domingo, 31 de julio de 2011

LA MIRADA PERDIDA III

MUCHA MIGA
Noviembre 1995

             El  colectivo  de  pintores  La  Miga  expone  en  Arte Directo.  Está formado   este   grupo   por  Jesús  Carlos  Cardenete,  Tobías Flores y Manuel Moreno, cada uno con  un estilo  propio e inquietudes; pero en los tres existe  como nexo  de  unión  la   preocupación   por   el  hombre,  sus  sentimientos y existencia.  El conjunto de obras colgadas confirman todo esto.

             J.C.  Cardenete presenta creaciones de  un  interesante nivel  plástico,  con  una tremenda  carga  conceptual  que  intenta  transmitir  de forma rotunda al  espectador.  Sabe  expresar  y tiene muchas cosas que decir, su obra posee  la         suficiente  calidad  como para situarle en la  constelación actual de pintores granadinos.  En sus cuadros puede el espectador sentir la soledad de la  existencia.  Cuando  en la intimidad de cada  uno,  nos  preguntamos  la respuesta a todo aquello que mueve la vida, aparece  la  soledad  del  ser   en   el  desierto  de   la  ignorancia. Y esto lo expresa muy bien Cardenete.  Pero  su  mensaje  va más allá,  esta  pregunta  es  la antesala  para  el consejo que el autor repite en cada  una  de  sus  piezas:  el saber mirar el entorno  que  acoge  al hombre,  la  búsqueda  de   escenarios,   libres  de  otras injerencias,  que  produzcan  la  suficiente  concentración  para obtener la respuesta.

             Los  cuadros   de   Cardenete   intentan  traspasar  la  realidad,  que como un velo oculta lo que de verdad  existe y  que  los  sentidos son incapaces de captar. He  aquí  su  descubrimiento:  el hombre es un extraño en el medio que lo          arropa,  y  la  única   manera   de  incorporarse a  él  es  empapándose  de  las  radiaciones   que  nuestros  sentidos   intuyen, aunque a veces no comprenden.             Y  como  pretexto,  el autor juega con  la  imagen,  se  divierte,  ofreciendo nuevas perspectivas a la mirada.  Sus cuadros  son serenos, profundos y a la vez exploradores  de  otras formas de dicción  plástica.

             Manuel  Moreno,  más   académico y  preocupado  por  el  hombre,  que  convierte en objetivo central de  la  mirada, refleja  en  su  obra los sentimientos   que  le  absorben,  moviéndose  en  un clima de pasión, con ciertos  toques  de         sensualidad.  Ahí está  la respuesta de M.Moreno a la última pregunta,  sobre qué mueve la vida. Todo expresado con  una fuerza pictórica impresa con oficio.

             Y  el tercer vértice de este grupo es Tobías  Martín. Su  obra  está   inmersa en las vanguardias clásicas,  rezumando surrealismo;  se recrea dentro de estos parámetros buscando novedosos rumbos en los caminos de creación artística.
            
El conjunto de obras expuestas en Arte Directo muestra  frescura,  fuerza,  y un paso m s hacia la  consecución  de formas originales en la concepción pictórica.



                                                        FRUTA SALVAJE
Enero 1996.

Muerdo el fruto, el señuelo,
la pulpa ácida, amarga,
de la verdad que ofreces.

José Lupiáñez    " El espejo inclinado ".


       Carmen M. Ortíz Góngora presenta su obra en la  galería  Arte Directo.


               Esta   joven   pintora   granadina,   ya   con  algunas exposiciones  en  su haber, muestra una creación  llena  de  sugerencias  originales,  sin abandonar los surcos  de  una vanguardia clásica.

