sábado, 30 de abril de 2011

CABO DE GATA V

En la playa barcos descansa tras su jornada de trabajo, recordando que estamos en una zona marinera, todavía se pesca aquí. El hombre trabaja la mar, busca en sus entrañas su fruto, aunque la cosecha vaya siendo cada día más pobre. Se resiste a la nueva forma de vida actual, quiere vivir integrado en este entorno natural, mas el influjo de los nuevos tiempos hace que esta imagen sea un espejismo.

Ni una palabra más. Chico López en la galería Sandunga.

NI UNA PALABRA MAS

Autor: Chico López. Título: Ni una palabra más. Lugar: Galería Sandunga. Fecha: Hasta el 23 de mayo.

Chico López ofrece una propuesta impactante, distinta y original, sin abandonar el canon común de lo que se entiende por un cuadro, pero deshaciendo su concepto básico para investigar nuevas vías de expresión plástica.
Muestra obras inconclusas, aguardando la mano hacedora de su solución final, que delimite la idea cíclica recitada sin fin. En espera perenne permanecen apiladas las tablas fuera del marco, sin imaginar que ese es su triste destino. Aguardan pacientes para expresarse como pieza finalizada.
Este concepto definido en las composiciones expuestas es lo que le da fuerza, forma singular y genio, pues es el espectador quien al suponer su futuro dota de ánima a la obra, creando un dinamismo que le induce el soplo vital.
Chico López rompe la mirada y provoca desazón en la contemplación de sus creaciones, elaboradas con intensidad, reflejada por el poderoso cromatismo de grávido efecto, asfixiante en su espacio, que anula el dibujo para ahogarlo en su densidad, intentando abatir la rigidez geométrica de las líneas, rotundas, trazadas con furia, que quieren restringir el ímpetu de los colores.
Posee este artista una dicción sólida, descarnada, expresada con desenvoltura, destruyendo la imagen de forma constante, para reconstruir con los fragmentos resultantes nuevas alternativas al entendimiento. Una y otra vez intenta componer realidades nuevas, volviendo a su postración original, pues los resultados son etéreos, descritos en cada reflexión de las personas que los observan, proyectando en ellos su entendimiento del arte plástico o sentimientos.
La creación plástica reflexiona sobre su esencia en la obra de Chico López. Ni una palabra más.

domingo, 24 de abril de 2011


CABO DE GATA IV


Imponente se mantiene en guardia la fortaleza en el pueblo de Cabo de Gata. Muestra su fuerza que aún perdura, estática y testigo del paso lento de los días, inmersa en una letanía secular de años, incomprensible a nuestra futilidad de momentos sentidos. Vigila la costa, divisa el Cabo, a la vera del camino que a la sierra conduce. Erguida luce su esplendor, olvidada ya, guardando recuerdos de soledades y angustias, en un terreno remoto.

jueves, 21 de abril de 2011

CABO DE GATA III


La Torreta de guardia otea el horizonte, abandonada y sola, recuerdo de un pasado cuando la costa era peligrosa, entrada de piratas y de invasores de otras tierras. Más tarde, de contrabando. Se mantiene lozana, fuerte y sólida, en medio de la naturaleza que se quiere mantener virgen. Surge como un recuerdo que se ha integrado en el entorno, dándonos noticias de los pesares y amenazas del pasado.

CABO DE GATA II


Una llanura yerma se extiende entre el mar y la sierra. Batida por el viento, sometida a la soledad de las horas, bañada por el sol, resiste la presión de las construcciones del entorno. Es un espacio amplio que ayuda a liberar el espíritu, invitando constantemente a fundirse con su áurea, solo distraída la mirada por el Cabo de Gata al fondo. El cielo, el mar y la tierra se unen y conjugan, conformando un vértice de coincidencia donde se confunden. Se produce un encuentro con la magia, en este campo baldío, superficie donde juega la luz, derramándose por múltiples torrentes para inundarlo todo. Se inicia el camino hacia el Cabo de Gata.

