EL JARDÍN MÍSTICO
Autor: Juan Antonio Díaz. Título:Jardín abierto para
Carlos Cano. Lugar:Fundación Euroárabe. Fecha: Hasta el 30 de enero.
Fresca, desenvuelta y agradable, es la propuesta ofrecida por Juan Antonio Díaz. El color suave se difumina en su esencia dentro de la profundidad del cuadro, creando reverberaciones en la retina, dejando un poso ligero que se deposita en toda la superficie. Un cromatismo etéreo, que anega la imagen del jardín presentido por el pintor, palpita en todo el espacio, permitiendo entrever manchas que rompen la uniformidad de la pieza. En una repetición azarosa se expresan las flores, creando un ritmo íntimo en las ondulaciones de las densidades diversas de la tonalidad expresada por su paleta. Este jardín es una rememoración del alma nazarí, elevada a visión fantástica, cuando se resume en sus trazos en el recuerdo. Es por lo que introduce la figura de Carlos Cano, que supo cantar la esencia granadina.
Su trabajo es silente, concentrado en el genio que habita en el entorno floral, remanso de paz, lugar de reflexión y encuentro con la trascendencia, siempre acompañado por el rumor del agua que trascurre por sus acequias.
La propuesta de Juan Antonio Díaz es un breve poema, sencillo en el vocabulario plástico usado, pero profundo en el significado del sustrato portado, que hunde el pensamiento hacia la abstracción de la forma, para unirse en el devenir del cosmos. Consigue que la mirada se libere en su conjunción con el acompasado vaivén del color. Las composiciones están elaboradas con aparente sencillez, usando mínimos elementos, para concluir en una producción de significado intenso. Juega con la topografía cromática, para crear los efectos deseados.
Juan Antonio Díaz demuestra su habilidad y maestría plástica.
Fresca, desenvuelta y agradable, es la propuesta ofrecida por Juan Antonio Díaz. El color suave se difumina en su esencia dentro de la profundidad del cuadro, creando reverberaciones en la retina, dejando un poso ligero que se deposita en toda la superficie. Un cromatismo etéreo, que anega la imagen del jardín presentido por el pintor, palpita en todo el espacio, permitiendo entrever manchas que rompen la uniformidad de la pieza. En una repetición azarosa se expresan las flores, creando un ritmo íntimo en las ondulaciones de las densidades diversas de la tonalidad expresada por su paleta. Este jardín es una rememoración del alma nazarí, elevada a visión fantástica, cuando se resume en sus trazos en el recuerdo. Es por lo que introduce la figura de Carlos Cano, que supo cantar la esencia granadina.
Su trabajo es silente, concentrado en el genio que habita en el entorno floral, remanso de paz, lugar de reflexión y encuentro con la trascendencia, siempre acompañado por el rumor del agua que trascurre por sus acequias.
La propuesta de Juan Antonio Díaz es un breve poema, sencillo en el vocabulario plástico usado, pero profundo en el significado del sustrato portado, que hunde el pensamiento hacia la abstracción de la forma, para unirse en el devenir del cosmos. Consigue que la mirada se libere en su conjunción con el acompasado vaivén del color. Las composiciones están elaboradas con aparente sencillez, usando mínimos elementos, para concluir en una producción de significado intenso. Juega con la topografía cromática, para crear los efectos deseados.
Juan Antonio Díaz demuestra su habilidad y maestría plástica.
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