lunes, 25 de julio de 2011

LA MIRADA PERDIDA. I

SE RESCATAN EN ESTA SERIE AQUELLAS EXPOSICIONES DE LAS CUALES HICE CRÍTICA, APARECIENDO EN LOS DIARIOS CRÓNICA DE GRANADA, MAGAZINE DE ARTE DADÁ, LA PROVINCIA DE GRANAD E IDEAL. RECOGEN LAS EXPOSICIONES CELEBRADAS EN GRANADA DESDE 1995 HASTA 1998. MUESTRA CÓMO ERA EL ARTE AL FINAL DEL SIGLO XX EN NUESTRA CIUDAD.

Existía una gran ebullición cultural, sobre todo en el mundo plástico, donde se experimentaba, y daba oportunidades de expresión pictórica en las numerosas galerias existenyes y que ahora están cerradas, casi todas. Galerías como Dadá, Arte Director, El Buen gobierno, Laberinto, Xauen, Elvira, Ascensión Morillas, Plaza d ela Marina La General, Trinunfo La General, Contemporánea, Jesús Puerto llegaron a coexistir, y todavía persisten Ceferino Navarro, Cartel y Sandunga. Los viernes solía ser el día de las presentaciones, siendo estas Salas lugar de encuentro, intercambio y creación de proyectos. Era frecuente ver a los artistas pasearse por estos espacios, tan difícil hoy. Moscoso, Bazam, Xaverio, Pedro Jiménez, Pepe del Ojo, Gerardo Rosales, Mari Tere Martín Vivaldi, María José de Córdoba, Pilar Marín, Amesa, Pepe Carmona, Padial, Pepe Martín, Juan Vida, Lagares, ... tantos que  me perdería en los renglones.


            TRAS LAS HUELLAS DE PROMETEO

 Primavera 1995. Galería Dadá.

Lo difícil  en  arte  es  ser original. La  búsqueda  de nuevas  formas de expresión parece imposible, están vedadas a los mortales. Sólo queda el camino de la  reelaboración, persiguiendo  nuevos  contrastes  que  den  marchamo de originalidad a la obra.

No es criticable esto sino loable y merecedor de toda  admiración.  La perfección exige recorrer una senda infinita en  pos del ideal, la belleza pura aparece como recompensa inaprensible,  está ahí, pero  nunca  es  satisfecho su dominio.

Frente a este arte evocador, existen otros artistas que buscan  nuevas  vías, conscientes  de  su  dificultad.  Han  optado  por  la vía revulsiva, exploradora de los arcanos que encierra  la  intimidad humana, así como su entorno.

Estos seres prometeicos asaltan el Olimpo intentando   hacerse con  el  botín  más preciado: el  sentido  de  la  existencia,  la luz que ayude  avanzar  por  caminos transgresores, pero que encierran en sí el nuevo concepto  de la belleza.

Y Amesa, María Antonia Mesa ( Guadix, 1951), es una de   ellos. Exploradora  del mundo íntimo, recorre en sus obras  un intrincado sendero en busca de la luz. Deambula, imagina, siempre tras  la huella de su " amado ", de aquello con cuyo contacto sentir  la plenitud de la existencia.

Para ello escruta símbolos y sueños, dejando en esta  peregrinación  a través de la oscuridad,  pistas,  mensajes y  claves para quienes osen seguirla. Al final del trayecto percibe  la  luz,   alegría embriagadora del espíritu, describiendo un mundo onírico,  intemporal y estático, donde sólo  importa la atmósfera aérea  que  lo envuelve todo; es su oro alquímico.

Aunque nos dice, que su conquista no es plena, lo  vislumbra, y tímidamente se atreve a pasar de lleno a él.

La obra de Amesa está  marcada por la geometría, por los  colores telúricos que sustituyen a las formas, y la fuerza  descargada  en  sus trazos, huellas de la  batalla  librada  contra la cotidianeidad para traspasar sus fronteras.

En la Galería de Arte Dadá  podremos descubrir lo último  en pintura, a través de la obra singular de Amesa.



                                                    LAS ACUARELAS DE J.CARMONA

                                        José Carmona en la Galería Elvira. Mayo de 1995

Contemplar las acuarelas de J.Carmona es ser  inundados por  el torrente colorista contenido en ellas, consiguiendo producir un estado de  ánimo en el   espectador,   sereno y empapado de belleza. La comunión con las imágenes recreadas         en su obra es fácil, sólo hay que desearla.

En  ‚éstas  la  luz   lo   invade  todo,  como  potentes  superficies  emanadoras  de claridades  sólidas aparecen los  cuadros  de  este pintor; plenos de  vigor  cromático,        portadores  de alegría. Una corriente vital recorre toda la obra,  mostrando   rotundos   los   paisajes  y  edificios  pintados.

Con  técnica  depurada y trazos sutiles,  J.Carmona  va recorriendo  en  sus  acuarelas   una   serie  de  imágenes evocadoras  de  sentimientos líricos,  románticos a  veces, reflexivos  otras.  Dejando  en el poso  del  recuerdo  una  sensación  de  quietud  y armonía íntima, que  integran  al espectador  en  la  imagen evocada. Posee  la  cualidad  de saber  plasmar aquello que nos dice algo. La sensibilidad de su  mirada capta la belleza circundante, aunque sea lo  más humilde  y  cotidiano.   Todas   sus   composiciones  están  presididas  por la luz cegadora que impresiona la  memoria; tal  es su fuerza, que la realidad parece desvanecerse para dar  cabida  a un mundo cristalino, a punto de cruzar  los umbrales  de la irrealidad. A veces el exceso transforma la esencia.
  
Las  acuarelas  que nos muestra en la Galería  de  Arte  Elvira constituyen  un  cántico al mundo que  nos  rodea,  especialmente  de  aquellos lugares testigos de  una época ajena al ritmo trepidante que soportamos.



CUANDO LA REALIDAD ES CAPTADA

                                                    Hángel. Galería Elvira.  Mayo de 1995.

Por  la  luz conocemos  el universo que nos acoge,  sus rayos recortan las siluetas dándole forma en nuestros ojos. 

Esta  es la idea central que recorre la obra de Hangel.  Una  luminosidad apacible, procedente de un lugar que por no ser  claramente  intuido  es por ello misterioso, y un  ambiente  silente, gracias a los fondos oscuros donde se recortan las figuras, crean una atmósfera serena, cálida y acogedora.

El  realismo  de  sus   cuadros,  toma  fuerza  con  la asociación  de impresiones que consigue transmitir; utiliza  la  luz  para hacer resaltar el color, que bulle  inflamado hasta  absorber  el  dibujo, produciendo  la  solidez  como  efecto.  Así   aparecen   sus   retratos   grávidos,   casi  asequibles al tacto de quien los contempla.

 La  conjunción entre luz y volumen dotan a sus obras de profundidad, espacio inabarcable que se supone está   ahí, tras la penumbra.

Hángel  (  Miguel  Ángel  López  Montero,  Motril, 1956) demuestra  con los cuadros expuestos en la Galería de  Arte   Elvira  el alto nivel pictórico que posee; debido a la fina  sensibilidad   y   agudeza    perceptiva   con    que  está dotado, consigue  reflejar  en sus retratos  los  destellos  espirituales  desprendidos  por los personajes  que  pinta,  otorgándoles vida propia.

En su obra no cabe detalle superfluo, pues todos forman parte  de una estructura compositiva concisa, confiriéndole  sobriedad y elegancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario