SOLO ES UNA LEYENDA
Isla de San Andrés
En el imaginario mítico medieval son
muchos los supuestos Arturos de la leyenda, atribuidos a reyes que
dejaron una fuerte impronta en la memoria popular. Uno de ellos fue
Carlomagno, el de la barba florida, rey santo al cual se le atribuyen
infinidad de aventuras, desde un viaje a Jerusalén como la búsqueda
del Grial. Al igual que el Arturo arquetípico se rodeó de un grupo
de caballeros, entre ellos Roland.
He hablado en algún artículo sobre
la presencia de Roland en Almería, dentro de las aventuras que se le
atribuyen en tierras hispánicas. En una de ellas llegó hasta la
costa de esta provincia, en persecución de su archienemigo Ferragut,
encontrado en Carboneras. Hay quien traslada la figura de Parsifal a
la persona de Roland, el cual entre las múltiples pruebas de valor
que tenia que demostrar, estaba el encargo de encontrar el Santo
Grial. Existen coincidencias en nombre y lugares, donde la
imaginación vislumbra mitos. Pudiera ser muy bien Roland el Perceval
que estuvo en el castillo del rey Pelles y encontró la santa
reliquia.
El castillo de Carbonek era la
residencia del Rey Pescador, Pelles, quien tras curarse al ser
reconocido el tesoro místico, lo trasladó a la isla de Sarras. Una
discípula de San Andrés se llamaba Sarras, y en Carboneras hay una
isla con el nombre de este santo. La leyenda, e imaginación, son los
senderos con los que se vale el subconsciente para evidenciar las
imágenes irracionales que subyacen en el mundo de la fantasía.
También se cuenta que San Indalecio
trajo a España una serie de reliquias, entre las cuales estaba el
Santo Grial, entregado por San José de Arimatea cuando el primero
estuvo en Roma. San Indalecio fue enterrado en Urci.
Se
sabe que al abad de San Juan de la Peña, don Sancho de Arinzana,
envió a los monjes García y Evencio, en torno al 1084, en busca de
su tumba, y junto a sus restos trasladó la preciada reliquia a su
monasterio, indicando otros códices que fue inicialmente custodiada
en el castillo de Montearagón, al ser entregadas las reliquias al
rey Sancho Ramírez, el día de Jueves Santo, según el monje franco
Ebretmo, que estuvo allí presente. Del castillo-abadía pasó al
monasterio de San Juan de la Peña. Desde el monasterio a Zaragoza y
recaló al final en la catedral de Valencia, por orden de Alfonso V.
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