LA ODISEA DE LOS DÍAS
ARTE, PINTURA, CRÍTICA
martes, 2 de septiembre de 2025
OBRA DE MANUEL RUIZ
martes, 26 de agosto de 2025
UNA TARDE DE PRIMAVERA
Rompe la luz la monotonía verde del árbol, abrazándola con pasión, con furia e intensidad, haciendo arder su figura en el verde dorado de su reflejo. Pasión profunda del último arrebato del día, de la claridad que quiere explotar en su triunfo, locura radiante que surge esplendorosa. La retina queda sumida en su imperio, en la locura visual que su imagen provoca, éxtasis del instante, que traslada la mirada fuera del espacio lógico, sólo el Yo y la Luz.
Paseo infinito, camino hacia la noche, acompañado del fulgor desvaído del fuego verde, en su tímida hacia el ocaso. Viaje hacia el final, inabarcable, sin conclusión, sólo calzada, más calzada, no hay término, y mientras, la luz se evade de su impregnación en los árboles, imágenes que marcan el ritmo de la derrota diaria, cuando se aguarda la oscuridad veladora de lo real.
Claridad que se difumina, en el escenario extraído del tiempo, fuga hacia la intemporalidad, surgida como destello pasajero, resplandor tímido en el momento último de la Luz. Es un encuentro sin continuidad, encuentro con la fantasía, que se deshace en el ritmo de los instantes.
La luz avisa de su fin, en su extinción gradual, aunque unos rayos quieren escapar a su destino, fundiéndose en el cromatismo de las hojas y tallos, penetrando en su interior, mostrando un resplandor apagado, pues su origen las reclama, para que se una con el disco solar en su ocaso diario.
Ocultos en las sombras anidan los genios de la noche, otean el paso final de la luz, esperando el momento en los que extender su capa oscura, en el fresco penetrante, espacio infinito hacia el mundo misterioso del submundo, cuando lo real se deshace en fantasía.
El Sol se convierte en un sueño pasado, mas su realidad es ahora sueño de esplendores venideros, en la mañana que aguarda. Entra en el inframundo, en su eterno paseo por los abismos sujetos al caos, silencios y olvido. Su paseo salva, ilumina los recuerdos, recata las ánimas de su exilio terrenal, surgiendo sus sombras en los espacios invisibles de la noche. Tras la montaña muestra su riqueza radiante pasajera, pero no hay que ser pesimistas, el futuro es suyo, siempre suyo, en su eterno retorno hacia el reino del resplandor vivificante del mediodía.
Cae la noche, cantada por los grillos y autillos, rumor permanente en los campos oscuros, compañeros de seres ensoñados. El azul se desvanece, presentando en el momento final la faz de otras realidades inmateriales, más allá del combate eterno entre la luz y las tinieblas.
Es un recuerdo sólo, en la antesala hacia el mundo sensitivo de la noche. Luz ausente, luz cautiva, luz errante, que se escapa del horizonte, asolado el espíritu con su partida, pese a ofrecer el dorado decadente de sus atributos. Cae la luz abatida ante las tinieblas, soledad y recogimiento, toma forma la noche con su presencia.
viernes, 22 de agosto de 2025
JOSÉ ANTOLÍNEZ Y SU CUADRO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
jueves, 14 de agosto de 2025
LA PUERTA DE MI CASA, DE MARGA BLANCO
martes, 12 de agosto de 2025
PALABRA ADIVINADA, POEMAS DE J.TUVILLA Y ACUARELAS DE ROSA RODRÍGUEZ
PALABRA ADIVINADA
La palabra precisa, en su limpieza descarnada, pinta el paisaje en la imaginación. José Tuvilla Rayo describe en sus poemas las acuarelas de Rosa Rodríguez López, delimitando la silueta del alma que en cada una de ellas está contenida.
Proyecta su verbo lírico sobre los espacios almerienses, sus paisajes, pueblos y señas de identidad común, cualidad propia y distintiva. Me refiero a la luz de sus campos, sumergidos en el espíritu del aire, rumor de los genios que por ellos transitan, ejerciendo su influjo caprichoso, silbos ululantes, evocadores de miedos en las oscuras noches invernales, potenciadores de vigor y vida en el amanecer, cuando la luz triunfa. Siempre acompañada por el azul limpio de los cielos invernales, cristal helado reflejo de un paisaje puro, o alterado en las diversas tonalidades celestes del estío, ambos en competencia con el azul profundo marino.
José Tuvilla muestra un lenguaje poético estructurado, sereno, soportado en un armonioso ritmo contenido, sujeto al poder de la palabra, pues es ella quien interesa, para describir la estampa del entorno recogida en las acuarelas, conjuntadas con la musicalidad de sus estrofas, pues ambas suponen la misma imagen, expresada en el eco musical que la vibración sensitiva propone.
En las acuarelas es la combinación cromática, y su juego de intensidades, quien dirige el ritmo visual, que en el caso del poema está descansada en el vaivén oscilante del vocablo elegido, cuya conjunción genera el acorde sonoro supuesto en la visualización de la pieza.
Ambas impresiones centran su atención en la desnudez de los campos, libres de la exuberancia vegetal, vacíos y ocres, azotados por el viento, espacio vital en el que las claridades triunfan, someten la mirada, la inundan, para transportarla hacia horizontes oteadores de la transrealidad, del encuentro imposible, mística luminosa que anega el pensamiento.
La sólida poesía de J. Tuvilla está acompañada de chispazos visuales, de punzante penetración sensitiva, que traspasan la realidad para adentrarse en el mundo que subyace en la fantasía, cualidad plástica expresada en las acuarelas de Rosa Rodríguez, de gran impronta, pintora que muestra una excelente calidad plasmada en sus piezas.
La obra de ambos artistas, prologada por la mirada original de Juan José Ceba, está contenida en el libro “Palabra Adivinada”, editado por el Ayuntamiento de Alhama de Almería.
viernes, 1 de agosto de 2025
SOBRE JOSÉ MIGUEL CHICO LÓPEZ Y EL PREMIO DE PINTURA GREGORIO PRIETO