MUCHA MIGA
Noviembre 1995
El colectivo de pintores La Miga expone en Arte Directo. Está formado este grupo por Jesús Carlos Cardenete, Tobías Flores y Manuel Moreno, cada uno con un estilo propio e inquietudes; pero en los tres existe como nexo de unión la preocupación por el hombre, sus sentimientos y existencia. El conjunto de obras colgadas confirman todo esto.
J.C. Cardenete presenta creaciones de un interesante nivel plástico, con una tremenda carga conceptual que intenta transmitir de forma rotunda al espectador. Sabe expresar y tiene muchas cosas que decir, su obra posee la suficiente calidad como para situarle en la constelación actual de pintores granadinos. En sus cuadros puede el espectador sentir la soledad de la existencia. Cuando en la intimidad de cada uno, nos preguntamos la respuesta a todo aquello que mueve la vida, aparece la soledad del ser en el desierto de la ignorancia. Y esto lo expresa muy bien Cardenete. Pero su mensaje va más allá, esta pregunta es la antesala para el consejo que el autor repite en cada una de sus piezas: el saber mirar el entorno que acoge al hombre, la búsqueda de escenarios, libres de otras injerencias, que produzcan la suficiente concentración para obtener la respuesta.
Los cuadros de Cardenete intentan traspasar la realidad, que como un velo oculta lo que de verdad existe y que los sentidos son incapaces de captar. He aquí su descubrimiento: el hombre es un extraño en el medio que lo arropa, y la única manera de incorporarse a él es empapándose de las radiaciones que nuestros sentidos intuyen, aunque a veces no comprenden. Y como pretexto, el autor juega con la imagen, se divierte, ofreciendo nuevas perspectivas a la mirada. Sus cuadros son serenos, profundos y a la vez exploradores de otras formas de dicción plástica.
Manuel Moreno, más académico y preocupado por el hombre, que convierte en objetivo central de la mirada, refleja en su obra los sentimientos que le absorben, moviéndose en un clima de pasión, con ciertos toques de sensualidad. Ahí está la respuesta de M.Moreno a la última pregunta, sobre qué mueve la vida. Todo expresado con una fuerza pictórica impresa con oficio.
Y el tercer vértice de este grupo es Tobías Martín. Su obra está inmersa en las vanguardias clásicas, rezumando surrealismo; se recrea dentro de estos parámetros buscando novedosos rumbos en los caminos de creación artística.
El conjunto de obras expuestas en Arte Directo muestra frescura, fuerza, y un paso m s hacia la consecución de formas originales en la concepción pictórica.
FRUTA SALVAJE
Enero 1996.
Muerdo el fruto, el señuelo,
la pulpa ácida, amarga,
de la verdad que ofreces.
José Lupiáñez " El espejo inclinado ".
Carmen M. Ortíz Góngora presenta su obra en la galería Arte Directo.
Esta joven pintora granadina, ya con algunas exposiciones en su haber, muestra una creación llena de sugerencias originales, sin abandonar los surcos de una vanguardia clásica.
Las piezas colgadas son portadoras de fuerza y frescura, vibraciones de pasión laten en ellas. Comunican al espectador un universo íntimo cuya descripción verbal resulta imposible. Pues cuando los sentimientos han de ser transmitidos, la lírica es insuficiente, actuando la expresión plástica como única solución válida, artificio creado por la autora para transferirnos a través de su obra el torbellino pasional que la inunda; suscitando al contemplarla una inquietud indefinida, cuyo desasosiego se traduce en el sabor amargo que produce la fruta salvaje.
Expresa la autora en su creación, las invisibles sutilezas aprehendidas de la realidad, como nos avisa con los versos dedicados a la exposición: " Sacar quisiera la esencia / de la realidad contemplada, /ver tras la ventana, / la belleza y el misterio/ de la existencia "; dolor, amor, pasión tórrida, son los parámetros en torno gira la producción pictórica presentada.
Con esta exposición, Carmen Ortíz se consolida aún más en el difícil sendero de la pintura, prometiendo desarrollar estos planteamientos plásticos hacia campos propios, donde pueda reinar de forma absoluta.
