sábado, 7 de junio de 2025

ANTONIO RODRÍGUEZ BARBERO Y SU RETRATO DEL BEATO PEDRO RUIZ DE VALDIVIA

 



EL ESPEJO DEL ALMA


El retrato posee una dificultad adicional en la obra del pintor, pues aparte del dominio del dibujo, lo cual se supone al que se considera así, está el cómo se representa la escena, el colorido incorporado, el vocabulario portado por las distintas intensidades del trazo. Igualmente, el color añade sensaciones visuales que informan sobre el personaje retratado, las circunstancias de su entorno, el aura que lo cubre, la fuerza que quiere que acompañe su contemplación, así como la presencia del protagonista.
Pero a veces el artista se centra en el rostro, en la intensidad de la mirada, en los rasgos y asimetrías que nos delatan las huellas del tiempo, las experiencias vividas y el rastro que los acontecimientos han dejado como marcas en su faz.
Antonio Rodríguez Barbero es un pintor granadino con un largo recorrido plástico. Son muchas las exposiciones y reconocimientos anotados en su biografía.
Hace años publiqué la critica “El Café de los momentos perdidos”, excelente muestra de su valía pictórica, insinuante, melancólica inteligencia en la propuesta de escenarios, cuyas piezas contenían señas de calidad poderosa, transformando el realismo plástico en imagen sugerente, traspasando la mera figuración para ahondar en el mundo de los sentidos.
Pero este no es el motivo de esta reseña, sino la obra presentada en la Iglesia Parroquial de La Zubia, Granada, en la que figura el retrato del sacerdote Pedro Ruiz de Valdivia Pérez, natural de esa localidad, asesinado el 30 de julio de 1936, junto a otras quince personas, por profesar la fe cristiana. En 2022 el Papa Francisco los beatificó.
Antonio Barbero recibió el encargo de realizar un retrato de este Beato, contando sólo con la ayuda de una fotografía deteriorada, difícil de aportar mayor información. Lo complicado de esta empresa fue resuelto gracias a la pericia artística de Barbero, pues logró interpretar la imagen fotográfica, elaborando una obra en la que aparece D. Pedro Ruiz de Valdivia con gran profundidad psicológica, jugando el pintor con los accidentes que el recorrido de la mirada encuentra en el rostro, surcos, asimetrías, mostrando la determinación que siempre guió la vida de este sacerdote, la honda tristeza encerrada en el pozo de sus ojos, la serena paz con la que siempre aceptó las dificultades de la vida. Magistral descripción ha realizado este artista en un retrato sin fondo, sólo el rostro, consiguiendo su maestría describir la personalidad del personaje con profusión, profundidad, y si se quiere ver así, belleza serena.








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