GUILLERMO MARTÍN BERMEJO EXPONE EN GALERÍA FERNÁNDEZ-BRASO

 

PASADO PRESENTE

Autor: Guillermo Martín Bermejo. Título: Música de cámara. Lugar: Galería Fernández- Braso, Madrid. Fecha: Hasta el 10 de junio.

Se percibe una sensación ajada en la mirada en la obra de G. Martín Bermejo, conseguida por el autor por el material utilizado como soporte de su dibujo, temática y presentación de los motivos que la ilustran.

Recorre un universo intelectual lleno de fantasmas culturales, sensaciones evocadas en su recuerdo, repaso mental de historias y vidas, teorías y rememoraciones, con una mirada quemada por tiempo, representada en sus composiciones, conseguida al utilizar páginas de libros y papeles antiguos.

Este trabajo plástico es un recorrido por el arte clásico, de intensa impronta decimonónica, centrado en un dibujo abigarrado, sumido en el colorido desgastado del papel, que le da cierta calidez, neblina que extrae del fondo del pasado figuras y recuerdos. Expone el pintor a sus protagonistas ajenos a la escena, algunas veces agolpados, sin relación alguna con el paisaje o compañeros dibujados. A veces carga la representación, con un barroquismo espeso, laberinto en el que se esconden, o pierden, sus personajes. Otros permanecen en una soledad absoluta, inmersos en el océano infinito del abandono en la eternidad. Hay piezas en las cuales se incorpora un intruso, fuera del orden de la composición, contribuyendo con el resto en producir la sensación de caída infinita en las nieblas del recuerdo.

Posee originalidad la propuesta de Guillermo Martín Bermejo, es evocadora, introduce la huella del tiempo agotado, que no se refleja estática, sino como recipiente llenado continuamente. Parece decirnos el artista que el pasado siempre está presente, “ y el tiempo futuro dentro del tiempo pasado”, como decía T:S Eliot en “Cuatro Cuartetos”.

SOBRE LA OBRA DE ANA LÓPEZ

 

NO TODO ES LO QUE PARECE

Autora: Ana López. Título: Gea. Lugar: Galería Orfila. Fecha: Hasta el 31 de mayo.

La pintora se adentra en el seno de la materia pétrea, para extraer el nervio que anima su transformación permanente, solidez estática en el breve periodo de la vida humana, fluir eterno de sus componentes en el tiempo infinito. Ana López, 1960, indaga en este cambio congelado en el instante, juego azaroso de diversos elementos configurados en formas caprichosas, unas encajadas en el orden geométrico, bastantes en figuras aleatorias. Representa una danza constante, profunda, en una densidad extensa, representando la fuerza latente en la materia, que en su ímpetu diluirá en la nada la humana fantasía transformadora del medio ambiente.

Como resultado obtiene la artista piezas de configuración abstracta, en las que se visualiza el baile constante de las formas, tensando su entorno, rompiendo el orden, mas aparece ante nuestras miradas en reposo indolente. Es un cinetismo percibido, expresión de la energía que encierra el Planeta, reflejada en una humilde partícula terrosa.

Se observa en su obra un orden enfrentado al caos, gravidez en la Luz, ruptura sobre un pasado feliz, en un jardín espeso que quiere ocultar la claridad, proponiendo un engañoso mundo desolado, sometido al desorden lógico, que algunas veces organizan conjuntos segmentados de belleza estética. Ana López comunica estas sensaciones en las piezas que expone, trabajadas con técnica mixta, consiguiendo composiciones de excelente factura plástica.

PABLO FORURIA EXPONE EN ALMERÍA

 

LA MAGIA DEL COLOR

Autor: Pablo Foruria. Título: Esencias. Lugar: Meca Mediterráneo Centro Artístico. Hasta el 25 de mayo.