DÉDALO EN EL LABERINTO
Enero 1996
Este tiempo me ha dado
para que viva ausente,
al ocaso de un lento
sucumbir de promesas.
No hay un solo camino
que conduzca al milagro:
ni esperanza mejor
sino infierno que crece.
José Lupiáñez. " El espejo inclinado "
Germán Bandera ( Málaga, 1962) presentó en Enero su obra pictórica en la sala de exposiciones de la Universidad Popular de Jaén.
Al contemplarla, siente el espectador una tremenda desazón frente al océano inmenso que se esconde tras la realidad: una eternidad inaprensible, cargada de fuerza inquietante, y sin embargo tan simple en apariencia.
Con trazos tenues, aparentemente sencillos, Germán Bandera busca transgredir el artificio irreal que nosotros percibimos, explorando por los múltiples vericuetos que ahí están, buscando la clave de aquello que es ante nuestros ojos.
Por eso sus cuadros aparecen simbólicos, delicuescentes, impresos algunas veces en ese instante en el cual va difuminándose la imagen y se perfila la cara oculta de las cosas, su verdadera esencia en definitiva.
Quiere comprender y traspasar con la mirada el objeto de su obra, expresándolo con un vocabulario plástico terriblemente sencillo y por eso complejo, inaccesible para los no iniciados en el secreto de la existencia.
Informal, no conforme con la percepción regalada, pide más, insaciable en el inagotable camino hacia la inanidad del mundo, persiguiendo la comunión con él. Sus cuadros constituyen una aventura orgiástica del intelecto, en pos de un viaje maravilloso dirigido a comprender el trasfondo de la fantasía visual. Expresado todo con un lenguaje poético, libre del barroquismo pictórico usado por muchos otros.
Poderosa savia recorre las venas del artista, derramada por sus pinceles de forma sublime, etérea y simple.
Y mientras, Germán Bandera no sigue conforme; busca.
CANTICO DE SOLEDAD
Palacio de la Madraza.Noviembre 1995.
Juan A. Corredor ( Bujalance, Córdoba, 1940) ha presentado de forma rotunda su última creación artística.
Compuesta ‚ésta de un conjunto de esculturas y cuadros, en donde aparecen impresas las señas distintivas del autor; huellas de fuerza, pasión, descarga emocional de un pasado triste, dejando entrever un halo triunfal de esperanza.
La solidez y energía palpitante de sus esculturas generan vibraciones de serenidad acechante del torbellino furioso, una tensión contenida se condensa en éstas.
En las piezas colgadas ocurre otro tanto igual; abordando el mismo tema desde planteamientos distintos consigue potenciar el sentimiento motor de su obra.
En ella, seres solitarios, abandonados en la aridez gris de un mundo vacío sin perspectivas, buscan la liberación salvadora en la luminosidad que, desde un lugar ignoto, les anuncia tiempos felices.
Aquí radica la importancia de la idea creadora del artista: la esperanza es la fuerza vital que mueve al mundo.
En sus cuadros consigue efectos maravillosos, geniales, potenciando la expresión angustiosa y suplicante con leves guiños al espectador, produciendo un efecto sinérgico en la expresión de los sentimientos de sus criaturas.
En todas las piezas expuestas, J.A. Corredor hunde su inspiración en las raíces de la cultura mediterránea, volviendo a redescubrir todas las manifestaciones que se han sucedido, recogiendo en este peregrinar los elementos básicos que la definen, ofreciendo formas originales de dicción plástica, sin romper con la tradición.
Consigue expresar novedosas sugerencias creadoras con materiales de siempre, transmutando lo clásico en vanguardia, convirtiéndose en auténtico alquimista de la imagen.
Ha puesto en escena sentimientos terriblemente desesperados, dejando abierta la posibilidad de un cántico triunfal de esperanza.
Habría que definir esta exposición como grito que lanza el artista, cuán gesta épica de héroe, en el páramo espiritual de nuestro tiempo.
Su obra palpita, vibra, posee alma.
GONZALEZ CABALLERO EN ARTE DIRECTO
( O el triunfo de los sentimientos)
Diciembre 1995.
Cuando miramos un cuadro esperamos que éste nos suscite sentimientos "especiales”, sintonice con la porción de divinidad que llevamos dentro y haga sentir momentos esplendorosos, evocadores de otras realidades. Se vislumbra entonces un universo aparte, algo distinto a la racional existencia ¿digo racional? que el ser humano soporta en nuestra sociedad.
Y González Caballero consigue todo ésto con su obra pictórica. Las piezas colgadas presentan un mundo geométrico, distorsionado por la mirada del pintor, el cuál desde su interior recorre un intrincado camino onírico, plasmando con sus pinceles la visión subyacente que posee de la realidad percibida.
Dice no tener idea preconcebida alguna sobre la obra a realizar, pero la verdad es que inhibe su consciente expresando de forma sólida y rotunda la versión propia de la angustiosa necesidad de escapar. Busca la salida que libere de la opresión coercitiva, la libre contemplación del dorado horizonte preñado de verdades.
Sus cuadros reflejan decorados lineales, contornos agresivos, potenciando este efecto con tonalidades cromáticas portadoras de violentas radiaciones. Espacios absurdos, como la realidad estándar admitida, se abren al contemplar sus lienzos. En todos ellos aparecen puertas, pasillos que conducen al escape liberador, o simplemente oquedades misteriosas, incitadoras a ser atravesadas.
En esta obra el autor expresa de forma descarnada el paisaje invisible que nos rodea, paisaje mental, sofocante y cerrado. Pero siempre hay una salida.
Otra porción de las piezas expuestas, manteniendo la idea central que sustenta la pintura de González Caballero, exhibe seres anónimos, vibrantes, envueltos con un halo, oprimidos y solitarios, desnudos sin nada material que ofrecer; sólo los sentimientos resisten y quedan, el resto es mero artificio que narcotiza la existencia.
El amor, la pasión, la ternura, es lo único verdadero; quizás sean éstas las salidas que el autor ofrece, o sólo una forma de soportarlo todo.
Al final los sentimientos triunfan.
POESIA DE LO COTIDIANO
Cayetana García en la galería Jesús Puerto. Enero 1996
Saber mirar, captar el momento idóneo en el cual se produce la conexión del yo con el entorno, no es fácil. Sólo una sensibilidad plena de poesía puede ser capaz de percatarse de esos instantes especiales, plasmándolos en el lienzo.
Cayetana García hace todo ésto. Va apuntando en su obra los detalles de la realidad cotidiana, actuando como testigo que da fe de su existencia. Los extrae del medio donde están, elevándolos a elementos centrales de una obra de arte, portadores de lírica intimista. Añoranzas del pasado, deseos por cumplir, quizás sueños...
Nos hace comprender que los objetos que rodean la existencia, hasta el más humilde, constituyen piezas imprescindibles para describir la idea que se tiene del mundo; resalta su imagen en el lienzo, apareciendo entonaciones poéticas que alimentan los sentimientos. Con la mirada descubre, su mano plasma, y en los cuadros aparecen instantes salvados del olvido.
En esta primera exposición, en la Galería Jesús Puerto, se ve que Cayetana promete deslizarse por el brumoso universo del más allá, búsqueda que traspasa la imagen, resultando un realismo intenso, constructor de visiones personales, que la llevar n a un nuevo espacio de dicción pictórica, donde pueda presentar unas señas características, que permitirán destilar el contenido de lo observado, descubriendo la auténtica dimensión consciente, y percibir la salmodia infinita que resuena en lo creado.
EL CAMINO DE LA TRANSCENDENCIA
“ Porque nosotros, allí donde sentimos, nos evaporamos”
R.M. Rilke " Elegías de Duino "
Exposición de Luis Orihuela Hervás. Palacio de Santa Inés. (Granada)
Febrero-Marzo. 1996
Algunas veces la imagen percibida provoca sensaciones indefinibles que causan una inquietud latente, cuyas erupciones periódicas sacuden emocionalmente hasta eclosionar en un auténtico torrente cromático, cuando es el pintor el que se expresa, que producen un universo mágico.
Este es el caso de Luis Orihuela Hervás; el impacto sufrido al contemplar el cuadro cinético del paisaje en un viaje comenzado como cualquier otro, produjo un artificio intelectual cuya belleza sólo podía ser expresada mediante la pintura, siendo sus manos transmisoras titánicas en el trabajo de plasmación del recuerdo iniciático, convertido en auténtica comunión con el trasmundo que impregna lo creado.
