El mar está en calma, la flotilla navega hacia el noroeste, camino de Filipinas. La isla de Santa Cruz quedó atrás, malos recuerdos guardan para Isabel. El Sol quema, no puede estar mucho tiempo en cubierta, se dirige al camarote de mando. La marinería está pendiente, tensa, bajan los ojos a su paso, es temida la autoridad de la Adelantada del Mar Océano.
La gallega Isabel Barreto (1567-1612) fue la primera mujer Almirante de la Historia. Su vida fue intrépida, llena de aventuras, destacando en un mundo de hombre rudos, en sus exploraciones en los mares del Sur.
Con su marido, Álvaro de Mendaña, inició desde Perú un viaje hacia el corazón del Pacífico, en busca de las míticas islas de Salomón. Según la leyenda, que circulaba entre los marineros, aquellas tierras eran el antiguo Ofir, lugar donde situaban las minas de oro de este rey. Para aquellas mentes aventureras esas islas representaban El Dorado, un paraíso donde abundaba el oro, sitio de riqueza, en el cual adquirir gloria, honores y poder. Afirmando la veracidad de los relatos, que contaban los navegantes del Pacífico, convencieron al Virrey del Perú Hurtado de Mendoza, y se embarcaron con una flota para retornar a esas islas ya descubiertas por Mendaña. Era una misión de conquista, pues casi toda la tripulación eran hombres de armas y mar. Les acompañaban además un grupo de colonos, a los cuales convencieron con la promesa de dotarles de tierras prósperas.
En su viaje descubrieron las islas Marquesas. En las Salomón exploraron algunas de sus islas, asentándose en la que llamaron Santa Cruz. Álvaro de Mendaña falleció al contraer la malaria, dejando de heredera a doña Isabel. Durante un tiempo esperaron el resultado de sus exploraciones, mas la búsqueda no dio los resultados esperados. Todo transcurría monótono en el fin del mundo, cuando la muerte del cacique de los nativos de la isla provocó que se enfrentaran a los españoles. La lucha continua, abandono en un lugar olvidado, enfermedades, y la ausencia de grandes riquezas, precipitó la decisión de la Adelantada, decidiendo trasladarse a Filipinas. El viaje mostraba grandes inconvenientes, peligros y un rumbo desconocido. Había que confiar en la pericia de los pilotos. Isabel Barreto dirigió con mano de hierro la expedición, sorteando todos los peligros que el trayecto le fue deparando, exigiendo disciplina. Nadie se acuerda de ella, la primera mujer Almirante.
Hermoso artículo.
ResponderEliminar