               Las  piezas   colgadas   son   portadoras  de  fuerza y frescura,  vibraciones de pasión laten en ellas.  Comunican al espectador  un  universo íntimo cuya descripción  verbal resulta  imposible. Pues cuando los sentimientos han de ser transmitidos,  la   lírica   es   insuficiente, actuando  la expresión  plástica  como única  solución  válida, artificio creado  por  la  autora para transferirnos a través  de  su  obra   el  torbellino pasional que la inunda; suscitando al  contemplarla una inquietud indefinida, cuyo desasosiego se         traduce en el sabor amargo que produce la fruta salvaje.

               Expresa  la  autora  en  su  creación,  las  invisibles sutilezas  aprehendidas  de la realidad, como nos avisa  con los  versos dedicados a la exposición: " Sacar quisiera  la  esencia    /  de  la   realidad   contemplada, /ver tras  la ventana, / la  belleza  y  el misterio/ de la  existencia  "; dolor,  amor,  pasión tórrida, son los parámetros en  torno  gira la producción pictórica presentada.

               Con esta exposición, Carmen Ortíz se consolida aún  más en  el  difícil sendero   de   la   pintura,  prometiendo  desarrollar  estos  planteamientos plásticos  hacia  campos  propios, donde pueda reinar de forma absoluta.




                                                   DÉDALO EN EL LABERINTO
Enero 1996

Este tiempo me ha dado
para que viva ausente,
al ocaso de un lento
sucumbir de promesas.
No hay un solo camino
que conduzca al milagro:
ni esperanza mejor
sino infierno que crece.

José Lupiáñez. " El espejo inclinado "
       
        
               Germán  Bandera  ( Málaga, 1962) presentó en  Enero  su obra  pictórica  en   la   sala   de   exposiciones  de  la Universidad Popular de Jaén.

               Al  contemplarla, siente  el  espectador  una  tremenda  desazón  frente  al océano inmenso que se esconde  tras  la  realidad:  una  eternidad inaprensible, cargada  de  fuerza  inquietante, y sin embargo tan simple en apariencia.

               Con  trazos  tenues,  aparentemente  sencillos,  Germán Bandera  busca   transgredir   el   artificio  irreal   que nosotros   percibimos,   explorando   por   los   múltiples  vericuetos  que ahí están, buscando la clave de aquello que es ante nuestros ojos.

Por    eso   sus   cuadros   aparecen   simbólicos, delicuescentes,  impresos algunas veces en ese instante  en el  cual  va difuminándose la imagen y se perfila  la  cara  oculta   de   las   cosas,   su   verdadera   esencia   en definitiva.

               Quiere  comprender y traspasar con la mirada el  objeto  de  su  obra,  expresándolo  con  un  vocabulario  plástico terriblemente  sencillo  y  por eso  complejo,  inaccesible  para los no iniciados en el secreto de la existencia.

               Informal, no conforme con la percepción regalada,  pide  más,  insaciable en el inagotable camino hacia la  inanidad del  mundo,  persiguiendo la  comunión con él. Sus cuadros constituyen  una aventura orgiástica del intelecto, en pos           de un viaje maravilloso dirigido a comprender el trasfondo de  la  fantasía  visual. Expresado todo  con  un  lenguaje  poético, libre  del  barroquismo pictórico usado por  muchos otros.

               Poderosa  savia   recorre   las   venas  del  artista, derramada  por  sus  pinceles de  forma  sublime,  etérea y simple.
              Y mientras, Germán Bandera no sigue conforme; busca.           



CANTICO DE SOLEDAD

Palacio de la Madraza.Noviembre 1995.

               Juan  A.  Corredor  ( Bujalance,  Córdoba,   1940)   ha presentado   de   forma   rotunda   su   última   creación artística.

               Compuesta ‚ésta de un conjunto de esculturas y  cuadros, en  donde aparecen  impresas  las   señas  distintivas  del autor;  huellas de fuerza, pasión, descarga emocional de un pasado  triste,  dejando  entrever   un  halo  triunfal  de  esperanza.

               La  solidez  y  energía palpitante  de  sus  esculturas generan  vibraciones de serenidad acechante del torbellino furioso, una tensión contenida se condensa en éstas.