EL OCASO DEL CISNE

Autor: Santiago Ydáñez. Título: Tránsito. Lugar: Crucero Bajo del Hospital Real. Hasta el 27 de abril.


Santiago Ydáñez presenta una propuesta inquietante, construida como artificio simbólico para relatar la victoria de la eternidad sobre la vanidad del momento, mostrada en el fugaz instante de su esplendor.

La obra expuesta  así lo relata, configurada por rostros afligidos, doloridos, de expresión barroca algunas veces, con miradas sin brillo, perdidas, muertas… o acaso, caras presas de un sufrimiento infinito congeladas en el instante del tránsito.  

Acompañan a estas piezas rostros conocidos rescatados del pasado, más algún guiño del presente, con gestos impasibles, atentos hacia la nada, intercalando otros que contemplan de forma inquietante al espectador, para recordarle su estado fugaz.

Y con ellos el búho, atento y misterioso, rey de la oscuridad, portador de la sabiduría mágica y trasformadora, que acompaña el tránsito hacia el trasmundo. En espera se encuentra el bello cuerpo femenino, hermosura en todo su esplendor, pero fenecido, esperando la decadencia. La pieza del cisne muerto ilustra muy bien la anterior, pues es el símbolo de la belleza. Postrado y sin vida describe muy bien el paso entre las dos caras de la realidad, la visible y aquella escondida en su envés.

Las obras de Santiago Ydáñez  poseen la fuerza del gesto, que se convierte en protagonista más allá de la propia persona que representa, pues extrae el sentimiento para plasmar la imagen que refleja. Elabora sus piezas con un dibujo preciso y economía cromática, distribuyendo inteligentemente las piezas en la Sala para crear una atmósfera pesada, triste, que trasciende el tiempo e intenta retratar el paso a otro estado de la realidad. Y como eje de todo el conjunto se erige el toro rampante, en su máximo poderío, a punto de sucumbir, símbolo de fuerza y vida, sacrificio ofrecido a los dioses para poder perpetuarla.

Tiene claro este pintor la idea que quiere representar en sus composiciones, expresadas en piezas de poderoso efecto visual, gracias a la energía que el artista ha ido acumulando en su periplo personal para plasmarla en el cuadro.

UN CUENTO CHINO

Título: Un cuento chino. Autor: Juan Vida. Lugar: Biblioteca de Andalucía. Hasta el 27 de abril.

Envuelta en un mundo de fantasía, feliz y libre de miedos, vive Julia, movimiento que rompe la quietud milenaria de su entorno. Es ilusión, sueños cumplidos que se hacen imagen, ternura y alegría. Refleja el tiempo futuro en su mundo de inocencia, bajo el cuidado del rey de los cuentos.

En un entorno sencillo, donde los elementos depositados refuerzan la figura central de la protagonista, o su alegoría del mono, travieso, imprevisto, activo y juguetón, aparecen espacios pintados con una limpieza visual que cubren el intrincado camino de su composición, cuando la complejidad se esfuma en un océano de colores vibrantes, tocados por el refulgente dorado, símbolo de la plenitud, y azules en su diversidad de tonalidades, que se organizan en un conjunto suave, delicado, que transcurre apacible, ajeno al dictado del tiempo, pues sólo existen Julia y su fantasía.

En la definición cromática de cada pieza mostrada acompaña la calidez que definen sus colores, según la situación descrita; más intenso cuando se trata de la añoranza del pasado, del torbellino de la niña que rompe la placidez del universo regido por el orden universal confuciano, o con tonos más ligeros,  cuando quiere describir las imágenes de los sueños, evanescentes, ligeras y elegantes, que sin estridencias ni densidades producen un poderoso impacto visual. Pues Juan Vida introduce en los cuadros de cromatismo apacible un dibujo rotundo que se esfuma en el color, para mezclarse con el cosmos de radiaciones emanadas, y relatar susurrante el cuento chino que hace partícipe de su emoción al espectador que los contempla.

