra la convivencia escolar, consideradas graves, son debidas a un número muy reducido de alumnos.

Se observa que estos alumnos en su inmensa mayoría han repetido alguna vez, predominando los matriculados en ESO, principalmente en primero y segundo. Muchos tienen suspensas hasta dos, o tres materias, de dos cursos inferiores. La mayoría han recibido una atención educativa inadecuada, y algunos son de incorporación tardía en el Sistema educativo; bastantes poseen problemas emocionales y psicológicos no tratados adecuadamente, y es frecuente que procedan de entornos deprimidos económica y culturalmente, o de minorías étnicas no integradas.

Estos alumnos, debido a un fracaso escolar continuado, no encuentran atractivo el Colegio o IES, pues saben que lo que hagan no servirá para nada. Ocurre con frecuencia que la sensibilidad cultural, y científica, que se les quiere transmitir es ajena a las aspiraciones existentes en su contexto de pertenencia. Se les ofrece una educación en la cual han de reproducir pautas comunes, sin sentido aparente para ellos, enfocada además hacia estudios superiores, y estructurada muchas veces, aunque las formas digan lo contrario, según un itinerario oculto repleto de listones selectivos que superar.

Este tipo de alumnado, cuando alcanza la pubertad, y más en la adolescencia, muestra rechazo hacia el estudio y una disrupción continuada de la actividad docente. Con el tiempo abandonan su formación académica.

La respuesta hacia este alumnado no ha de ser sólo sancionadora, sino preferentemente educativa, tutorial, y psicopedagógica, o si es necesario con la intervención de los servicios sociales y fiscalía sobre las familias. No hay que expulsar del Centro a estos alumnos, pues se agravaría más el problema, sino que se ha de trabajar con ellos en grupos reducidos, o de forma individual, para mejorar sus carencias académicas, mediante planes personales de recuperación sobre conocimientos no adquiridos, haciendo que el alumno progrese, abordando los problemas de tipo psicosocial, o de dificultad de aprendizaje, trabajando con ellos profesores, especialistas, orientadores y, si es necesario, servicios externos. La actuación de los educadores, y asistentes sociales, es importante.

Cuando la atención a la diversidad es deficiente, e incluso inexistente, es cuando surgen este tipo de alumnos, fracaso y mayor conflictividad escolar.


martes, 27 de abril de 2021

UN PINTOR OLVIDADO DE GRANADA


LA LUZ OCULTA LAS TINIEBLAS


Luis Ricardo Falero de Candelarese (Granada 1851-Londres1896) fue un pintor reconocido en Inglaterra, pero en esta tierra olvidado. Pudiera ser por su temática, de signo erótico tachado en esa época como casi pornográfico, o también debido a su labor, casi exclusiva, centrada en Londres.

Procedía de una familia adinerada de Granada y poseía el título de Duque de Labranzano. Inicialmente su educación fue dirigida hacia la carrera militar en la Armada, pero su interés miraba hacia otros derroteros, siendo la ingeniería y el arte las facetas en las que desarrolló su vida profesional. Como científico destacó en el campo de la electricidad, siendo uno de los impulsores de la Sociedad Internacional de Electricistas. Con los años fue centrando su atención en la Pintura, adentrándose a través de ella en los escabrosos campos del espiritismo.

Su obra aún refleja frescura, es exuberante, de poderoso impacto, volúmenes corpóreos que muestran una presencia absorbente. Dominaba el dibujo, consiguiendo una gran precisión, que junto al uso de un color casi fiel al natural, lograba crear obras de exactitud fotográfica. Era como si diera vida a los personajes encerrados en sus composiciones, tras un proceso alquímico. No se quedaba su producción plástica en la plasmación perfecta de la figura femenina, sino que le insuflaba un ánima propia. Su obra denotaba elegancia en los fondos usados, claros, preferentemente azulados tenues, ligeros, de sensación infinita. En algunos los cubría de manchas oscuras, acompañantes del rito mágico representado simbólicamente en el cuadro.

Siempre fue la figura femenina el tema único en todas sus creaciones. Inicialmente aparecían sus desnudos como elementos decorativos, emulando el gusto clásico, buscando la realidad ideal en sus piezas. Más adelante fue haciéndose más procaz el exhibicionismo mostrado en su obra, llamando la atención de la alta sociedad londinense, pues supo darle apariencia de un profundo simbolismo, que junto a la elegancia de su obra gustó en el ámbito artístico de aquel país.

La belleza, la insinuación, y la elegancia decorativa, definen a primera vista la característica de su producción pictórica, siendo considerado como un artista decadentista, de excelentes cualidades plásticas por el dominio del oficio adquirido. La traducción visual de sus últimas piezas describen a un pintor inmerso en el mundo del ocultismo, expresado con formas mundanas, escondiendo en su insinuante espectáculo un universo de signos oscuros, rituales esotéricos, brujería y magia.




















jueves, 15 de abril de 2021

LA GRAN GESTA ESPAÑOLA EN EL RÍO CAGAYÁN

 


TERCIOS CONTRA SAMURÁIS

Es Juan Pablo de Carrión un héroe olvidado, desconocido para casi todos, un extraño a nuestra cultura. Su vida tuvo suficientes acontecimientos como para escribir una novela de aventuras, o ser protagonista de una película. En España, tras años continuados atacando nuestra Historia, se ha conseguido eliminar de la memoria gestas y personajes del ayer.

