Una llanura yerma se extiende entre el mar y la sierra. Batida por el viento, sometida a la soledad de las horas, bañada por el sol, resiste la presión de las construcciones del entorno. Es un espacio amplio que ayuda a liberar el espíritu, invitando constantemente a fundirse con su áurea, solo distraída la mirada por el Cabo de Gata al fondo. El cielo, el mar y la tierra se unen y conjugan, conformando un vértice de coincidencia donde se confunden. Se produce un encuentro con la magia, en este campo baldío, superficie donde juega la luz, derramándose por múltiples torrentes para inundarlo todo. Se inicia el camino hacia el Cabo de Gata.
jueves, 21 de abril de 2011
CABO DE GATA II
Una llanura yerma se extiende entre el mar y la sierra. Batida por el viento, sometida a la soledad de las horas, bañada por el sol, resiste la presión de las construcciones del entorno. Es un espacio amplio que ayuda a liberar el espíritu, invitando constantemente a fundirse con su áurea, solo distraída la mirada por el Cabo de Gata al fondo. El cielo, el mar y la tierra se unen y conjugan, conformando un vértice de coincidencia donde se confunden. Se produce un encuentro con la magia, en este campo baldío, superficie donde juega la luz, derramándose por múltiples torrentes para inundarlo todo. Se inicia el camino hacia el Cabo de Gata.
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