Juan Vida sigue asombrando, sin necesidad de cambios radicales,  jugando con el lenguaje del color y la precisión del gesto, que su hábil dibujo permite configurar,  produciendo obras de calidad y armonía visual, que dejan escrita en el recuerdo la belleza serena contenida en cada obra colgada.

PAISAJES DE LA VIDA

Título: Técnicas del paisaje. Autores varios. Galería de Arte Cidi Hiaya. Hasta el 19 de abril.

El título de esta exposición es el motivo que aúna a los pintores que en ella participan, desde vertientes estilísticas diferentes, con técnicas y sentimientos distintos, consiguiendo transmitir un mosaico de impresiones que se funden en una idea común: el diálogo constante de la persona con el universo.

En los cuadros que muestra Augusto Moreno se percibe una obra de tonos oscuros, velada por la pátina del tiempo, produciendo el efecto de imágenes que levitan en el espacio de los sueños.

Víctor Tristante presenta un conjunto dispar, en el que se encuentran obras de corte clásico, que no dicen nada, y otras de gran calidad y elegancia en su concepción cromática.

María del Castillo exhibe acuarelas de impresión simple, equilibradas en el color, fáciles de contemplar, poseyendo una gran delicadeza y trazo sensible.

Rafael Mesa ofrece obras de composición compleja, enmarcando un caos cromático cuyas radiaciones bailan en la retina, que simula la percepción originada por la información visual que selecciona el paisaje contemplado.

El color y la geometría son los distintivos de las composiciones de Pepe Molero, conteniendo un suave equilibrio que se desliza sin estridencias, para dejar un poso en la mirada tras su contemplación.

Del Olmo posee una obra de tremendo impacto en la mirada, siendo la soledad del paisaje percibido la sensación sentida, surgiendo desasosiego, intimidad. Las pinceladas suaves, envueltas en un halo dorado, inducen al silencio, grandeza e inanidad de la existencia.

Luis Orihuela deposita en sus piezas un haz de tonalidades vibrantes, que se comprimen entre sí, para triunfar en el cuadro sin conseguirlo, pues su impronta es fugaz y en el recuerdo queda el movimiento que todo muta.

Carlos Olvera expone una obra de configuración sólida, de gravidez conferida por los tonos usados, que generan tránsito y un murmullo interior que quiere recitar la melodía del cosmos.

Las piezas mostradas en esta exposición son de calidad y buen tono comercial.

miércoles, 13 de abril de 2011

CABO DE GATA I


Quiero pintar el Cabo en estas páginas, definir sus formas, atrapar su espíritu, reflejarlo en imágenes y palabras, contener su esencia en estas líneas sobre papel.
Recuerdo la primera imagen que su presencia dejó impresa cuando lo conocí en mi niñez, todavía virgen y libre, lozano y exuberante de agreste transcurrir, inmerso aún en el olvido de las tierras ancladas en el sueño de los siglos.
El Cabo de Gata esconde en su envés el poso del tiempo, rutina que deambula ajena a su entorno, mutando continuamente su faz, más su esencia es siempre contenida, guardada, velada...
En este poso van acumulándose los cambios, vivencias, fuerzas telúricas en fin, que son las que irradian su influencia al visitante.
Es difícil atrapar, y reflejar en un texto, el espíritu del Cabo, pero sólo el atisbo de su halo consigue seducir a
quien lo intuye y presiente. Por ello utilizo fotografías acompañadas de textos con estructura poética, que enlazados sepan transmitir las sensaciones aprehendidas a toda mirada limpia, que quiera conectar con el universo mágico que su imagen arropa.Quiero pintar el Cabo en estas páginas, definir sus formas, atrapar su espíritu, reflejarlo en imágenes y palabras, contener su esencia en estas líneas sobre papel.
Recuerdo la primera imagen que su presencia dejó impresa cuando lo conocí en mi niñez, todavía virgen y libre, lozano y exuberante de agreste transcurrir, inmerso aún en el olvido de las tierras ancladas en el sueño e los siglos.
El Cabo de Gata esconde en su envés el poso del tiempo, rutina que deambula ajena a su entorno, mutando continuamente su faz, más su esencia es siempre contenida, guardada, velada...
En este poso van acumulándose los cambios, vivencias, fuerzas telúricas en fin, que son las que irradian su influencia al visitante.
Es difícil atrapar, y reflejar en un texto, el espíritu del Cabo, pero sólo el atisbo de su halo consigue seducir a quien lo intuye y presiente. Por ello utilizo fotografías acompañadas de textos con estructura poética, que enlazados sepan transmitir las sensaciones aprehendidas a toda mirada limpia, que quiera conectar con el universo mágico que su imagen arropa.