               En  las  piezas  colgadas   ocurre  otro  tanto  igual; abordando el    mismo    tema    desde    planteamientos distintos  consigue  potenciar el sentimiento motor  de  su obra.

               En  ella,  seres solitarios, abandonados en  la  aridez gris  de  un  mundo  vacío sin  perspectivas,  buscan  la liberación salvadora en la luminosidad que, desde un  lugar ignoto, les anuncia tiempos felices.

               Aquí  radica  la importancia de la  idea  creadora  del artista:  la  esperanza  es la fuerza vital  que  mueve  al mundo.

               En sus cuadros consigue efectos maravillosos, geniales,           potenciando la  expresión angustiosa y suplicante con leves guiños al  espectador, produciendo un efecto sinérgico  en la  expresión de los sentimientos de sus  criaturas.

               En  todas las piezas expuestas, J.A. Corredor hunde su inspiración  en  las  raíces de  la  cultura  mediterránea, volviendo  a  redescubrir todas las manifestaciones que  se han  sucedido, recogiendo en este peregrinar los  elementos básicos  que  la definen, ofreciendo formas  originales  de dicción plástica, sin romper con la tradición.

     Consigue expresar novedosas sugerencias creadoras con materiales  de   siempre,   transmutando   lo   clásico  en vanguardia,  convirtiéndose  en auténtico alquimista de  la imagen.

     Ha   puesto   en   escena   sentimientos  terriblemente desesperados, dejando abierta   la  posibilidad  de  un cántico triunfal de esperanza.

               Habría que definir esta exposición como grito que lanza el  artista,  cuán  gesta  épica de héroe,  en  el  páramo espiritual de nuestro tiempo.

              Su obra palpita, vibra, posee alma.



GONZALEZ CABALLERO EN ARTE DIRECTO
                         ( O el triunfo de los sentimientos)
Diciembre 1995.

Cuando miramos un cuadro esperamos que éste nos suscite sentimientos  "especiales”, sintonice con la  porción  de divinidad  que  llevamos  dentro  y  haga  sentir  momentos  esplendorosos,   evocadores   de   otras   realidades.   Se          vislumbra  entonces un universo aparte, algo distinto a  la racional  existencia ¿digo racional? que el  ser  humano soporta en nuestra sociedad.
          
Y  González  Caballero consigue todo ésto con  su  obra pictórica. Las  piezas  colgadas presentan  un  mundo  geométrico, distorsionado  por  la mirada del pintor, el cuál desde  su interior  recorre un intrincado camino onírico,  plasmando con  sus  pinceles  la visión subyacente que  posee  de  la realidad percibida.

Dice no tener idea preconcebida alguna sobre la  obra a realizar,  pero  la  verdad  es que  inhibe  su  consciente expresando  de forma sólida y rotunda la versión propia  de la  angustiosa  necesidad de escapar. Busca la  salida  que libere  de  la opresión coercitiva, la libre  contemplación del dorado horizonte preñado de verdades.

Sus cuadros  reflejan  decorados  lineales,   contornos agresivos,  potenciando   este   efecto   con   tonalidades cromáticas  portadoras  de violentas radiaciones.  Espacios absurdos,  como la realidad estándar admitida, se abren al         contemplar  sus lienzos. En todos ellos aparecen puertas, pasillos  que  conducen al escape liberador, o  simplemente oquedades misteriosas, incitadoras a ser atravesadas.

En  esta obra el autor expresa de forma  descarnada  el paisaje  invisible que nos rodea, paisaje mental, sofocante y cerrado. Pero siempre hay una salida.

Otra  porción de las piezas expuestas, manteniendo  la idea  central  que   sustenta   la   pintura   de  González Caballero,  exhibe seres anónimos, vibrantes, envueltos con un  halo,  oprimidos  y   solitarios,   desnudos  sin  nada          material  que  ofrecer;  sólo los  sentimientos  resisten y quedan,  el  resto  es mero  artificio  que   narcotiza  la existencia.

