martes, 27 de diciembre de 2011

EL CAFÉ DE LOS MOMENTOS PERDIDOS

Autor: Antonio Barbero. Título: En el Café Lugar: Galería Cidi Hiaya. Hasta: El 21 de enero.

El sosiego ajeno a los moradores deambula por el espacio todo, imponiendo un ambiente extraño al desfile de los instantes que fenecen, mantenidos, en una condensada atmósfera, los fantasmas de las personas que lo han impregnado con su presencia.

Antonio Barbero refleja estupendamente esta sensación en las piezas que ofrece, desarrollando un espeso cromatismo que ahoga el dibujo, cubriéndolo con su manto para deshacerse en el conjunto, organizando un entorno homogéneo, denso y pesado, que rompe el espacio vacío para producir una huida hacia el exterior presentido, transmitiendo flujo y cambio en lo perenne. Así es el ambiente de los bares y cafeterías que reproduce, soledades y abrigo para muchos de los que allí pasan su tiempo, encuentro fugaz, que se descompone y reorganiza con otros rostros.

A.Barbero posee un estilo de marcado acento poético, cuya sensibilidad le permite configurar un entramado raptado de la intrascendencia para convertirlo en objeto de reflexión y fantasía, melancolía y lirismo. Su estilo recuerda el intimismo de G. W. Bellows, cuando los colores se desvanecen en el cuadro, añadiendo el autor su impronta personal y profunda, en un ambiente silencioso, transportando al espectador al interior de la obra para situarlo en un rincón de la estancia, convirtiendo su mirada en proyección de la imagen reflejada en cada cuadro.

La habilidad de A.Barbero para describir la escena le distingue, por su calidad, en sus cualidades artísticas y capacidad técnica, relatando historias cotidianas, estremeciendo el sentimiento, con un lenguaje recogido, sereno y saturado de poesía urbana.

domingo, 25 de diciembre de 2011

jueves, 22 de diciembre de 2011

EL CAFÉ DE LOS MOMENTOS PERDIDOS


Autor: Antonio Barbero. Título: En el Café Lugar: Galería Cidi Hiaya. Hasta: El 21 de enero.

El sosiego ajeno a los moradores deambula por el espacio todo, imponiendo un ambiente extraño al desfile de los instantes que fenecen, mantenidos, en una condensada atmósfera, los fantasmas de las personas que lo han impregnado con su presencia.

Antonio Barbero refleja estupendamente esta sensación en las piezas que ofrece, desarrollando un espeso cromatismo que ahoga el dibujo, cubriéndolo con su manto para deshacerse en el conjunto, organizando un entorno homogéneo, denso y pesado, que rompe el espacio vacío para producir una huida hacia el exterior presentido, transmitiendo flujo y cambio en lo perenne. Así es el ambiente de los bares y cafeterías que reproduce, soledades y abrigo para muchos de los que allí pasan su tiempo, encuentro fugaz, que se descompone y reorganiza con otros rostros.

A.Barbero posee un estilo de marcado acento poético, cuya sensibilidad le permite configurar un entramado raptado de la intrascendencia para convertirlo en objeto de reflexión y fantasía, melancolía y lirismo. Su estilo recuerda el intimismo de G. W. Bellows, cuando los colores se desvanecen en el cuadro, añadiendo el autor su impronta personal y profunda, en un ambiente silencioso, transportando al espectador al interior de la obra para situarlo en un rincón de la estancia, convirtiendo su mirada en proyección de la imagen reflejada en cada cuadro.

La habilidad de A.Barbero para describir la escena le distingue, por su calidad, en sus cualidades artísticas y capacidad técnica, relatando historias cotidianas, estremeciendo el sentimiento, con un lenguaje recogido, sereno y saturado de poesía urbana.

EL CÓDICE DE LAS HESPÉRIDES

Autor: Felipe Ortega Regalado. Título: Pantagruélico. Lugar: Sala Arrabal y Cía. Fecha: Hasta el 8 de enero de 2012.

La exhuberancia, el desbordamiento exagerado que se convierte en casi procacidad lujuriosa en la mirada, es el halo que cubre la obra presentada por Felipe Ortega Regalado, pintor afincado en Sevilla que pese a su juventud contiene una madurez creativa profunda, de sólida base intelectual, que alimenta el sustrato de todas sus producciones. Presenta en esta propuesta diecinueve dibujos, más un montaje de múltiples elementos sobre una pared de la Sala. Afirma el autor que la idea que sustenta el conjunto mostrado está recogida en el título de la exposición, Pantagruélico, superación de la medida razonable hacia el desbordamiento de toda lógica existente.