EL RÍO

Verdor profundo que serpentea en el lecho del Valle. Arañazo de gigante en la seca costra endurecida de la faz almeriense, del cual brota húmeda vida, recuerdo del paradisíaco pasado, cuando el fulgor de la espontánea belleza vibraba en la inmensidad de formas vivientes que todo abarcaba, cobija al río Almanzora, que da aliento fresco al árido paisaje, dureza visual que daña la mirada.

El río orada y crea formas en la sufrida faz de esas tierras, manteniendo desafiante el espeso follaje acotado por la nada. Río creador, vida que transcurre con las estaciones. Nace en otoño, toma fuerza en invierno y en la primavera explota de jubiloso curso desbordado de agua, para perecer en el imperio canicular. Río agotado y heroico, perdido en los recuerdos  de tiempos más felices, en épocas en las que fue río solemne, poderoso y magnífico, ofreciendo sus aguas a la navegación, sendero de mercaderes de Oriente, curso para aventureros, encuentro de culturas.

Aguas breves que pasean fugaz su humedad insuflando vida en los márgenes que acoge, siendo reflejo y guía de Cantoria, referencia constante en todas direcciones, punto de referencia sobre el que se asienta el solar del municipio. Riqueza y solaz, copa saciadora al sediento en la mirada, que la deja ebria tras donar su frondosa exhuberancia.

Aguas bravas que de tiempo en tiempo reclaman lo que es suyo, arrasando todo a su alcance, inundando como espejismo de eras arcaicas el valle que su nombre lleva, mostrando su fuerza si de un bramido fuera, recordando que aún puede ser fuerte y temido.

El Río  Almanzora es la espina dorsal del Valle, vergel, granero y descanso. Es también camino hacia el mar, conexión con otros pueblos, elemento que dota de carácter común a los municipios que en sus orillas están.

Poder  y vida, nostalgia y presente, realidad cambiante que alimenta las peculiaridades propias de la comarca, define y enriquece, uniendo a los moradores de su ribera con aquellos que antes allí habitaron.

El río ha sido testigo de hazañas múltiples, de trabajos y anhelos de los pobladores que por él transcurrieron.

SÓLO JAZZ

SÓLO JAZZ



Acostado un domingo por la tarde, viendo como las luces van difuminándose hasta ser penumbra, siento pasar el tiempo, pero no me preocupa, estoy a gusto, sumido en una atmósfera acogedora, sintiendo cómo una una tenue y suave balada de jazz va arrebatándome, que como una línea recta pierde su forma adoptando sinuosidades ondulantes, resonantes de la melodía.

Ton, ton, ton...oigo el soporte rítmico sobre el cual va fluyendo ese sonido tam maravilloso que domina mi ser. Una y otra vez se repite la misma meodía, sonando diferente cuando la oigo de nuevo, enriqueciéndome más, como alimento espiritual que sacia plenemente.

Sus inflexiones, ascensiones y caídas hacen que vibre, sumergiéndome en esos sonidos libres asociados y sienta la plenitud del instante, liberado de las ataduras cotidianas. Esto es jazz, emoción, sonidos espontáneos surgidos del alma de quien los interpreta, que penetran en  los espíritus abiertos  a modo de saetas, prendiendo en ellos un fuego devorador.