El pintor hunde su ingenio en el cuadro, se abandona y deja transcurrir el pincel hacia los límites del azar, siendo el pensamiento profundo del artista quien encierra los trazos dentro de la idea planificada. Pablo Foruria juega entre la razón estética y la libertad del trazo, dialogando su intención inicial con la esencia de la estructura cromática plasmada en el lienzo. Se olvida de la condensación del color, de su intensidad abigarrada, barroca, hirviente, tormentosa, encubridora de energía radiante espesa. En esta ocasión organiza fondos monocromos de superficies heterogéneas, estructurados en horizontes infinitos, sobre los que descansan formas caprichosas, que brotan, surgiendo desbordantes, en cascada de tonos pesados, mostrando su fuerza espontánea.

Pablo Foruria juega con el color, expresando un paisaje abstracto en el que se refleja la vibración de la figura que quiere ser, mas es pura comprensión, resplandor de la realidad emanada como destello fugaz, que deja su huella en el lienzo.

Pasea por todos los tonos el pintor, sucumbiendo a veces por su misterio y penumbras, en otras descansa en la ligereza del colorido, grito alegre de la mancha, que parece fluir hasta su desvanecimiento, pero la ilusión se agota a sí misma, pues la solidez cromática sienta su permanencia. Es una obra de poderosa impronta, que late con ímpetu, manteniendo una visualización condensada, extensa, cerrada en los enigmas que guarda. Induce interés en su percepción, múltiples interrogantes a la mirada, abriéndose a un lenguaje de complicado texto lírico, cuando los halos de las formas recuerdan su fisonomía según se percibe en su exterior. El mérito del pintor es convertir un paisaje impenetrable en campo de acción de los espíritus de las figuras sugeridas.

Pablo Foruria se enfrenta a la claridad de la superficie libre de manchas, que carga de color para que desde sus entrañas descubra el ánima que da sentido a la realidad sentida. Busca, indaga, descifra, siempre enfrascado en la infinita radiación de la paleta aplicada. Con su acción planificada induce al color para que configure el soporte que sustenta las figuras, ilusión o presentimiento, vocabulario plástico que utiliza para compartir, con el observador de su obra, los signos visuales que dan sentido a las siluetas. Esencias como dice el artista, resplandor de lo tangible, universo especial donde la imaginación vuela con libertad.

Excelente y vital propuesta, la presentada por Pablo Foruria en esta Galería.

JUAN CARLOS LÁZARO EXPONE EN LA GALERÍA DE QUEESTE ART, BÉLGICA

 

LA LUZ QUE CIEGA LA MIRADA

¿Qué esconde el color en su seno? Esa pregunta espolea la curiosidad del pintor, le incita para adentrarse en el seno de su sustancia. Juan Carlos Lázaro expone una obra de sutil percepción, soportado en un concepto estético inteligente, explorando los límites de la contemplación plástica. Indaga en la diferencia entre la forma y la luz, el colorido brillante que anega la superficie definida en el cuadro y el fondo escondido. Son sus obras un ejercicio del esfuerzo visualizador, en el cual la contemplación se convierte en experiencia sensitiva, que predispone, y ayuda, a incorporar la mirada hacia un estado de resplandor cromático, baño luminoso, ceguera de la abundancia de la claridad triunfante, ebriedad saturada de espesa neblina de color. Es el aroma del ambiente, el peso de la luz hiriente que somete la atención, acota el tiempo, salva la escena, convirtiéndola en destello permanente del instante, amenazado con disolverse con el recuerdo de la impresión del tiempo percibido.

Juan Carlos Lázaro juega en el límite de la abstracción superadora de la figuración, mas ésta resiste y desarrolla su escena y momento narrativo, trasportando el entendimiento a las horas batidas por el Sol, campos permanentes donde nunca pasa nada, estancias pesadas por el tedio, solo existe la acción diaria repetida de sus rayos. Si no, detiene la mirada en composiciones que se esconden en la espesura luminosa, vestida de tonos cálidos, pues su ausencia oculta las formas, su exceso las supera.