El   amor, la  pasión,  la ternura,  es   lo   único verdadero;  quizás  sean éstas las salidas que  el  autor ofrece, o sólo una forma de soportarlo todo.
          
   Al final los sentimientos triunfan.


POESIA DE LO COTIDIANO

Cayetana García en la galería Jesús Puerto. Enero 1996

Saber  mirar,  captar el momento idóneo en el  cual  se produce  la  conexión del yo con el entorno, no  es  fácil. Sólo  una  sensibilidad plena de poesía puede ser capaz  de percatarse  de  esos instantes especiales, plasmándolos  en el lienzo.

Cayetana García hace todo ésto. Va apuntando en su obra los  detalles  de  la  realidad  cotidiana,  actuando  como testigo que da fe de su existencia.              Los  extrae  del   medio   donde  están,  elevándolos a elementos  centrales  de  una obra de arte,  portadores  de lírica intimista. Añoranzas del pasado, deseos por cumplir, quizás sueños...

Nos  hace  comprender  que los objetos  que  rodean  la existencia,  hasta  el  más   humilde,  constituyen  piezas imprescindibles  para  describir la idea que se  tiene  del mundo;  resalta  su  imagen   en   el  lienzo,  apareciendo entonaciones poéticas que alimentan los sentimientos. Con  la  mirada  descubre, su mano  plasma, y  en  los cuadros aparecen instantes salvados del olvido.

En  esta  primera  exposición,  en  la  Galería  Jesús Puerto, se  ve  que  Cayetana promete  deslizarse  por  el brumoso   universo  del más allá, búsqueda  que  traspasa la  imagen, resultando un realismo intenso, constructor de           visiones  personales, que la llevar n a un nuevo espacio de dicción  pictórica,  donde   pueda   presentar  unas  señas características, que permitirán destilar el contenido de lo observado, descubriendo la auténtica dimensión consciente, y percibir la salmodia infinita que resuena en  lo creado.



EL CAMINO DE LA TRANSCENDENCIA


           Porque  nosotros, allí  donde   sentimos,  nos  evaporamos”

                                 R.M. Rilke " Elegías de Duino "


        Exposición de Luis Orihuela Hervás. Palacio de Santa Inés. (Granada)
                                                Febrero-Marzo. 1996


Algunas  veces la imagen percibida provoca  sensaciones indefinibles que causan  una inquietud  latente,  cuyas erupciones periódicas sacuden emocionalmente   hasta eclosionar  en  un auténtico torrente cromático, cuando  es el  pintor el  que  se  expresa, que producen  un  universo mágico.

Este es el caso de Luis Orihuela Hervás;  el impacto sufrido  al contemplar el cuadro cinético del paisaje en un viaje  comenzado como cualquier otro, produjo un  artificio intelectual  cuya belleza sólo podía ser expresada mediante la  pintura, siendo sus manos transmisoras titánicas en  el trabajo  de plasmación del recuerdo iniciático, convertido en  auténtica  comunión con el trasmundo que  impregna  lo creado.

El  resultado  ha  sido   una  obra  serena,  barroca y elegante,  producto de la maestría que los años de oficio regalan  al peregrino perdido en los ignotos espacios de la expresión plástica.

En las piezas expuestas encontramos la ruta que  parece conectar  con  el universo hermético  que circunda nuestras vidas, y  que  la  razón  impide  sea  descubierto; se  puede apreciar  los murmullos del indescifrable diálogo mantenido entre  el cielo, aéreo resplandor cuya visión seduce, y  la tierra,  naturaleza veladora de entes fantásticos. Tuvieron que  pasar  años   para   que   aquella  experiencia  fuera digerida;  las  imágenes descompuestas, y mezcladas  con  el           sentimiento que suscitaron, produjeron la expresión plástica de  la verdadera realidad percibida por el artista, libre de la conciencia  pensante. He aquí la mirada verdadera.

