EL COLOR DEL TIEMPO
El tiempo es como la brisa que pasa suave, acariciando
sedosamente en momentos de
templanza, seducidos por la
calidez del momento sentido; otras veces aparece como ambiente pesado, cargado,
asfixiante, lento y somnoliento. Ocurre también que se enerva y azota con
fuerza, arrancando todo a su paso, mostrando su poder. El tiempo pasa y el
paisaje permanece, quedando su efecto como recuerdo. La acción que ejerce no
trastoca en su esencia la naturaleza de la materia, la trasforma, pero siempre
está presente la impronta que impregna la mirada.
El
autor plástico rescata en su obra la naturaleza perenne de la escena
visualizada, salvando la irradiaciones que deposita en el recuerdo. Sus cuadros
recrean paisajes tranquilos, apacibles y estáticos. Son ajenos a las tormentas
ejercidas por el devenir de las horas, salvando la sustancia que le da cuerpo,
propiedades y peso en la emoción generada al ser contemplado.
El
pintor representa esta idea en un trabajo equilibrado, de figuración
tradicional, expresado en un lenguaje lírico, dejando en su producción un
aroma visual que extrae de la
contingencia temporal al espectador. Su producción es desarrollada con un
dibujo preciso, que evapora su fuerza gracias a un colorido suave, delicado,
elegante y amable, predominando los
verdes, ocres, grisáceos, marrones, ... en una decadencia contemplativa
descrita en un lenguaje plano, susurrante, que incita al pensamiento poético.
Supera la factura de una pintura clásica, dotándola con su huella personal,
consiguiendo mostrar un conjunto de agradable gusto comercial.
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