Con un dibujo correcto, limpio de trazos innecesarios, describe una botánica fantástica, rica en detalles y posibilidades, palpitante y llena de vida. La primera mirada nos refleja un conjunto de plantas irreales, rescatadas de reinos exóticos, lejanos, donde la edad de oro aún persiste. Parecen extraídas de algún manuscrito medieval, simbólico y hermético, que encierra delirantes descripciones de jardines maravillosos, de cruces entre el mundo vegetal y animal, donde la magia de su imagen irradiada, de la pulpa milagrosa vivificadora que contiene el fluido de los dioses, transmite el mensaje sobre la posible existencia del País de las Manzanas de Oro.

Pero la comprensión de la obra configurada por Felipe Ortega Regalado es mucho más compleja, pues se desarrolla como un relato alquímico, donde indaga en la esencia de la realidad tangible, del principio creador de la vida, construyendo en cada pieza un golem con existencia propia. Esta idea es la que acompaña la producción del artista, siendo cada obra colgada en la Sala los restos de la senda hacia los arcanos del origen de la imagen real.

Surge como resultado plantas imaginarias cristalizadas sobre un dibujo exacto, sencillo y claro, sin cromatismo alguno, convirtiéndose en punto de proyección del yo de cada espectador, que vislumbra sus emociones y anhelos, inquietudes y fantasías. Quien mira sus composiciones se une con el autor, trasladándose al subconsciente colectivo del origen de la vida.

Quizá sólo sea todo lo señalado anteriormente un artificio teórico para describir una idea simple: mostrar lo sencillo y dejarse llevar por su reflejo hacia la nada. Lo simple siempre encierra lo complejo, y se alcanza a expresarlo gracias a una inteligencia artística elevada, seria planificación en el trabajo, más la habilidad para mostrar el discurso creativo con una apariencia ligera e intrascendente. Una sola florecilla encierra la magia del mundo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

17 INSTANTES, 17 EMOCIONES

Autor: Juan Garcés Sigas. Título: 17 instantes. Lugar: Galería Cartel. Fecha: Hasta el 13 de diciembre.

El retrato es una faceta pictórica que requiere gran habilidad del autor para conseguir una obra de arte, pues aparte de dominar la técnica del dibujo ha de poseer una intuición psicológica para captar, y trasmitir, los rasgos definidores de la personalidad del sujeto retratado, eligiendo entre la literalidad fiel o la sublimación que su influencia ejerce, destacando las esencias características de su fisonomía física, intelectual o humana.

En esta exposición el pintor opta por utilizar la imagen para desarrollar la expresión del gesto, en el instante exacto de la explosión pasional que rompe la melodía, quebrando el ritmo para agujerear el sentido del espectador, trasladándolo hacia la escena de la actuación. De un fondo oscuro rasgado emergen del sustrato blanco las figuras del cante jondo, en pleno éxtasis de su arte, trasmitiendo un ambiente recogido donde surge el misterio, la magia y el duende, escapando hacia el exterior del cuadro un sonido oculto, comprendido por quien contempla la obra, haciendo que se integre en la pieza, sustrayéndolo de la realidad. Morente, Antonio Gades, Estrella Morente, Pepe el Habichuela, Capullo de Jerez, el Cigala, Camarón de la Isla, Paco de Lucía... son reflejados en cada una de las composiciones expuestas.

El embrujo del flamenco es captado gracias a la hábil configuración plástica de Juan Garcés, inteligente, oportuna y de gran dominio técnico, que consigue comunicar la emoción del instante, de la pasión atrapada en el preciso momento de su iluminación, transcrita en el lenguaje corporal, del movimiento que se predice y desarrolla en el intelecto.

