HOMENAJE A MANUEL SALINAS
El color se deposita rotundo en el lienzo, sobre una estructura geométrica según una disposición espacial sin continuidad lógica, que organiza un conjunto armónico, reproduciendo etereidad por la ingravidez sugerida.
En este entramado de líneas introduce el pintor un colorido intenso, de poderosa fuerza contemplativa, que rompe el orden racional para transformarse en ebriedad cromática contenida. Esta contraposición de rigidez lineal, sumida en el color, en su desbordamiento origina un temblor interno en la composición, lo cual se traduce en un cinetismo simulado.
Manuel Salinas, 1940, fue un pintor que eligió la abstracción como forma de expresión plástica. En este estilo desarrolló una obra caracterizada por el orden apreciado en la estructuración de sus piezas, la intensidad de los tonos aplicados, la conjunción de colores, armónica y chispeante, y la solidez de la conclusión visible de sus trabajos. Alegría, movimiento, y geometría que se rompe por la emoción suscitada por el color, son las notas que se quedan en la retina tras contemplar sus óleos.
El espectador se ve influido por el gozo sentido por el artista, cuando se adentra en el espíritu de la materia, relatado en la gama utilizada para representar el entorno racional que la lógica impone. Ésta al final se derrumba, por el embate de la energía encerrada en la sustancia anímica proyectada. Es un concepto metafísico la interpretación de las formas, intuido por la sensibilidad de este creador plástico.
Manuel Salinas es una referencia en la pintura vanguardista andaluza del siglo veinte, que dotó de inteligencia a la emoción caótica, y subjetiva, de otros pintores abstractos. Ahí está su mérito y diferencia.
El sábado treinta de enero falleció este pintor sevillano, pero su recuerdo queda permanente en su obra, que según expresó en una entrevista “es como una firma”, en ella está su presencia.
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