EL VACÍO VENCIÓ AL TIEMPO FELIZ
La pintora sugiere espacios silentes,
vacíos, estancias que recuerdan a viviendas antiguas hace tiempo sin
ser habitadas, lugar de abandono y olvido. En ese escenario surge la
curiosidad, el misterio, la evocación del recuerdo, latente en sus
paredes y rincones..
Marisa Álvarez Aguilar, Córdoba
1973, profesora en la Escuela de Arte de Granada, tiene en su
currículo una relación artística con Almería, tierra donde ha
expuesto en varias ocasiones. En la actualidad puede ser contemplada
parte de su propuesta “Kenopsias. Huellas del silencio” en la
galería almeriense Acanto, lugar en el que tuve un encuentro con la
obra de esta artista, cuya intensidad visual me llamó la atención,
la profundidad del relato contenido, en el que se percibe una lírica
sencilla e intimista, así como la calidad plástica de las piezas
expuestas.
Marisa Álvarez Aguilar explora en sus
piezas las estancias deshabitadas, las huellas de los antiguos
moradores, el flujo infinito del silencio, exponiendo una metafísica
del vacío, en el cual la mirada se difumina, navega y vuelve de
nuevo a su inicio, iluminando la esencia de la realidad.
En esta representación espacial la
artista utiliza la luz para definir las dimensiones, convirtiéndola
en instrumento develador del pulso tranquilo de las horas, que
transcurre por los espacios, rebota, y esparce, hasta confundirse en
las paredes, techo y suelo. En este encuentro es cuando aparece el
resplandor del universo invisible que ocupa las habitaciones,
cubiertas de luz, que camufla la realidad del tiempo eterno,
encerrado en una danza que se repite sin fin. Muestra la pintora este
relato de forma sobria, con limpieza visual, sobre una estructura
geométrica, en la cual la claridad y el latido oculto de la estancia
llenan de contenido la comprensión de la obra, haciendo cómplice al
espectador de la escena propuesta. Las creaciones de Marisa Álvarez
Aguilar generan pensamientos diferentes cada vez que se observan,
encontrando la mirada motivos antes no percibidos, nuevos enigmas, o
historias no pensadas. La persona y el cuadro recrean un diálogo
distinto en cada contemplación, encontrándose en la nada, sumida en
una reflexión continua, donde la nostalgia de los tiempos de
plenitud eran triunfantes, pero el vacío lo suplantó con su
presencia.
Evocación en la mirada, emoción ante
la revelación, libertad de pensamiento, destellos del pasado,
afloran en la memoria del espectador, trasmitiendo las composiciones
de esta autora fuerza contemplativa, belleza y serenidad en el
recuerdo.
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