lunes, 14 de octubre de 2019

LINEAL DE JUAN MORANTE


JUAN MORANTE Y SU LÓGICA DE LA LUZ

Autor: Juan Morante. Título: Lineal. Lugar: Museo Arqueológico de Almería. Fecha: Hasta el 5 de noviembre. Comisario de la exposición: Fernando Barrionuevo.

La luz vibra en todas sus posibilidades, definiendo la geometría, la árida estructuración lineal, cortante y fría, que define nuestro entorno urbano, expresión del intelecto humano que modifica su medio natural. Aparecen estas estructuras como muestras del ingenio de la cultura moderna, refugio y espacio para la intimidad, o también como lugar opresivo que limita la libertad de la persona. Destaca esta idea última el artista, con sus ventanas ensombrecidas, puntos donde el conocimiento está oculto por la oscuridad, extraño a la luz, sin posibilidad de ser definido.
a luz es conocimiento, libertad, expansión, realidad, todo ello en uno, pues marca los horizontes de la realidad, identifica su aspecto comprendido, otorga ritmo temporal a su existencia. Es por lo que Juan Morante ahonda en el sentido último de la sustancia que soporta la naturaleza de la luz, a través de su percepción, de las sensaciones que provoca, de la armonía que encierra su flujo, el deambular azaroso en el que cubre la materia, la destaca y expone a la mirada, mas el pintor extrae la esencia de sus claridades, descompuestas en sus tonos varios, para desentrañar el latido íntimo que recorre sus ondulaciones, sensación que se refleja en su contemplación. El autor la expone como si una partitura fuera, o condensada en estructuras circulares, de trayecto sin fin, eterna letanía que no se extingue. Juan Morante describe sus impresiones, abordando soportes alternativos a los rectángulos enmarcados. Me recuerda a dos grandes pintores que estudiaron el rastro de la luz, Ignacio Antonio, y el desaparecido Valentín Albardíaz, referencias de la pintura de vanguardia de la transición secular, pues como ellos analiza la luz en todas su declinaciones, gravedades y armonías expresadas en su amplia gamas de colores. Consigue captar el transcurrir luminoso, descubriendo resquicios por donde el espectador puede entrar en otras dimensiones posibles.
No es una confrontación entre fantasía abstracta y la razón, sino que significa un análisis profundo sobre la lógica de la luz y la representación del universo, del tiempo y la consciencia. Juan Morante lo consigue gracias a la organización de un entramado visual rico y sugerente, muy bien estructurado en la Sala, con sus pausas e imágenes excelentemente secuenciadas, que imprimen un fluir sinuoso, como si notas musicales, expuestas tridimensionalmente, fueran. La luz pasa fugaz, pero es inaprensible, aunque siempre queda el rastro que su resplandor ofrece.
















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