lunes, 25 de julio de 2011

GRANADA O LA CIUDAD ALQUÍMICA


Si nos fijamos en el mapa de Granada capital, se observa que al unir con líneas la torre de la iglesia de San Miguel Bajo, La Torre de la Vela y la Capilla Real de la Catedral aparece un triángulo equilátero perfecto.

San Miguel Bajo está situado en el Albaycín, solar antiguo, cuyo origen se pierde en el conocimiento de los tiempos, asentada sobre restos de edificaciones romanas e incluso más antiguas,  su nombre representa el símbolo de la luz plateada, Plata del alquimista, sierva de la Luna, heredera de la época de la diosa madre; en esta iglesia la simbología es rica, la fuente de su fachada, la cueva y el dragón vencido por San Miguel, representan lo húmedo y fértil, la tradición neolítica  mediterránea.

La torre de la Vela está situada en la Alhambra, monte rojo, áureo cárdeno, espejo del oro, imagen del Sol. Solar de pueblos nómadas, adoradores de la luz, masculinidad impregnada en el astro rey. Herederos de la tradición de la edad de los metales, donde la transmutación de  los minerales no era realizada por la madre tierra sino por el hombre, titán prometeico sublevado al dictado de los genios o dioses telúricos. En las ruinas de la Alhambra se encuentran restos de fortificaciones que se esconden en la noche de los tiempos. Antes que los cartagineses, los pueblos iberos ocuparon su solar, como posteriormente también los romanos, godos y árabes, usaron este emplazamiento como fortaleza vigilante de la nueva conquista.

La Capilla Real de la Catedral, está edificada sobre  los cimientos de la torre Turpiana de épocas prerromanas, la cual era considerada ombligo de la Tierra, y comunicación con el Averno donde el dios Plutón el gran transmutador y los genios telúricos obran sin cesar en sus fraguas de metalúrgicos. Constituye esta torre el tercer punto del triángulo, representando la oscuridad, cárcel, tal y como se llama una de las calles que da a la Catedral, espacio hermético, obra inconclusa, siendo la imagen del mercurio, elemento transmutador, que encierra los metales sencillos en su seno, apartándolos de las miradas, para renacer entre sus espumas como una Venus radiante, oro puro, perfección de la creación, terminación de toda la obra. En la Catedral están enterrados los Reyes Católicos, descansando y dormidos, cerrando el triángulo,  esperando la hora que sea necesario su despertar. De acuerdo al mito del rey dormido, aguardando la edad de oro. Verdaderos Al Gorr de las leyendas góticas altomedievales. Este mito ha llegado hasta nuestros días. Existe otro mito que afirma la existencia del rey del mundo, eternamente longevo, en la ciudad de los inmortales, el Sangrilab de las leyendas hindúes. Habita en las entrañas del planeta, y por conductos subterráneos se conecta con las grandes urbes de la tierra, Roma, Jerusalén, Constantinopla, Toledo, Granada... Por eso en una ciudad esperan al Mesías, en otras al rey cristiano del Tajo, o simplemente duermen aguardando el fin de los tiempos, la gran conflagración vislumbrada por Orígenes, donde restaurarán la nueva edad de oro, dando comienzo a un nuevo kaliyuga. Son trasmutadores de los tiempos, acelerando su declive para que la noche transcurra fugaz, y pronto las plomizas nubes del horizonte se tornen en gloriosas igniciones doradas, mutando de plomo a oro.  Mientras, en las frías y agónicas horas de la noche se intenta desvelar el rastro del Amado, percibir el rumor de su verbo generador, aspirar el embriagador aroma que su halo produce, en éxtasis contemplativo.

Todas estas explicaciones definen la importancia del tercer punto. El triángulo es el símbolo de la propiedad constructora de la Naturaleza, otorgada a Salomón. Es el símbolo alquímico transplantado a un lugar. Hay entornos que acumulan tanta fuerza que influye en sus habitantes. El triángulo la canaliza.

En el centro del Triángulo se encuentra la cuesta de San Gregorio, cuya iglesia, allí mismo situada, está repleta de símbolos de la orden de Santiago, vemos pues que aparecen las huellas de órdenes militares, herederas de aquellas fundadas en Jerusalén. ¿ Guardianes de qué?

Hay leyendas que afirman que el tesoro de Salomón está en Granada depositado. El río Darro, Dauro o de Oro, atraviesa la figura triangular. Por avatares de la historia, piensan que  el tesoro de D. Rodrigo, para los que no lo saben tesoro del Templo de Salomón (arrebatado por el emperador Tito y posesión del Imperio hasta su usurpación por Alarico, ajuar de la monarquía visigoda) descansa en este lugar, capricho del destino. Cerca de esa calle está la cuesta de la Cava, otro lugar que se supone está escondido dicho tesoro.  No es importante el tesoro en sí, sino el poder de transmutación que su influencia conlleva. Más se podría decir de todo eso.

A Eslava Galán le entregué un artículo que publiqué en Crónica de Granada, infelizmente desaparecido,  sobre este asunto en 1995, en el Centro Cultural Gran Capitán, se llamaba "El Triángulo de Salomón". Según este escritor jiennense se hallaba el tesoro de este rey en Jaén, otra ciudad con fuertes adherencias alquímicas (más tarde en su libro “La lápida templaria”  incluye en la figura de Pío Expósito, el cual entregaba en Granada, al protagonista, información sobre el tesoro de Salomón.)

Gran número de ciudades guardan configuraciones arquitectónicas con el fin de regular la fuerza telúrica existente en su entorno. ¿Para qué? Son muchas las explicaciones, algunas están en este artículo y otras las puede deducir el lector.

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