martes, 29 de octubre de 2024

PIEDAD LOZANO EXPONE EN ESPACIO DE ARTE COLLADO

 


LA LUZ DE LA MIRADA

Piedad Lozano expone “ Una Alhambra pasada por al alma”, en el Espacio de Arte Santiago Collado.


La luz define la realidad, modulando con sus claridades las figuras y el espacio que las acoge. La luz imprime ritmo a la mirada, sensación de tiempo que transcurre, fuerza a la contemplación.
Estos supuestos estéticos son aplicados en su trabajo plástico por Piedad Lozano (Baza, 1960) en la propuesta que presenta. Las obras que la constituye plasman el universo contenido en la Alhambra, sus pasillos, patios, jardines, rincones, muchas veces desapercibidos, sus fuentes y reflejos. En todas las piezas, pasea la artista su mirada con una intencionalidad diferente de aquella que sólo comprende el monumento, sus detalles arquitectónicos o decorativos, tópicos frecuentes en muchas de las obras que abordan el paisaje alhambreño. También los hay quienes subliman su mirada atrapados por la magia e historia de su solar.
Pero Piedad Lozano supera estas miradas, sustentada en la Luz desarrolla una descripción sensitiva del ambiente, que descansa en los espacios de este monumento, sometido al paso cíclico de las horas, el cual permanece inmutable, pues es una serenidad palpada, envuelta en el silencio roto por el agua que cae en la fuente, o discurre por canales, acompañado por el canto de los pájaros. Al captar ese momento, vislumbra el estado trascendente evocador de otras realidades, posibles o imaginadas, que se superponen sobre la considerada veraz. Este es el gran acierto de la pintora, descubrir el instante fugaz en el que se abre la mirada a campos superadores de lo racional, inmersa en la emoción intemporal, reflejo de la eternidad. Consigue percibir la esencia íntima del Paraíso, pretendido trasplantar por sus constructores.
Desarrolla Piedad Lozano su obra sobre un dibujo preciso, que refleja fielmente la arquitectura racional de la Alhambra, sus repeticiones, el orden geométrico estricto, mas supera el realismo para utilizar su imagen como soporte de un cromatismo ordenado, sujeto a las formas, invadido por los haces luminosos, desbordantes, impetuosos, rompiéndose en destellos múltiples cuando se enfrentan a la superficie acuosa, dejando su peso cuando se posa en la superficie, mostrando su imperio como único ente, que define el alma de las escenas contenidas en sus composiciones.
La pintora consigue una obra de gran calidad estética, mostrando el dominio del oficio que atesora.









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