EL PINTOR DE LOS CIELOS
Uno de los grandes pintores del siglo
XIX fue Fedor Vasyliev, 1850-1873, artista que, a pesar de morir
pronto, influyó en los grandes maestros del realismo ruso de su
tiempo. Vasyliev trabajó una obra amplia, centrada en los espacios
exteriores, siendo los campos y sus paisajes objeto principal de su
creación plástica.
Inicialmente vivió en San
Petersburgo, pero debido a la tuberculosis contraída, se trasladó a
Crimea, donde desarrolló lo mejor de su obra.
Fue uno de los renovadores del arte
ruso, siendo llamado el niño genio. Su obra fue muy demandada, tras
su fallecimiento, por los grandes coleccionistas de la época.
Se internó en las distintas variantes
de la figuración pictórica, unas veces en el impresionismo, en
bastantes en un realismo descarnado, como también en las formas
imperantes de la pintura romántica, de paisajes idealizados,
cargados de cromatismo intenso, en medio de los cuales personajes
estilizados desarrollan una existencia bucólica. Pero Fedor Vasyliev
ahondó en la plasmación de la realidad más auténtica, captándola
con nitidez, el reflejo oportuno, los juegos de colores de una tarde
lluviosa, el atardecer ardiente, envuelto en las horas frías que
preludian la helada madrugada.
Fue catalogado en su tiempo como
pintor de los cielos. Rotundos, inmensos, poderosos, acogedores o
amenazantes, lienzo natural, en los que sobre el fondo celeste, se
recrean múltiples combinaciones de una paleta de grises varios, por
donde la luz deja su huella en resplandores anaranjados, dorados,
rojizos, mezclados con volúmenes plomizos que avisan de la tormenta.
Este pintor quiso captar la impronta del paisaje, la lírica de la
tempestad, el rumor de las horas fronterizas de la luz, cuando la
soledad quiere sentar su presencia, siendo sus personajes meros
actores que participan de la contemplación del espectáculo del
tránsito luminoso, hacia el ocaso. Parecen cielos exagerados,
espectáculo producto de un pensamiento romántico, mas cuando se
mira la Naturaleza vemos que ésta los reproduce en su azaroso
transcurrir.
Las piezas de Fedor Vasyliev poseen un
destello especial, ensimismamiento lírico, que transcurre con
suavidad, como un relato susurrante. El pintor quería reflejar el
espíritu que anida en la tierra rusa.
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