Hay momentos en que el jazz se convierte en corriente electrizante que inunda el ánimo, hasta  seducir los sentidos; cuando aparece la melodía con la auténtica clave sinérgica  que espolea , revoluciona, arrebata, embriaga e introduce en el mundo onírico del ritmo todo mi ser, preso de las fluctuaciones de los altos y contrastes, que convierten en un cuadro brillante, impresionista y dinámico, si la música fuera color, esa melodía.

El jazz es así; por eso en la oscuridad ya de la hora,  me siento perdido en un oceáno de bellas sensaciones.

La tarde transcurre, mas yo hace largo tiempo que me apeé en la estación del jazz.


domingo, 10 de abril de 2011

EXPOSICION JOAQUIN CASANOVA

EXPOSICIÓN JOAQUÍN CASANOVA

COMO UN ESPEJO

Título: Cómo un espejo. Autor: Joaquín Casanova.
Palacio de los Condes de Gabia. Hasta el 24 de abril.

Entrar solo en la Sala es impresionante por las sensaciones percibidas, que aíslan al espectador del entorno real para sumergirlo en espacios interiores del subconsciente, desván de miedos.
La soledad insoportable del ser, en su mundo interior, es el eje central de esta propuesta artística, que mira al pasado como referencia imposible de modificar, cuyas consecuencias dictan el futuro, convirtiendo la realidad en sucesión de instantes insoportables, que transcurren como tortugas que el autor expone; lentas, monótonas, sin descanso, surgiendo del infinito para transformarse en la cara de mirada perdida.
La figura central de la Sala está recluida en sí, en su mundo íntimo, mirando al pasado, convertida en sal, absorta, inamovible, seca... No hay futuro, pues el pasado es presente infinito. Como decía T.S. Eliot en Cuatro cuartetos.
Pide ayuda, grita al mundo, pero es mudo su efecto, no hay respuesta, siendo percibido ajeno por el espectador, que vive en la dimensión dinámica del tiempo.
La estatua de sal permanece sola en su bañera, ajena al tiempo, ante la inmensidad del mar proyectado al fondo, eternidad que nos ahoga, cubre y disuelve, pues al final no somos nada.
Joaquín Casanova acierta en el montaje plástico presentado, relatando con acierto, tensión, buena puesta en escena y magia en la distribución temporal de las piezas, que unidas a las proyecciones, y sonido de fondo, consigue reproducir la realidad íntima de la idea obsesiva que seca el pensamiento. Por eso la sal es el elemento básico de la muestra, símbolo de vida sin esencia, seca, blanca y pura, espacio de muerte.
El artista logra crear un espacio tridimensional que se recita cíclicamente con el tiempo, con poderosa dicción plástica, convirtiendo al observador en explorador interno de la obra.
Magnífica claridad de ideas, expresada por Joaquín Casanova en esta propuesta artística, construida con sobriedad, inteligencia y limpieza expositiva.

jueves, 7 de abril de 2011

EL DEPORTE Y SU PAISAJE

Título: El deporte y su paisaje. Autor: Rafael Vega.
Centro Cultural Gran Capitán. Hasta el 17 de abril.

En la elaboración de una obra de arte es extraño observar temas deportivos, pues los pintores apuestan por otros aspectos de la realidad, el deporte en muchos casos transcurre ajeno al mundo de la cultura. El paisaje sin embargo es un tema de extensa creación, pero por su recurrencia en las obras creadas pierde interés y es difícil de superar por la calidad alcanzada.

Rafael Vega presenta en la exposición aquí comentada una obra que incita a la reflexión artística, por la estética que muestra, el dominio cromático utilizado y la solución compositiva en la que concluye sus obras. Invita también a la meditación ética, reflejando la dialéctica perenne entre el hombre y las circunstancias que oprimen su existencia.

Es interesante la conjunción realizada por R.Vega en las piezas expuestas, introduciendo en un amplio paisaje la figura heroica del deportista.