Es una reflexión metafísica sobre el significado de la fuerza cromática la descrita por el artista, meditación sobre la contemplación de la verdad oculta, cuando se está asolado en la comprensión del instante visualizado. Arte, estilo, ingenio y gracia compositiva, se aúnan en la obra de Juan Carlos Lázaro.

Este pintor posee una trayectoria de amplia experiencia expositiva, marcada por una personalidad plástica que lo distingue del resto. Propone un experiencia estética en la que incluye el plano monocromo de la expresión abstracta, con el destalle de la escena figurada, frontera entre ambas, ejercicio de la razón pictórica, propuesta del límite y ruptura con alguna de ambas opciones, y ahí permanece la apuesta del pintor. Desarrolla su obra por los senderos de los campos del silencio, visión tranquila del tiempo extraído de su ritmo cambiante, depositado en el desván de la memoria.

Juan Carlos Lázaro expone en la Galería De Queeste Art (Bélgica) hasta el 23 de mayo.

LOS MUNDOS DE ANTONIO BELMONTE

 

LOS LUGARES DEL TIEMPO

Autor: Antonio Belmonte. Título: La memoria del tiempo. Lugar: Centro Cultural José Luis García Palacios. Sala de Exposiciones de la Fundación Caja Rural del Sur.

Se adentra el pintor en las intimidades del alma, recorriendo pasadizos de fuego, brumas heladas, paisajes absurdos, escenas perdidas en la soledad del silencio, horizontes ardientes, preludio del Averno.

Antonio Belmonte, Huelva, 1952, explora los fondos de la consciencia, calibrando con su mirada sensible el signo de la pasión, describiendo los mares de la angustia, no siendo expresada esta imagen con desolado pavor, sino con una mirada distante, ajena a la emoción, pues no es el observador quien la describe sino que es la imagen misma quien expande su efecto.

Antonio Belmonte ahonda en las variables del color, en sus diferentes tonalidades, organizando un lenguaje sensitivo que se introduce fácilmente en la mirada, mostrando las distintas dimensiones que se esconden en el inframundo, reflejo de las historias clásicas, que el artista reinterpreta, para conformar composiciones de exultante cromatismo, caótico, desbordante, y sin embargo contenido en el gesto de la visión plasmada en el cuadro. Se perciben como ondulaciones que pasan por la superficie del cuadro, convirtiendo la representación en visión fugaz, aparición extraordinaria, o impresión de un estado imaginado.

Consigue el pintor impulsar el efecto percibido, gracias a una instalación de esculturas acopladas a las piezas, y pinturas murales, que generan un entorno plástico organizado, de elementos interdependientes, ajustados para ejercer una sensación única en el ambiente.

Es personal y arrebatado el estilo de Antonio Belmonte, creador con una gran personalidad artística, que en su propuesta salva la realidad temporal, para trasladar al observador a mundos sometidos al dictado de los sueños.

ILUSTRACIONES DE JOSÉ LUIS OCAÑA

 

AMORES IMPOSIBLES

Autor: José Luis Ocaña.  Título: Amores Im_posibles. Lugar: Museo Anita Ávila, Loja. Fecha: Hasta el 31 de mayo de 2023.

No hay amores imposibles, es la magia del instante quien determina la situación, y elección consecuente, que de ella deriva. La posibilidad siempre subsiste, pese a la dificultad aparente, pues el afecto surge desde el plano ajeno a la lógica; es una intuición, una seducción, ilusión que nace desde el mundo ensoñado, es un halo que pasa imperceptible, y sin saber por qué prende en el corazón.

José Luis Ocaña recrea esta sensación en sus acuarelas. Este pintor es un artista integral, como ilustrador está situado en la vanguardia andaluza, y gracias a su destreza en el trazo preciso, signo que resume la esencia del personaje, más la habilidad en la expresión cromática, que modula la acción plástica desarrollada en cada composición, consigue compartir un mundo de fantasía con el observador.