Juan Pablo Carrión fue prototipo de caballero del siglo XVI. Trabajó como funcionario para los reyes Carlos I y Felipe II, y otras veces sirvió en la milicia. Ya aparece entre los primeros conquistadores que quisieron establecerse en Filipinas. Tras la experiencia fallida vuelve a España, con una estancia intermedia en Portugal. Trabaja como tesorero del Cardenal Martínez Silíceo en Toledo, se casa allí, pero vuelve al Nuevo Mundo, empleándose como funcionario del Virrey de Nueva España, casándose en esas tierras. Enterados del doble casamiento vuelve a la Península para rendir cuentas. Se defiende, y es tan hábil que convence a Felipe II, a través de sus escritos, para que lo perdonen. El rey le encarga volver a las islas Filipinas, como capitán de una expedición, para limpiar de piratas chinos y japoneses las costas de ese archipiélago, y Carrión tiene ya sesenta y nueve años. Acepta la misión, pasa por Méjico y embarca con la tropa hacia Manila. En las islas asiáticas comienza su misión. Con casi cincuenta soldados españoles, hombres rudos de los Tercios, se enfrenta a un número muy superior de la flota de un pirata chino, que llevaba bajo sus órdenes un ejército de samuráis, guerreros sin dueño dedicados a la guerra de fortuna. Éstos iban con arcabuces y picas, como los españoles. Fue una batalla memorable, entre dos tropas de gran prestigio, los Tercios españoles contra los Samuráis japoneses. En la desembocadura del río Cagayán tuvo lugar el enfrentamiento. Combates con espadas, descargas de arcabuces, ruidos de cañones, abordajes de navíos, lucha cuerpo a cuerpo, donde la valentía y bravura se derrochaban en ambas partes. El combate final tuvo lugar en una de sus playas. La pericia táctica del viejo capitán, la profesionalidad y dureza de cuarenta veteranos soldados hispanos, consiguieron la victoria. Unos pocos pudieron con más de mil samuráis. A partir de ese combate los japoneses no se atrevieron a un choque directo con las tropas del Rey español.


Tras esa batalla Juan Pablo de Carrión se quedó en Filipinas, al frente de una guarnición, falleciendo unos años más tarde. Un desconocido hidalgo venció a los míticos guerreros del Sol Naciente.





miércoles, 7 de abril de 2021

EXPOSICIÓN DE PEPA SATUÉ EN ARTE 21, ALMERÍA

EROS Y PATHOS

Pepa Satué expone en Arte 21. Título: En líneas generales. Hasta el 23 de abril

Busca Pepa Satué la armonía serena en sus producciones plásticas. Esta artista propone una obra abstracta, ordenada, de contemplación sosegada, sometida a un ritmo visual equilibrado, sin sobresaltos, según las medidas de ángulos y rectas y, cuando las líneas se curvan, en círculos y elipses de proporciones calculadas. El resultados extraído en sus piezas trasladan la comprensión a un espacio tranquilo, donde la razón es la única protagonista, ajena al caos, y desorden, de la exuberancia salvaje. La desproporción produce horror, y la ausencia del orden miedo, ante un escenario sin respuestas sometidas a una lógica esperada.

Pepa Satué sueña con un mundo utópico, donde la racionalidad es la regla imperante, siendo los acontecimientos pautados los únicos existentes. Todo se repite, la sorpresa inicial se esfuma ante la rutina persistente, de las fórmulas plasmadas en los cuadros, producto de una depurada planificación.

Este ejercicio pictórico nos induce a pensar en técnicas de relajación, que trasladan los pensamientos a un ciclo sin salida, para desembocar en un estado meditativo, ayudando a evadirse de la realidad a quien se introduce en el sentido de la obra.

La pintora presenta piezas de fría belleza, libres del azar, liberadas de la física del desorden entrópico, reflejo de un mundo ideal.

Frente a sus obras se produce el efecto inicial de atracción contemplativa, fundiendo la mirada en los destellos de los sonidos del Universo. Hay mentes inquietas que buscan algo más, no se conforman con el orden propuesto, indagando en los rincones oscuros de la composición, intentando buscar un camino que atraviese tanta paz percibida, para encontrar la vibración discordante, desarmónica, eco de la ruina que el tiempo impone. La mirada se enfrenta con ese profundo dilema, permanecer en el paraíso ofrecido, o descubrir donde está el punto de fuga, desvelando el lado débil que predice el hundimiento de la estructura.

Puede que la autora no haya reflexionado sobre esta propiedad adherida a su obra, pero la fuerza del subconsciente se escapa de la lógica racional, imprimiendo su pulso y flujo desbordante hacia el exceso, frenado por la contención. Emerge el mito de la confrontación entre Eros y Pathos, es decir entre amor y sufrimiento, vida y muerte, creación y destrucción. Es un proceso cíclico el que esconde la aparente paz matemática, expresada en la pieza, pues el observador que escudriña la obra se sumerge en ella, pudiendo enfrentarse con sus miedos y deseos de escape.