DE VUELTA A LA SOLEDAD
I
Es
una noche iluminada, de mucho viento.
La luna ha expulsado a la
Vía Láctea.
Apenas sobreviven nubes, y salta el pasto.
Es
la hora de volver.
II
Queremos
volver, retornar al mar,
el mar de pasillos solitarios
y
salones de noches salvajes,
explosiones de pena,
sumergidas
en el mar de la muerte,
como las estrellas de la Osa que
torna.
III
¿Qué
vamos a encontrar al volver?
Amigos cambiados, casas
desocupadas,
árboles, quizás, con hojas nuevas.
SORPRENDIDO POR LA TARDE
Hay
polvo desconocido cerca de nosotros,
olas rompiendo en orillas
justo al subir la colina,
árboles llenos de pájaros que nunca
hemos visto,
redes empujadas hacia abajo con peces negros.
La
tarde llega; levantamos la vista y está ahí,
vino a través
de las redes de las estrellas,
atravesando los tejidos del
pasto,
caminó discretamente sobre los refugios de las aguas.
Este
día no se va a acabar, pensamos:
nuestro cabello parece haber
nacido para la luz del sol;
pero, al final, las quietas aguas
de la noche van a subir,
y nuestra piel tendrá que ver de
lejos, como lo hace bajo el agua.
OTOÑO
Porque
es el primer domingo de la temporada de faisanes, los hombres se
juntan en los focos de los autos a medirlos, y los pollos,
acurrucándose cerca de la electricidad, y por cierto miedo a lo
oscuro, cruzan por última vez su diminuta cabaña, cuyo piso ahora
se ve tan vacío.
Vino el anochecer, un brillo al oeste, como
visto a través de la pez de una vieja estufa a carbón, y las vacas
se quedan junto a la puerta del granero; ahora el campesino levanta
la vista al cielo pálido que le recuerda a la muerte, y en los
cultivos las corontas crujen levemente con la última brisa, y una
mitad de luna permanece en el sur.
Ahora la luz de las ventanas
del granero puede ser vista a través de árboles sin hojas.
ACERCÁNDOSE AL INVIERNO
I
Septiembre.
Nubes. El primer día para usar casacas.
El maíz deambula por
oscuros pasillos,
cerca del pozo y del susurro de las tumbas.
II
Solo,
rodeado de maíz seco, me siento
cerca de la segunda crecida de
los amarantos,
y escucho a las hojas de choclo arañarse los
pies en el viento.
III
Los
choclos malos yacen en la tierra polvorienta.
Los choclos
buenos van a secarse en los graneros, pero los otros, echados en
falta
por quien cosecha, seguirán tocando tierra aquí todo el
invierno.
IV
Va
a llegar la nevada, y va a cubrir las cáscaras de los choclos
malos
con copos infinitamente delicados, como joyas de un
príncipe gótico
perdidas siglos atrás en una enorme
batalla.

No hay comentarios:
Publicar un comentario