En esta exposición muestra su idea, introducida como entusiasmo, en diferentes piezas unidas por el común significado de su visualización. Son como destellos que anegan la contemplación, dejando sumido el entendimiento en el éxtasis fulgurante del afecto sentido. Cada una conforma una imagen, un estado, una contraposición, unidos sus personajes por el flujo invisible del amor. Unión intangible, pero de sólida dureza, mas frágil como el cristal, llena de luces, resplandores, mundos ensoñados, ilusiones evanescentes… que por el rayo hiriente, de la mala fortuna, puede romperse en aristas cortantes. No basta esta impresión para el pintor, superando esta oscura intuición para vencerla y sobreponer la estancia feliz, en un mundo de afecto profundo.

Logra José Luis Ocaña atrapar al espectador, convertirlo en cómplice para compartir el afecto comprendido en su obra. Ésta posee una seducción especial, gracias a los efectos incorporados por el ilustrador en sus piezas. El lenguaje sensitivo que utiliza aúna la suave trayectoria del trazo, en su camino sin resistencia, dando fuerza al efecto buscado gracias a las curvaturas alejadas de la rigidez geométrica, senderos apacibles por donde pasea el lápiz en su deambular feliz. Predispone y marca el relato expuesto, siendo el mar cromático añadido quien ajusta la mirada al momento gozoso de la imagen, espejismo deseado, reflejo de un estado de gracia sumido en la luminosidad de la vida.

No basta esta planificación para lograr el resultado buscado, sino que sólo es posible si el artista posee la técnica suficiente para plasmar la idea deseada. Y la obra presente así lo atestigua, precisa, brillante, emotiva, tranquila y seductora, resultado de su gran valía plástica.

REVISTA LA ODISEA DE LOS DÍAS, NÚMERO 14, MAYO DE 2023

ÍNDICE DE AUTORES

Pedro Jiménez, Pedro Segura Cano, Simón Zabell, Anne Vizcaíno, Toña Gómez, M.ª. José Cano, Xavier Valls, J.M. Peña, F. Barrionuevo, Mar Garrido, Manuel Arcenegui., Joan Cornellá.

RAFAEL GUILLÉN Y ALMERÍA

 

RAFAEL GUILLÉN EN ARBOLEAS

Me he enterado del fallecimiento del poeta granadino Rafael Guillén, Premio Nacional de Poesía en 1994, escritor que tuvo una gran relación con Almería. Su familia procedía de Uleila del Campo, pueblo que recordaba cuando surgía alguna conversación sobre la tierra almeriense.

Me acuerdo del acto celebrado en Arboleas, con motivo de la presentación del libro “Gilabert en el aula”, en noviembre de 1997. Este libro fue elaborado por un grupo de profesores del IES Valle del Almanzora, centro del cual fui Director por aquellos años. Esta obra era una Unidad Didáctica Interdisciplinar, en la que se centraba el currículo en torno a la obra del escultor Pedro Gilabert. Para la portada solicité a Rafael Guillén que colaborara con un poema, siendo recibida mi petición con gran amabilidad. Rafael Guillén me atendió con generosidad, amable y afectuoso. Accedió a visitar Arboleas para el acto de presentación de esa obra, de la cual fui organizador y coordinador de su edición. En ese acto de presentación, también estuvo presente el gran Julio Alfredo Egea.

