Autor: Felipe Ortega Regalado. Título: Pantagruélico. Lugar: Sala Arrabal y Cía. Fecha: Hasta el 8 de enero de 2012.
La exhuberancia, el desbordamiento exagerado que se convierte en casi procacidad lujuriosa en la mirada, es el halo que cubre la obra presentada por Felipe Ortega Regalado, pintor afincado en Sevilla que pese a su juventud contiene una madurez creativa profunda, de sólida base intelectual, que alimenta el sustrato de todas sus producciones. Presenta en esta propuesta diecinueve dibujos, más un montaje de múltiples elementos sobre una pared de la Sala. Afirma el autor que la idea que sustenta el conjunto mostrado está recogida en el título de la exposición, Pantagruélico, superación de la medida razonable hacia el desbordamiento de toda lógica existente.
Con un dibujo correcto, limpio de trazos innecesarios, describe una botánica fantástica, rica en detalles y posibilidades, palpitante y llena de vida. La primera mirada nos refleja un conjunto de plantas irreales, rescatadas de reinos exóticos, lejanos, donde la edad de oro aún persiste. Parecen extraídas de algún manuscrito medieval, simbólico y hermético, que encierra delirantes descripciones de jardines maravillosos, de cruces entre el mundo vegetal y animal, donde la magia de su imagen irradiada, de la pulpa milagrosa vivificadora que contiene el fluido de los dioses, transmite el mensaje sobre la posible existencia del País de las Manzanas de Oro.
Pero la comprensión de la obra configurada por Felipe Ortega Regalado es mucho más compleja, pues se desarrolla como un relato alquímico, donde indaga en la esencia de la realidad tangible, del principio creador de la vida, construyendo en cada pieza un golem con existencia propia. Esta idea es la que acompaña la producción del artista, siendo cada obra colgada en la Sala los restos de la senda hacia los arcanos del origen de la imagen real.
Surge como resultado plantas imaginarias cristalizadas sobre un dibujo exacto, sencillo y claro, sin cromatismo alguno, convirtiéndose en punto de proyección del yo de cada espectador, que vislumbra sus emociones y anhelos, inquietudes y fantasías. Quien mira sus composiciones se une con el autor, trasladándose al subconsciente colectivo del origen de la vida.
Quizá sólo sea todo lo señalado anteriormente un artificio teórico para describir una idea simple: mostrar lo sencillo y dejarse llevar por su reflejo hacia la nada. Lo simple siempre encierra lo complejo, y se alcanza a expresarlo gracias a una inteligencia artística elevada, seria planificación en el trabajo, más la habilidad para mostrar el discurso creativo con una apariencia ligera e intrascendente. Una sola florecilla encierra la magia del mundo.
Francisco, muchísimas gracias por tus palabras. Pocos son los que han escrito con tino sobre mi obra, pero sin duda alguna este texto borda de forma precisa aquellos horizontes por donde asoma mi obra. Te lanzo un fuerte abrazo y subrayo la gratitud que siento por tus tan generosas palabras.
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