Juan Garcés Sigas posee un lenguaje directo que conecta muy bien con quien contempla sus trabajos, seduciendo la atención hacia el espacio recogido de la escena. Sabe comunicar la magia del ambiente, convirtiendo el retrato en ardiente dardo que penetra en el sentimiento, para estremecer con el tiemblo del flamenco el ánimo del espectador.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

SOLEDAD SEVILLA RECREA A FALLA

Autora: Soledad Sevilla. Título: El retablo de Soledad Sevilla y otras joyas bibliográficas del Archivo Manuel de Falla. Lugar: Sala Zaida de Caja Rural de Granada. Fecha: Hasta el 10 de diciembre de 2011.

La música y la pintura están frecuentemente unidas en las producciones plásticas, pues ambas constituyen la impresión de las emociones inducidas por las vibraciones de nuestros sentidos, que captan la sinergia o rechazo de las radiaciones emanadas por ellas. Cuando el ritmo del observador coincide con la obra de arte surge la sensación de la Belleza. Gusta el resultado, atrae y atrapa, seduciendo el intelecto.

Ambas manifestaciones artísticas poseen un lenguaje común, expresado por medios distintos y transcritos en grafías diferentes; la partitura es sustituida por la tonalidad cromática en la pintura, expresando las ascensiones y caídas, la sacudida del giro inesperado y la fuerza de su choque, provocando la escapada de la realidad cotidiana. Ahí radica la esencia de una obra de arte.

Soledad Sevilla no necesita presentación, es una figura poderosa del panorama pictórico español, referencia básica de nuestra plástica actual. Muestra las emociones traducidas sobre las piezas acrílicas en la exposición celebrada en Granada.

Con un lenguaje simple interpreta la melodía de Falla sobre una partitura trasformada en ondulaciones paralelas, que se cubre con tonalidades varias, reflejo de las notas musicales que la desarrollan. Es la intuición sensible del espectador quien capta la sinfonía oculta de la lámina, produciendo el mismo efecto que su audición.

Soledad Sevilla consigue transformar el peso del color unas veces, su vaporosa fluidez otras, en una melodía visual, que trascurre en la superficie del cuadro para escapar hacia el entorno, inundando con su influencia el espacio todo. Los colores declinan por su gravedad, escalan cuando son trasparentes, deambulan como las hojas sostenidas por el viento cuando la densidad del cromatismo es asimétrica, evocando la pieza musical.

Aprehensión mágica que se introduce en la mirada, iniciando el ritmo intelectual de la melodía, así puede definirse esta propuesta realizada por la magnifica autora valenciana.

viernes, 2 de diciembre de 2011

INTEMPERIES

Autor: Domingo Zorrilla. Título: Intemperies. Lugar: Palacio de los Condes de Gabia. Fecha: Hasta el 11 de diciembre de 2011.




La apariencia encierra una ilusión, errores comprendidos como certeros, en un océano de incertidumbres. El entendimiento acota la realidad, afirmada como la única posible, ignorante que más allá existen otras dimensiones que nos engloban, difíciles de percibir.


Esta idea mantiene todo el ingenio compositivo en la propuesta plástica de Domingo Zorrilla, relatada con ritmo poético en un mundo de asimetría visual. Su pintura es dinámica, inmersa en un fulgor pleno, mostrando escenas magníficas de fuerte atracción visual, rompiendo la bidimensionalidad a veces, generando sensaciones de ingravidez, dinamismo, ruptura lógica, horror, libertad, etereidad, siempre bajo el dominio de la luz. En algunas piezas se hace patente una profunda raíz matérica.

El pintor es inteligente cuando aborda el problema de situar el punto en el lugar preciso del espacio, creando un entorno de influencias en un área de colorido simple, oportuno y si es necesario exuberante. Su nervio expositivo constituye una sólida base de creación pictórica, que permite describir las inquietudes, pensamientos y búsqueda de la experiencia mágica en un universo anodino entendido como real.


La comprensión del conjunto requiere largos momentos de contemplación, de un enfrentamiento con la faz de cada pieza para poseer la imagen y jugar con ella, devorando sus esencias. La sencillez de la expresión contenida en esta muestra induce al estado silencioso, cadencioso, cascada monótona de instantes, que sumerge al espectador en un orden aparente y equilibrado, producto de la meditación zen, cuando el ser quiere fusionarse con la Naturaleza, pero tras cuya ilusión aparece el vacío como soporte, preludio del caos.

Domingo Zorrilla posee riqueza creativa, una inteligencia compositiva bien cimentada, y habilidad plástica que confiere a sus producciones destellos de calidad.