Luis  Orihuela consigue reproducir la  imagen  cinética tal  como la observa el viajero,  pero no sólo eso, sino con los espíritus que allí habitan. Esto es lo que convierte a su obra en especial, pues  la intemporalidad  es   reflejada,   pudiendo   el  espectador sentirse  sumergido  en  ella y ser rozado por  la esencia divina,  siendo el pintor el mago que consigue mostrarla; y           aunque  en  la  mayoría  de los casos lo  niegue  de  forma rotunda,  ser   el  instrumento con que jueguen  los  eones para  irradiar  la  belleza.

Contemplar estos cuadros es vislumbrar el camino de  la trascendencia.
                             


ANOTACIONES DEL PEREGRINO

                     Exposición de Juan Alcalde. Palacio de la Madraza. Abril 1996

Cuando intentamos recordar algo  la  memoria nos ofrece los rasgos  fundamentales  de la visión  evocada.  Aparece compuesta  de líneas sencillas y de impresiones cromáticas, mezcladas  con las sensaciones que suscitaron, haciendo el ánimo de envolvente sentimental que califica el momento.

En la producción de Juan Alcalde se puede observar ésto. Sus  paisajes  urbanos  son   definiciones  simples  de  un recuerdo, expresado con una estructura esquemática, libre de   barroquismos   y   añadidos   innecesarios. Primando únicamente lo fundamental.

La fuerza de los trazos, las claridades que consigue en sus piezas, logran transmitir el sentimiento que recorrió al artista en ese instante de percepción.

Igual  ocurre en los cuadros donde aparecen  personas o distintos  objetos,  presentan la  misma simplicidad de  su vocabulario plástico.  En todos, la rigidez de las formas predomina  sobre  el  colorido, pues  éste  depende  del          momento.

Encuadrar  el  estilo  de Juan  Alcalde  es  imposible; aunque  esté   cimentado  en conceptos  cubistas  asume  las distintas  corrientes  que  se han ido sucediendo,  más  la impronta  propia  del autor, confiriendo a su  pintura  una categoría de singularidad ajena a cualquier otro.

El trasfondo de la obra de J. Alcalde oculta una  serie de  claves fáciles de interpretar: la vida urbana del siglo XX  ha  sofocado  toda humanidad en el ambiente.  Sólo  son protagonistas  de  la  existencia las frías formas  de  las          edificaciones.  El  hombre  es invisible en  este  medio, o acaso una  mancha con cara borrosa e indefinida. La luz  es la  que  dicta la imagen de  las  cosas;  si  se  distingue alguna  persona, se puede ver cómo deambula perdida,  no es nada. El  entorno geométrico  se  muestra  opresivo, agresor de la individualidad humana.

En  algunas  piezas  aparecen   las  chimeneas  de  las fábricas,  elemento  estético   y   característico   de  la modernidad.

Las personas están, cuando  se distinguen como  tales, circunscritas  en espacios cerrados. Sus sentimientos  nada importan a la precisión de la técnica.

Desde una visión personal J. Alcalde actúa como testigo de su tiempo, expresando  todo  con  maestría  pictórica y fuerza.

En sus creaciones encontramos contenidas las atmósferas, las luces,  sensaciones  en  definitiva,  que refuerzan el mensaje que el autor comunica.

Pese  al  planteamiento frío de  las  composiciones  se intuye  un  no  sé qué escondido tras  la  apariencia,  que vibra  y  late en el espacio oculto del cuadro.  Quizás  sea ésta  la idea última que subyace en las piezas del  pintor. Estas  forman  un  conjunto  de  estampas  de  la  realidad vivida,  testimonio de un peregrinar  en  busca de la  gran respuesta.

El  conocimiento sensitivo  acumulado, puede   expresarse solamente por la pintura.