El resultado ha sido una obra serena, barroca y elegante, producto de la maestría que los años de oficio regalan al peregrino perdido en los ignotos espacios de la expresión plástica.
En las piezas expuestas encontramos la ruta que parece conectar con el universo hermético que circunda nuestras vidas, y que la razón impide sea descubierto; se puede apreciar los murmullos del indescifrable diálogo mantenido entre el cielo, aéreo resplandor cuya visión seduce, y la tierra, naturaleza veladora de entes fantásticos. Tuvieron que pasar años para que aquella experiencia fuera digerida; las imágenes descompuestas, y mezcladas con el sentimiento que suscitaron, produjeron la expresión plástica de la verdadera realidad percibida por el artista, libre de la conciencia pensante. He aquí la mirada verdadera.
Luis Orihuela consigue reproducir la imagen cinética tal como la observa el viajero, pero no sólo eso, sino con los espíritus que allí habitan. Esto es lo que convierte a su obra en especial, pues la intemporalidad es reflejada, pudiendo el espectador sentirse sumergido en ella y ser rozado por la esencia divina, siendo el pintor el mago que consigue mostrarla; y aunque en la mayoría de los casos lo niegue de forma rotunda, ser el instrumento con que jueguen los eones para irradiar la belleza.
Contemplar estos cuadros es vislumbrar el camino de la trascendencia.
ANOTACIONES DEL PEREGRINO
Exposición de Juan Alcalde. Palacio de la Madraza. Abril 1996
Cuando intentamos recordar algo la memoria nos ofrece los rasgos fundamentales de la visión evocada. Aparece compuesta de líneas sencillas y de impresiones cromáticas, mezcladas con las sensaciones que suscitaron, haciendo el ánimo de envolvente sentimental que califica el momento.
En la producción de Juan Alcalde se puede observar ésto. Sus paisajes urbanos son definiciones simples de un recuerdo, expresado con una estructura esquemática, libre de barroquismos y añadidos innecesarios. Primando únicamente lo fundamental.
La fuerza de los trazos, las claridades que consigue en sus piezas, logran transmitir el sentimiento que recorrió al artista en ese instante de percepción.
Igual ocurre en los cuadros donde aparecen personas o distintos objetos, presentan la misma simplicidad de su vocabulario plástico. En todos, la rigidez de las formas predomina sobre el colorido, pues éste depende del momento.
Encuadrar el estilo de Juan Alcalde es imposible; aunque esté cimentado en conceptos cubistas asume las distintas corrientes que se han ido sucediendo, más la impronta propia del autor, confiriendo a su pintura una categoría de singularidad ajena a cualquier otro.
El trasfondo de la obra de J. Alcalde oculta una serie de claves fáciles de interpretar: la vida urbana del siglo XX ha sofocado toda humanidad en el ambiente. Sólo son protagonistas de la existencia las frías formas de las edificaciones. El hombre es invisible en este medio, o acaso una mancha con cara borrosa e indefinida. La luz es la que dicta la imagen de las cosas; si se distingue alguna persona, se puede ver cómo deambula perdida, no es nada. El entorno geométrico se muestra opresivo, agresor de la individualidad humana.
En algunas piezas aparecen las chimeneas de las fábricas, elemento estético y característico de la modernidad.
Las personas están, cuando se distinguen como tales, circunscritas en espacios cerrados. Sus sentimientos nada importan a la precisión de la técnica.
Desde una visión personal J. Alcalde actúa como testigo de su tiempo, expresando todo con maestría pictórica y fuerza.
En sus creaciones encontramos contenidas las atmósferas, las luces, sensaciones en definitiva, que refuerzan el mensaje que el autor comunica.
Pese al planteamiento frío de las composiciones se intuye un no sé qué escondido tras la apariencia, que vibra y late en el espacio oculto del cuadro. Quizás sea ésta la idea última que subyace en las piezas del pintor. Estas forman un conjunto de estampas de la realidad vivida, testimonio de un peregrinar en busca de la gran respuesta.
El conocimiento sensitivo acumulado, puede expresarse solamente por la pintura.
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