EL
ESPEJO DEL ALMA
El
retrato posee una dificultad adicional en la obra del pintor, pues
aparte del dominio del dibujo, lo cual se supone al que se considera
así, está el cómo se representa la escena, el colorido
incorporado, el vocabulario portado por las distintas intensidades
del trazo. Igualmente, el color añade sensaciones visuales que
informan sobre el personaje retratado, las circunstancias de su
entorno, el aura que lo cubre, la fuerza que quiere que acompañe su
contemplación, así como la presencia del protagonista.
Pero
a veces el artista se centra en el rostro, en la intensidad de la
mirada, en los rasgos y asimetrías que nos delatan las huellas del
tiempo, las experiencias vividas y el rastro que los acontecimientos
han dejado como marcas en su faz.
Antonio
Rodríguez Barbero es un pintor granadino con un largo recorrido
plástico. Son muchas las exposiciones y reconocimientos anotados en
su biografía.
Hace
años publiqué la critica “El Café de los momentos perdidos”,
excelente muestra de su valía pictórica, insinuante, melancólica
inteligencia en la propuesta de escenarios, cuyas piezas contenían
señas de calidad poderosa, transformando el realismo plástico en
imagen sugerente, traspasando la mera figuración para ahondar en el
mundo de los sentidos.
Pero
este no es el motivo de esta reseña, sino la obra presentada en la
Iglesia Parroquial de La Zubia, Granada, en la que figura el retrato
del sacerdote Pedro Ruiz de Valdivia Pérez, natural de esa
localidad, asesinado el 30 de julio de 1936, junto a otras quince
personas, por profesar la fe cristiana. En 2022 el Papa Francisco los
beatificó.
Antonio
Barbero recibió el encargo de realizar un retrato de este Beato,
contando sólo con la ayuda de una fotografía deteriorada, difícil
de aportar mayor información. Lo complicado de esta empresa fue
resuelto gracias a la pericia artística de Barbero, pues logró
interpretar la imagen fotográfica, elaborando una obra en la que
aparece D. Pedro Ruiz de Valdivia con gran profundidad psicológica,
jugando el pintor con los accidentes que el recorrido de la mirada
encuentra en el rostro, surcos, asimetrías, mostrando la
determinación que siempre guió la vida de este sacerdote, la honda
tristeza encerrada en el pozo de sus ojos, la serena paz con la que
siempre aceptó las dificultades de la vida. Magistral descripción
ha realizado este artista en un retrato sin fondo, sólo el rostro,
consiguiendo su maestría describir la personalidad del personaje con
profusión, profundidad, y si se quiere ver así, belleza serena.
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