EL LENGUAJE DE LOS SENTIDOS
Autor: José Francisco Jiménez Ruiz.
Lugar: Galería Granada Capital. Fecha: Enero-Febrero.
Es un ejercicio pictórico que culmina
en la realización de una obra de configuración habilidosa, espacio
de recreo para la fantasía, libro visual sobre la fugacidad de los
momentos llamados intrascendentes, cuando sin descanso se consume la
existencia.
José Francisco Jiménez , Zújar
1962, es un artista que combina en su trabajo plástico el dominio
técnico del oficio, el buen gusto en la puesta en escena de una
simbología icónica, y el concepto intelectual que sustenta sus
cuadros. Vence el realismo fotográfico, el pincel frente a la
tecnología, obteniendo composiciones en el que el color las
diferencia de la fría imagen de la cámara, siendo apasionadas,
ensoñadas, pensadas y convertidas en literatura visual por el
pintor.
Las piezas elaboradas por J.F. Jiménez
poseen un resplandor propio, luz que inunda el entorno,
desarrollando, en la claridad del espacio enmarcado, su reflexión
condensada como imagen. Describe la vorágine del discurrir del
calendario, los recuerdos de la niñez, su mundo íntimo, el taller
de trabajo del creador plástico. Son imágenes bien perfiladas,
inmersas en un colorido definido, aséptico, bañado en
transparencias, limpieza cromática en un entramado equilibrado, de
tonos situados con precisión en el espacio del lienzo. En ese
artificio de pinceladas, organiza el autor historias marcadas por una
intensa lírica portadora de nostalgia, ansias de escapatoria del
sendero marcado por el tiempo, y gozo creativo en las realidades
construidas por él, donde objetos sencillos, juguetes recordados,
utensilios de la pintura, se convierten en protagonistas de la obra.
El resultado posee una calidad
intensa, en piezas de contemplación tranquila, atemporal, en cuyo
resultado se describe la capacidad técnica de José Francisco
Jiménez Ruiz, mostrada como superación del estilo figurativo común,
para recrear otras posibilidades de la existencia, estableciendo un
diálogo intenso con el espectador, resumido en la etereidad del
instante, quedando sólo el sentimiento como única huella en el
devenir de la vida.
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