El atleta aparece solo, depositado en una entorno natural inmutable que muestra su fuerza, ante la cual es insignificante la existencia humana. El deportista lucha contra todo, ajeno al medio donde está, superándose con sus propias fuerzas, o desafiando la grandiosidad de la Naturaleza.

El pintor compone paisajes de poderosa fuerza cromática, ardientes en las horas decadentes de su fulgor, en dorado éxtasis exultante de plenitud, espectáculo natural que torna a veces en tenebrosa realidad aplastante, devastadora y violenta, descrita con azules y violáceos, que dotan de dramatismo la escena enmarcada. Compone estos paisajes con una hábil distribución cromática, consiguiendo trasmitir el efecto relatado. Y supera la estética del paisaje por la distorsión en la obra introducida, pues surge la figura de la persona en plena práctica deportiva, creando un choque estético. Genera esta presencia una tensión en el cuadro, violenta y desasosegada, que crea un diálogo entre la figura y su entorno, cuyo murmullo intuye el espectador.

Rafael Vega expresa muy bien el sentido de su obra, con fuerza impresa y belleza en los colores esparcidos, que construyen espectaculares paisajes, o escenarios de intensidad amenazante, logrando producir, al incluir al deportista en el cuadro, provocación en la mirada y desconcierto en la observación de las piezas colgadas. Ahí está su mérito.

domingo, 3 de abril de 2011

TRADUCCIONES DE LA REALIDAD

Título: Exposición colectiva. Autores: Javier Doménech, Yoshio Yamasaki, Rowuland Fade y Mika Musaraki. Galería Cartel. Hasta el 9 de abril. 39 piezas.


En la galería Cartel se muestra la obra de cuatro autores de expresiones distintas, unidos en el espacio común de la percepción de la realidad. Cada uno aborda la descripción de la imagen captada con técnicas y temáticas diferentes, desde la mirada cotidiana, silenciosa, sencilla y apacible de Yoshio Yamasaki, hasta la descripción del universo mágico de Rowland Fade, pasando por sus cuadros de realidades evanescentes o la realidad imposible y aparente de Javier Doménech y la poética concepción de la mirada de Mika Musaraki.

Desde diferentes perspectivas, cada uno intenta describir el mundo cotidiano que nos rodea. Para Yoshio Yamasaki sólo eso, imagen que merece ser rescatada y convertida en protagonista del instante, en el cual la mirada rescata los recuerdos que su presencia suscita. Expresa muy bien esta idea con precisión, sin complicaciones técnicas ni conceptuales, quizá de forma poco apasionada.

Rowland Fale imprime el pulso temporal en las piezas colgadas, en las cuales se diluyen los personajes en un océano convulso y heterogéneo, de claridades que agonizan, en cuyo ocaso la existencia se borra en la memoria. Los cuadros aquí expuestos poseen una buena definición compositiva, con una organización cromática delicada, en la que la impresión de los personajes de la cultura secular dotan de fuerza e intensidad al conjunto. Sin embargo los collages que también ofrece este autor, contienen una configuración de energía tremenda en el concepto que aguarda, por donde transcurre una letanía que quiere conectar con el trasmundo.

Mika Murakami es sencilla en su expresión plástica, limpia de elementos innecesarios, que se centra en la esencia para mostrar un conjunto de piezas producto de sus ensoñaciones, elementos icónicos simbólicos que componen haikus visuales.

Javier Doménech presenta una serie de dibujos, al alfiler de tabla, de elaboración compleja, más un óleo, en los que el motivo de su composición son las fachadas y edificios de Granada, que tiemblan ante la mirada, disolviéndose la solidez que aparenta, apareciendo envueltas de un telón oscuro, que refuerza su presencia. La obra mostrada por este pintor es de factura muy elaborada, confiriéndole un halo trascendente en su observación.

Las obras expuestas en la galería Cartel son de calidad variada, destacando entre ellas las piezas de Javier Doménech y Rowland Fade. Las otras dos pintoras poseen un nivel aceptable, de buen valor comercial, cuyo recuerdo se difumina tras el tiempo.