Años más tarde, en febrero de 2000, colaboró en otro libro cuya edición también dirigí, titulado “Campos de Luz. Homenaje a Gilabert”, editado, al igual que el anterior, por el Ayuntamiento de Arboleas. Esta última obra quería exaltar, a través del personaje de Pedro Gilabert, y su obra, la tierra almeriense, la personalidad de sus gentes, el arte realizado en este lugar de España. Para ello se buscó la colaboración de poetas y pintores relacionados con esta provincia, participando con sus poemas José Ángel Valente, creo que fue una de sus últimas colaboraciones, sencillo, cariñoso y desprendido cuando le propuse el proyecto, Rafael Guillén, Julio Alfredo Egea, José Lupiáñez, Antonio Enrique, Ángel García López, José Antonio Sáez, Domingo Nicolás, Juan José Ceba, Gonzalo Pozo, Martín Torregrosa y el que suscribe. Aportaron sus ilustraciones para los poemas, Carmen Pinteño, Andrés García Ibáñez, Ginés Cervantes, Diego Bonillo, Pepe Bernal, Montesinos, José Antonio Acosta, Eduardo García Sánchez y Germán Bandera.

Rafael Guillén fue un poeta que con su sencillez en el trato, su disponibilidad para ayudar a otros escritores, engrandecía su figura, lo cual se reflejaba en su poesía, palabras cristalinas, cuyo sonido encadenado desprendía claridades, ajustadas con precisión, con sobriedad y concisión, directas a la reflexión sensitiva, en un ritmo de modulación tranquila, y de sonidos evocadores.

Rafael Guillén, gran poeta de Andalucía, su recuerdo queda en aquellas tardes de Arboleas.

PEDRO JIMÉNEZ Y SU OBRA

MI LOCO CORAZÓN

Pedro Jiménez expone en la galería  John Expose, Bezannes, Francia. Hasta el 6 de mayo de 2023.   

Un mundo feliz es plasmado por Pedro Jiménez en su obra. Es un espacio inmerso en la fantasía, ensoñación perpetua mantenida en el placer. Lujo y ocio se suceden entre sí, en un bucle sin fin. El pintor dialoga sobre los dos tiempos que hay que elegir en la vida. El tiempo lógico y el azaroso. Uno es ordenado, sometido a una rutina constante, reglas y obligaciones, el otro es un flujo libre y desenfadado, ajeno al futuro, sólo se vive, y disfruta, el presente. Hay que gozar el momento, el instante pasajero que se esfumará en el olvido del pasado. Pero el artista no se queda en una expresión frívola de la existencia, sino que la expone sumida en una suave melodía cromática, que palpa los sentidos. Ésta queda en la retina con sus tonalidades brillantes, envuelta en sedosa contemplación, desde la cual emanan destellos profundos que transcurren indolentes.

Muestra en su trabajo plástico la imagen de la sociedad actual, producto del posmodernismo, sólo fachada, despreocupación, esclavitud por la imagen reflejada, mas tras su presencia deja intuir el vacío de la existencia, sumida en el silencio y la nada.

Pedro Jiménez aborda su obra con despreocupación aparente, como si dejara que sus pinceles transitaran por los campos caprichosos de la creación. Esta apreciación primera se deshace al comprender el entramado de sus composiciones, pues contienen una estudiada estructura del color, eco resonante de las sensaciones que quiere estén presentes en la pieza. Es el fondo del cuadro, con sus colores acoplados, el que dirige el ambiente de la escena, jugando en su seno las figuras que en ella posan. Estas representaciones son trazos rápidos, impresos con ligera sujeción al subconsciente, pues en el transcurso de su desarrollo, la obra absorbe la mirada del pintor. A pesar del estudio previo inicial, de la intencionalidad primera, en su construcción libera el artista su carácter, siendo quien modula el signo del resultado plasmado en ella.

Desde el estilo de la pura expresión abstracta, profunda, vital, desenfrenada, e impacto intenso visual, avanza Pedro Jiménez hacia una figuración surgida del caos cromático de la abstracción, pintada con desparpajo, fuerza, y precisión, condensando el significado último de los caracteres, de sus protagonistas, en la simplicidad de los trazos. Consigue representaciones dinámicas, siendo frecuentes en éstas la compañía de un perrito, quien se presenta alegre, divertido, a veces jocoso; él parece ser quien dirige a sus acompañantes.

Propuesta excelente, y de calidad, la mostrada por Pedro Jiménez en la galería John Expose.